Venezuela: juguete roto

La votación en la máxima tribuna, órgano de representación de los 28 países miembros de la UE (contando aún a Reino Unido), tuvo en Venezuela su preocupación inmediata porque como lo expresó un eurodiputado “todos somos Venezuela”.

            Y aunque parezca un cliché manido, la realidad es que casi veinte años de régimen chavista (considerando a Nicolás Maduro una extensión del mismo sátrapa) deja una clara lección, la de una simple fórmula matemática: cómo destruir a un país, a su economía, a su democracia, a su población y a su sociedad.

            Duele bastante, porque sigue pasando en la plenitud naciente del siglo XXI, en momentos  ásperos en los que vamos presumiendo como sociedad globalizada de tantos adelantos tecnológicos, científicos y digitales… el ser humano es capaz de alunizar en la cara oculta de la luna y hacer que una semilla de algodón germine.

            Empero, ese ser humano, mucho más cualificado y mucho  más inteligente que sus antepasados sigue arrastrando el enorme pendiente de cómo crear mejores tejidos sociales más inclusivos, más equitativos, más democráticos y más homogéneos.

            Venezuela es la contracara del ángulo positivo de esa sociedad ideal que todos anhelamos y que siga sucediendo rumbo a 2020 no hace más que revelar que la ignorancia de la gente es la peor trampa para la democracia; porque esos dictadores de pacotilla se perpetúan utilizando la ignorancia, el hambre y la necesidad como plataformas para convertirse en tótems inamovibles del poder.

            Europa, siempre lenta en la acción y en la reacción, finalmente ayer mediante el Parlamento Europeo votó a favor del  reconocimiento de  Juan Guaidó como presidente interino legítimo de Venezuela; una resolución aprobada por 439 votos a favor, 104 en contra y 88 abstenciones.

            El aval se hizo de conformidad con “la Constitución del país según lo establecido en su artículo 233” lo que implica un espaldarazo directo a la Asamblea Nacional como “único órgano democrático y legítimo” de Venezuela.

            E inclusive va más allá exhortando a que todos los países miembros del club europeo, sus respectivos gobiernos anuncien el reconocimiento de Guaidó, se le respalde a él y se condene así a Maduro; el Parlamento pidió asimismo que Federica Mogherini, la alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, realice el mismo reconocimiento.

Cabe mencionar que los eurodiputados condenaron enérgicamente “la represión feroz y la violencia, que han causado asesinatos y heridos” e instaron a las autoridades venezolanas de facto a que pongan fin a todas las violaciones de los derechos humanos; y demandaron responsabilidades a sus autores.

            La propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) tiene un expediente de investigación acerca de los atrocidades realizadas por el régimen de Maduro.

A COLACIÓN

Me parece muy relevante que todos adopten una política de uniformidad exterior hacia un tema tan contundente como es la erosión dramática de la democracia bolivariana y el juego perverso de Maduro para,  desde el poder mismo, utilizar a su favor los canales y los instrumentos de los órganos electorales.

            Europa no puede seguir siendo ajena al sufrimiento de millones de venezolanos, España misma lleva más de seis años recibiendo cada vez una mayor afluencia de venezolanos que llegan ansiosos de huir de la miseria, la antidemocracia y la opresión.

            Al menos, 300 mil venezolanos se encuentran viviendo en el país ibérico con diferentes estatus desde estudiantes, refugiados, asilados, en situación de acogida o algunos beneficiados de la doble nacionalidad.

            Un punto importante es que el Parlamento Europeo propuso que la Alta Representante colabore con los países de la región y con otros actores políticos para crear un grupo internacional de contacto. Lo que se debe evitar en la diáspora venezolana es un derramamiento de sangre, una guerra civil o una masacre.  No debe haber sitio, ni en este siglo ni en ninguno más, para las dictaduras ni para la política del miedo ni del odio.

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

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