El grito catártico femenino

El de ayer en España fue un enorme grito catártico: una huelga secundada por millones de mujeres que salieron a las calles, en las principales ciudades del país ibérico, para demandar una serie de acciones en pro de lograr una sociedad verdaderamente más inclusiva, equitativa e igualitaria; así como terminar con las brechas del salario, de las pensiones y las desproporciones en los incentivos.

Hasta en la Bolsa de España hubo eventos reivindicativos, en Bolsas y Mercados Españoles (BME) aconteció un toque de campana por la igualdad de género, se hizo en colaboración con el Pacto Mundial de Naciones Unidas; una iniciativa que se repitió en más de 60 países.

Se han difundido todo tipo de cifras  desde las mujeres que se quedan en casa (que no es menos trabajo por supuesto), de las que están inmersas en distintos sectores laborales (doble trabajo considerando el que deben hacer en su casa) hasta los números relacionados con la longevidad femenina y desafortunadamente, su mayor vulnerabilidad, debido a la precarización.

            Dice la ONU que, en las guerras y conflictos civiles, son las mujeres y las niñas las que peor parte llevan; a nivel global todavía queda tanto culturalmente que cambiar, por romper añejos esquemas y fragmentar atavismos y viejas costumbres.

            Hace unas columnas atrás mencionaba que rumbo a 2020 subsisten países en los que el voto femenino no existe o bien está bastante restringido, las féminas no cuentan ni política ni electoralmente hablando; sucede aún en Catar y Kuwait y con muchas restricciones en Bahréin, Arabia Saudita y Emiratos Árabes, que apenas hace unos escasos años atrás comenzaron a incluir el voto femenino en las elecciones.

            Poco a poco se ha ido saliendo de la invisibilidad a tropezones, básicamente lograr ese derecho político ha sido muy útil, queda trabajar profundamente contra el rezago socioeconómico de género y por la protección de los derechos de las niñas y las mujeres quitarles ese crisol sexuado desde el que se les observa siempre… por principio de cuentas.

Como cuando en su momento la mujer logró su emancipación gracias a los movimientos de 1960 y 1970 en los que inclusive además de rebelarse contra su rol lo hizo igualmente para expresar abiertamente su opinión acerca del aborto y la píldora anticonceptiva.

Hay sociólogos en Europa que consideran que estas nuevas manifestaciones serán un revulsivo para mejorar a la sociedad en su conjunto y que desde luego sentarán las bases a favor de las nuevas generaciones.

Yo en lo personal creo que conciliar el trabajo con el hogar  es una tarea bastante complicada máxime si ésta se hace sola con los hijos sin ninguna ayuda de por medio; sin ningún familiar cercano en quien apoyarse.

Me parece que en tiempos en los que se habla de una paternidad responsable, de compartir las tareas educativas y del cuidado de los hijos, cuando se reforman los contratos laborales para darle una prolongación por permisos de paternidad a  los varones,  debería hacerse lo mismo para optimizar las condiciones laborales de las mujeres.

A COLACIÓN

            Me parece que los gestores de las políticas públicas deberían dejarse de tanta hipocresía comenzando por destinar más gasto social a la construcción de guarderías, pienso en  los millones de mujeres que deben dejar a sus hijos solos para irse a buscar el sustento cotidiano porque no tienen más opción.

            También crear leyes marco que eviten que un empleador -público o privado- cese a una embarazada bien porque intenta evitar el pago correspondiente de gravidez o porque la está desechando al verla más como una carga futura que como un activo productivo.

            Me vienen a la mente tantas mujeres inteligentes, preparadas, que han acumulado experiencia y responsabilidad pero que llegan a los 50 años y encabezan las listas de desempleadas o bien permanecen ubicadas en las primeras filas de recortes, porque al enviarlas a casa con una prejubilación forzada, el empleador reajusta sus costos

            Ser mujer es harto difícil y complicado, además de ser multitask tampoco tenemos derecho a enfermar menos si somos autónomas y cabeza de familia; creo que si tuviésemos una sociedad en todos los sentidos, de hombres y mujeres valiendo lo mismo en oro molido, para comenzar las leyes laborales y patronales deberían reconocer que la mujer padece de síndromes premenstruales que, al menos en su primer día de regla, le incapacita para desempeñarlas. Eso sería tener una sociedad justa.

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales 

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