Playas, crear circuitos protegidos

Por la espiral
Claudia Luna-Palencia

-Playas, crear circuitos protegidos
– Jalisco y Nayarit, explotación
-Nadar en la contaminación

Tal parece que en cada ciclo sexenal se lleva a cabo una selección arbitraria, dependiendo de los intereses de por medio, para detonar una determinada región de playa con el pretexto de impulsar a México en materia turística.
En el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari fue muy notable la propensión del Gobierno Federal a favor de impulsar proyectos en las playas de Oaxaca, principalmente en Puerto Escondido y Huatulco.
Con 480 kilómetros de litoral, el lugar tiene sobradas cualidades naturales. No obstante, algo pasó y Puerto Escondido se quedó a medias. En tanto que en Huatulco, el fracaso fue mayor y el sueño de convertir a la Costa del Pacífico en otro polo de atracción similar al de Cancún nunca fructificó.
Después, en el sexenio del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, el plan turístico volvió a enfocarse hacia el Caribe mexicano, principalmente a Isla Cancún, una estrecha franja de 28 kilómetros en forma de L unidad a la península por dos puentes. Ahí se encuentran grandes hoteles y centros turísticos.
En el gobierno de Zedillo Ponce de León, los proyectos se extendieron hasta la Riviera Maya en cuya costa se encuentra el segundo arrecife de coral más largo del mundo. En especial destaca Playa del Carmen que en poco tiempo ostenta el segundo lugar en importancia de la costa después de Cancún.
Playa del Carmen tiene la fama de recibir más turismo europeo que estadounidense o canadiense, se ha convertido en un nuevo recinto para italianos, suizos, alemanes, españoles o franceses que prefieren alejarse de los malls y restaurantes de Cancún.
Luego en el sexenio del presidente Vicente Fox, el enfoque se orientó a Bahía de Banderas y al surgimiento de campos de golf, marinas y grandes desarrollos turísticos. La estrategia del gobierno actual, es la de dar seguimiento a esta misma plataforma así es que no veremos ningún viraje al respecto.
La región de Bahía de Banderas (costa Norte de Jalisco y costa Sur de Nayarit) localizado en el Pacífico Central Mexicano, está integrada por tres municipios: dos en el estado de Jalisco y uno en el estado de Nayarit abarcando una longitud aproximada de 179 kilómetros y una superficie de tres mil 001.88 kilómetros cuadrados, lo que representa el 5.1% de la superficie total de Nayarit y el 36% de la costa Norte de Jalisco.
De manera específica vamos a enfocarnos a Puerto Vallarta, en Jalisco y Nuevo Vallarta, en Nayarit, dos lugares colindantes y tan cercanos que el turista puede conocer ambos sin ningún problema.
Es esta escasa distancia geográfica, lo qué sucede en uno y otro lado, que pertenecen a distintas entidades, tiene el común denominador de experimentar una explotación irracional de los recursos naturales tanto, de Puerto Vallarta, como de Nuevo Vallarta. Es como si a ambos les hubieran colgado el letrero de “se vende”.
No es esencial el daño ecológico, no hay estudios de impacto ambiental, no importa que Bahía de Banderas aparezca señalada por la Profepa con las playas más contaminadas por problemas de drenaje al mar, vertederos y desechos industriales. Lo verdaderamente importante es hacer negocio y vender cada metro cuadrado de playa en la mayor cantidad de dólares.
Me atrevo a decir que hay una política irracional por construir mega desarrollos, hoteles, tiempos compartidos, casas, departamentos, centros con spa y campos de golf. A los inversionistas ya no les alcanza con las playas tradicionales, continúan apropiándose de kilómetros de playas, ríos y esteros vírgenes localizados en la ruta hasta Punta de Mita, el punto más septentrional de la bahía.
A COLACIÓN
Si el costo de la propiedad en Cancún, cotizada en dólares, puede dejarnos boquiabiertos, los precios de las casas y departamentos que se construyen, surgen por doquier en Bahía de Banderas, pueden dejarnos perplejos: una villa con diez habitaciones se anuncia en venta por 4 millones 500 mil dólares en Puerto Vallarta; un condominio en Amapas de tres recámaras en 529 mil dólares; en Punta de Mita, cuya depredación comenzó en este sexenio, la publicidad invita a comprar en el desarrollo Punta Esmeralda con exóticos jardines, club privado de playa, gimnasio, club de tennis; etc. ¿vivir en este ensueño? Nada más una inversión de un millón 750 mil dólares por un condominio de lujo.
Ni qué decir acerca del desarrollo Hacienda de Mita que anuncia “los únicos condominios frente a la playa dentro de Punta de Mita, donde la exclusividad es una realidad”.
En Nuevo Vallarta el panorama es igual de triste, todo se vende, y hay una enorme oferta de tiempos compartidos y campos de golf, una gran infraestructura que pueden pagar pocos mexicanos y muchos estadounidenses.
En esta realidad nuestra del siglo XXI además de la banca extranjerizada, el sistema de pagos, el avance silencioso del dólar en nuestra economía, de la sinergia económica, comercial y la transculturización que vivimos con Estados Unidos, también hemos perdido la soberanía en nuestras playas y litorales, los más hermosos, que en nombre del turismo, tienen dos polos opuestos: uno que ha extranjerizado cada metro cuadrado de nuestras mejores playas creando zonas exclusivas para visitantes foráneos y zonas residenciales de casas, condominios y campos de golf, como nuevas colonias de descanso para extranjeros; y el otro polo que deja al turismo nacional, en su mayoría constreñido por la capacidad económica, ha no disfrutar ni conocer sus propios recursos naturales.
GALIMATIAS
La política turística que se aplica en Bahía de Banderas ha sido bautizada por el gobierno del presidente Fox como “el Plan Maestro de Desarrollo Urbano y Turístico” y además forma parte de la estrategia de los “Centros Integralmente Planeados”.
¿Qué tiene de integralmente planeado? Nada. ¿Acaso el gobierno federal, los dos gobiernos estatales, el de Jalisco y Nayarit, y los correspondientes gobiernos municipales ya frenaron el grave problema del drenaje hacia el mar? ¿Contuvieron la contaminación de las playas? ¿Construir más condominios, residencias y desarrollos hoteleros con drenaje al mar no es contribuir al deterioro ecológico de la región? ¿Cómo viven los vallartenses? ¿Qué tienen que decir los gobiernos municipales a sus pobladores que habitan en viviendas deterioradas, calles anegadas, mal pavimentadas, enlodadas y que igualmente no pueden disfrutar de sus propias playas?
En nombre del turismo, los gobernantes han convertido las peores arbitrariedades como sucede con el complejo Grand Venetian en Puerto Vallarta. Todo sea por 100 millones de dólares.

 

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