La ONU se ríe de Trump

A la sede  de Naciones Unidas en Nueva York asisten 193 líderes representando la voz de sus respectivos ciudadanos para compartir su visión acerca de la amplia diversidad de desafíos presentes. Ha llamado la atención, tanto la ausencia del presidente chino Xi Jinping, como la del mandatario ruso, Vladimir Putin, aunque sus respectivas delegaciones han seguido atentas al rito de la conferencia.

 

            Dos ausencias que están dando  mucho de qué hablar, por los más recientes roces entre Estados Unidos y China, por la batahola de aranceles comerciales  que  la Casa Blanca reparte como naipes contra las importaciones chinas.

 

            También ha contribuido al malestar con los chinos,  que previo a la inauguración de los trabajos anuales en la ONU (25 septiembre al 1 de octubre) el Pentágono anunció una nueva venta de armamento militar a  la isla de Taiwán una factura por 330 millones de dólares para adquirir aviones Fighters F-5, F-16 y C-130; se trata de la segunda venta de armamento a Taiwán desde que Donald Trump asumió la Presidencia norteamericana violando las peticiones de Beijing del “respeto a una sola China”.

 

            Tampoco los rusos están contentos: desde la reunión de Helsinki, el 16 de julio pasado, quedó patente el nulo feeling  entre Trump y Putin, el líder del Kremlin no se fía de la palabra del pelirrubio  que ya en dos ocasiones este año ha ordenado al Departamento del Tesoro anunciar sanciones contra Rusia: en marzo, bajo la justificación de intento de manipulación electoral, se sancionó a 5 entidades y a 19 personas congelando el acceso a sus propiedades y cuentas en Estados Unidos; y, después, en agosto pasado, por el caso del envenenamiento con Novichok en Salisbury en el que Reino Unido acusó a dos supuestos espías rusos, se prohibió la venta de material sensible para la seguridad con la amenaza a Rusia de, inclusive, vetar los vuelos a la Unión Americana.

 

            A la más reciente cumbre de Naciones Unidas se ha llegado por vez primera con un consenso generalizado: defender y sostener el multilateralismo como impronta para luchar “contra el caos” y el diálogo como voluntad de entendimiento entre las partes.

 

            Nada más el anfitrión esgrimió su visión unilateral como respeto a “su soberanía” fue un todos contra Trump que subió al atril con su corbata roja fetiche para los grandes encuentros… para que le dé valor.

 

            “Hace un año ante ustedes por vez primera hablé de las amenazas que sufre nuestro mundo, puedo decir ahora que hemos hecho progresos extraordinarios”, dijo sobrado de aliento.

 

            En mi país, añadió categórico, en menos de dos años hemos logrado más que cualquier otra administración anterior; palabras a las que el pleno respondió con una sonora carcajada: “No esperaba esta reacción, pero está bien”, dijo Trump del color de su corbata.

 

            Las risotadas no fueron gratuitas ya él no engaña a nadie, le conocemos su falta de seriedad para prácticamente todo cuanto tenga que ver con el respeto a los consensos internacionales, al orden institucional y a los acuerdos multilaterales.

 

            Como buen mercader de ilusiones, el presidente estadounidense vendió a la Asamblea los elevados progresos económicos de su nación “de casi tres trillones de dólares, con reformas aprobadas, una mayor fortaleza, menos desempleo” que hacen una nación más rica y más fuerte.

 

            La posición de su país en el entramado internacional sigue orbitando bajo su visión unicelular del “America First” en la que primero está “nuestra soberanía”.

 

A COLACIÓN

 

            Si hace un año, entre ceja y ceja del magnate, estaba el dictador norcoreano al que abiertamente amenazó y humilló con “destruir totalmente”, en la edición actual de la reunión de la ONU, Irán sonó en cada rincón como adversario por ser  “el principal patrocinador del terrorismo en el mundo”.

 

            “La dictadura corrupta de Irán siembra muerte y destrucción, no respetan los límites ni las fronteras ni a sus vecinos; simplemente se llevan los recursos de sus vecinos y el pueblo iraní está horrorizado de que sus líderes se hayan apropiado de millones de dólares de su hacienda”, denunció Trump mientras el presidente iraní, Hassan Rouhani, le escuchaba y tragaba saliva en compañía de los miembros de su delegación.

 

            Y regresó de nueva cuenta a su retórica de los últimos meses para justificar (lo injustificable) la salida arbitraria del Acuerdo Nuclear con Irán en el que mediaron Francia, Alemania, China, Rusia y la UE en su conjunto.

 

            La vuelta a las sanciones económicas, financieras y diplomáticas contra la nación persa busca evitar igualmente que se compre petróleo iraní, en suma, asfixiar al régimen junto con los millones de iraníes. En conclusión: Trump manda  sí o sí.

 

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

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