Paz y desnuclearización

Su reunión, el 27 de abril pasado, sirvió de tentempié para descongelar sus relaciones: en Panmunjom signaron un acuerdo de intenciones a fin de llevar la paz a la Península; después volvieron a verse el 26 de mayo en el mismo sitio actuando el mandatario surcoreano como mediador entre el dictador norcoreano y el presidente estadounidense, Donald Trump.

            Gracias a  Jae-in, y  a la intervención del presidente chino Xi Jinping, fue posible el encuentro entre Jong-un y Trump en Singapur el pasado 12 de junio cuando hablaron de la desnuclearización.

            Esta vez la cita entre Corea del Sur y Corea del Norte aconteció en Pyongyang, el 18 de septiembre, bajo el marco de un encuentro cargado de  alegorías, apretones de manos y abrazos fraternales… múltiples guiños.

            Guiños que siguen sin convencer a los analistas de geopolítica porque el padre del actual líder norcoreano también tuvo en su momento un acercamiento con Corea del Sur en busca de la paz y pretendió otro con Estados Unidos para levantar las sanciones económicas imperantes; lo intentó en 2007, cuando el presidente de Corea del Sur, Roh Moo-hyun,  acudió a Pyongyang para reencontrarse con Kim Jong-il.

            Igualmente predominaron muy buenas intenciones que quedaron finalmente rotas: nuevamente, once años después, el sátrapa heredero, se ve fuertemente presionado por la retórica amenazante de Trump que prácticamente  lo ha obligado a salir de su guarida para buscar un inminente acercamiento con Corea del Sur y un diálogo con la Unión Americana.

            Por eso es que nadie da por sentado que  prosperará definitivamente una paz duradera y sobre todo,  una completa desnuclearización de Corea del Norte dado que no es el primer intento.

A COLACIÓN

            En su nuevo encuentro, ¿a qué se comprometieron Corea del Sur y Corea del Norte? Fundamentalmente a: 1) Desmantelar la central nuclear en Yongbyon; 2) reactivar las negociaciones sobre la desnuclearización entre Corea del Norte y Estados Unidos empantanadas desde el verano; 3) reducción de la tensión militar en la Península; 4) supresión de las maniobras de artillería cerca de la frontera; 5) creación de una zona de exclusión aérea en torno a la zona desmilitarizada; 6) presentación de una candidatura conjunta para realizar los Juegos Olímpicos de 2032; 7) unificación de las líneas férreas entre las costas del este y el oeste de ambas Coreas; y, 8) acelerar  el intercambio y cooperación entre  Corea del Norte y Corea del Sur.

Para Trump, en su desahogo en Twitter, no podría ser más favorable el nuevo acercamiento entre ambas naciones: “Corea del Norte va a permitir inspecciones nucleares sujetas a una negociación final así como a desmantelar permanentemente un sitio de pruebas y lanzamiento en presencia de expertos internacionales”.

            El futuro inmediato pasa primeramente por una cita de trabajo, el 24 de septiembre, entre Moon Jae-in y su homólogo norteamericano previa  a la Asamblea General de la ONU del 25 de septiembre.

            Restaría consumarse una nueva conferencia  entre Trump y Jong-un para corresponder a la carta enviada por el norcoreano al mandatario estadounidense en la que  solicitó “un nuevo encuentro a solas” para hablar de la desnuclearización.

            Desde Pyongyang han advertido que el fracaso o el éxito de las negociaciones entre Corea del Norte y Estados Unidos dependerá de las maniobras de Washington… esperan primordialmente que Trump ordene levantar las asfixiantes sanciones económicas.

            A todas luces el camino no será fácil, subsiste una grave crisis de desconfianza mutua, entre dos recelosos personajes que no se fían uno del otro y encima de la mesa están los informes oficiales.

De acuerdo con la prensa norcoreana lo único que verdaderamente le interesa a Jong-un es restablecer los lazos amistosos con Corea del Sur más allá de desmantelar todo su arsenal nuclear.

En versión del Council on Foreign Relations, la República Popular Democrática de Corea, tiene desarrolladas entre 10 a 20 poderosas armas nucleares y, al menos, en 2017 realizó sendas pruebas con un total de 23 cohetes de todos los tamaños lanzados y explosionados.

De su peligrosidad, el Center for Strategic and International Studies, desmenuzó el alcance nuclear de Corea del Norte: misiles de corto alcance de 625 millas capaces de traspasar la Península de Corea; misiles de medio alcance más de 625 millas y hasta 1 mil 864 millas que además de caer en Japón podrían alcanzar hasta Guam; misiles de rango intermedio más de 1 mil 864 millas hasta 3 mil 417 millas que pueden llegar perfectamente a Alaska y los intercontinentales de más de 3 mil 417 millas listos para  alcanzar Washington, Honolulu y Los Ángeles.

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

 

 

 

           

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