La exposición “Ver, leer, escuchar: diálogos entre la pluma y el pincel”, muestra que reúne pinturas, grabados y libros del siglo XVIII

La muestra, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), contó con la curaduría de las historiadoras del arte Andrea Montiel López, de la Universidad Nacional Autónoma de México; Montserrat Báez Hernández, adscrita al Museo de Arte e Historia de Guanajuato, y Karina Flores García, de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH.

Compuesta por 14 lienzos, cuatro libros, un grabado y material complementario, en el que destaca un video introductorio, un cilicio (instrumento de metal con púas utilizado en actos de penitencia), reproducciones de una partitura y de una carta del obispo poblano Manuel Fernández de Santa Cruz, entre otros objetos, la exposición destaca el uso del recurso textual como un elemento al que recurrieron los artistas y los comitentes (personas que comisionan una obra) para reafirmar la función de la pintura como medio de expresión y transmisión de un discurso.

En la pintura europea —detalló la historiadora del arte, Andrea Montiel López— también están presentes los escritos, pero predomina la imagen, ya que sus fines eran distintos. En los virreinatos de la Nueva España y del Perú se dio una profusión de los textos, sobre todo en las alegorías, que eran utilizadas con carácter didáctico durante el proceso de evangelización.

En los lienzos novohispanos los apuntes podían aparecer en distintos formatos como tarjas (óvalos con marcos decorados, habitualmente localizados en las esquinas de las obras), cartelas (recuadros situados al margen o dentro de la composición), filacterias (bandas con apariencia de tela o pergamino que se enrolla en los extremos), rótulos (letrero que indica el contenido de la imagen) y locuciones (textos que representan el acto de hablar).

Andrea Montiel explicó que en los retratos, la palabra escrita fue fundamental para consignar información biográfica, linaje y cargos que ostentaba el personaje. Un ejemplo de ello es el Retrato de Manuel Fernández de Santa Cruz, atribuido a Juan Tinoco.

En el cuadro de Fernández de Santa Cruz, quien fundó el convento agustino de Santa Mónica, se aprecia una cartela con su biografía y varias filacterias que hacen referencia a su relación cercana con las monjas de Santa Mónica.

El óleo sobre tela de finales del siglo XVIII está acompañado por la reproducción de una carta en la que el obispo expresa su deseo de que, al morir, su corazón se resguarde en el convento, donde aún descansa. Asimismo, se presenta una fotografía de este órgano vital.

Otro ejemplo de este diálogo entre el pincel y la pluma es el cuadro anónimo de Santa Clara de Montefalco, que es una pintura modificada porque la cartela y la representación original eran de una monja profesa, a la que se le añadieron elementos característicos de la mártir, como un corazón, una vara de azucena, libros y un cilicio, y en la cartela se escribió el nombre de la santa.

“Los libros que se añadieron al cuadro muestran títulos correspondientes a la literatura de la época y hacen referencia a una vida ascética, de meditación, que tienen que ver con la vida de la santa”, apuntó.

En la muestra también destaca el lienzo anónimo del siglo XIX Cristo con cáliz, en el que se distingue una tarja con los primeros versos del canto religioso Oh sacrum convivium, los cuales se pueden escuchar en la sala en una versión moderna, con el propósito de que el espectador pueda “ver, leer y escuchar”, de ahí el nombre de la exposición.

Finalmente, mencionó que en la exposición también se puede observar el grabado coloreado Cristo con cruces atribuido a Manuel Villavicencio, en el que se distingue en la parte central a Jesús el Nazareno rodeado de cruces pequeñas y filacterias que hablan de las vicisitudes y sacrificios de las personas cristianas, como el ayuno y la pobreza, como una manera para llegar al cielo.

La experta explicó que todos esos preceptos están contenidos en el libro Camino real de la Cruz, el cual probablemente pudo tener cierta resonancia por lo que quedó plasmado en este tipo de representaciones. El volumen forma parte del fondo conventual de Santa Mónica y también se exhibe en la exposición.

Cabe destacar que las obras de carácter religioso también sirvieron como vehículo de salvación si se añadían leyendas que otorgaran indulgencias y otras gracias.

La muestra Ver, leer, escuchar: diálogos entre la pluma y el pincel, permanecerá abierta hasta el 1 de junio en la sala temporal Contextus y en el pasillo San Agustín, en la parte alta del Museo de Arte Religioso Ex Convento de Santa Mónica, Av. 18 Poniente 103, centro histórico de Puebla. Abierto de martes a domingo de 10:00 a 17:00 horas, la entrada general es de 45 pesos. Domingo entrada libre a público nacional y extranjeros residentes.

Fuente: (INAH)

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