Por mis cojones

Como ordenen mis convicciones, creencias, ideas y, por qué no, a veces, como se me ponga de los cojones, siempre que estos no se pongan en contra de la ley. Y donde los pongo, mis cojones, la ley me ampara. Aún. A mí estos tipos y tipas revisionistas que impiden que una pareja pueda acceder a un festejo taurino porque sus hijos son menores, me parece estalinismo puro y duro. Vamos, que no es nada nuevo. Todo lo que rodea a Podemos, a los animalistas y a sus grupos ad hoc, es estalinismo, totalitarismo, revisionismo y un puritanismo ideológico cuya perversión anula toda idea de libertad en democracia.

Lo de Chinchón y sus prohibiciones de encierros para menores es propio de un lugar donde aún pudieran habitar Hitler o Stalin. Repito: Hitler o Stalin. O Maduro o Trump o Putin. La diferencia entre uno del PACMA y Trump es la pasta que uno tiene y los otros no tienen, pero sin duda querrían tener. Trump es una versión del totalitarismo inculto, soberbio, racista, machista: populismo. El populismo que, desde otro extremo, participan PACMA y compañía. Con la verdad única, una única idea de educación y un revisionismo de las libertades sin precedentes que admiten los políticos de ahora, como el de Chinchón, un tipo escurridizo metido en aguas turbulentas, deseoso de tener paz, voto y buena imagen. Pan y circo. Pax fascista. Chuflas.

En España, hace tiempo, la gente sentía vergüenza por no tener libertad. Por no tener educación. Los padres nuestros se desvivían por lograr que el hijo fuera más allá de las escuelas, a conocer, a acceder a la cultura y a la educación. Hoy ser inculto y sin educación es como un galardón, se hace gala de ello. De no leer un libro, de no ir al cine, al teatro, de no pensar, de no escribir, se hace gala de ser plano, simple, vulgar. Con una cuestión vergonzosa: todos los que hacen gala de ser incultos, de proclamar que jamás han leído un libro, han nacido en un contexto donde la educación está a su alcance. No cuesta. Es gratis, o casi gratis, en España.

Un día estará prohibido leer. Prohibido escribir. No es una profecía sino una conclusión de lo que nos está sucediendo. Pronto leer será algo que va con el poder o con el cargo y no libertad para todos. Sentir, pensar o tener una idea, será lo mismo. Porque se invierten las inteligencias hacia una sociedad sin cultura: somos una sociedad que invierte millones en enseñar a leer y a escribir para luego hacer que no se lea nada y no se escriba nada. Lean las estadísticas. Un país cuya ciudadanía invierte un ciento por ciento más en copas que en libros es un país mierda donde cualquier perroflauta insípido y vulgar, simple y plano, me puede prohibir que lleve a mis hijos donde me salga de mis cojones, si ese lugar es Patrimonio Cultural de mi país. Que es España.

Quiero ser padre de nuevo para tener un menor de edad a mi lado y decirle que los mande al carajo. Y llevarlo de la mano donde la gente se apasiona, donde es feliz, donde se vive la vida sin subordinación a esa idea única que trata de decirme que mis cojones y mis derechos son lo que ellos decidan. A los padres: saltaos esa norma. Mandadla al carajo. Sed libres, sed padres con derecho a decidir qué educación dar a vuestros hijos. Sobre todo cuando lo que decidís está dentro de los márgenes de la ley. Los ilegales son ellos. Banda de bárbaros.

Nota: guste o no; malsonante o no; cojón y cojones son términos recogidos por un dios verdadero, el Diccionario de la RAE.

 

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