La huella ecológica del capitalismo

Dentro de ese marco pragmático si habla de paz de paso aprovecha para endosarle una factura por 110 mil millones de dólares a los saudíes en armamento militar, para beneplácito de las multinacionales norteamericanas.

            Si aborda el rol de fuerzas en el comercio internacional,  también desde su óptica de empresario realiza un corte de caja recriminando que su país sale mal parado respecto de México, China y Alemania.

            Si habla del cambio climático “un invento chino” lo hace con denodadas críticas contra los estrategas y defensores de reducir las emisiones contaminantes  a favor de reconducir los procesos industriales y productivos hacia un capitalismo verde.

            Empero, Trump tampoco ni lo entiende ni lo acepta, porque el cimiente del capitalismo industrial está ligado al carbón y después al petróleo y el gas, ¿cómo se le pide entonces a  una empresa automotriz de Detroit que constriña su producción para emitir menores gases de efecto invernadero? Menos producción son menos ventas menos ingresos y por ende, menos empleos en consecuencia menor demanda. El magnate vuelve a la retórica de su pensamiento de compraventa y ganancias. 

            Desde luego se veía venir el anuncio  de hacer a  un lado a Estados Unidos de los compromisos signados por 195 países como resultado de la Conferencia de París sobre el Clima (COP21), celebrada en diciembre de 2015. 

            El abandono de las metas para frenar el calentamiento global tampoco es ipso facto, lleva un camino burocrático para deslindarse y deshacerse del Acuerdo de París; por lo menos hasta el 2019, Estados Unidos no podrá dejar el pacto global. 

A COLACIÓN

Desde Europa le han llovido acérrimas críticas al mandatario Trump, si su reunión en la sede de  la OTAN con los mandatarios europeos y luego en Taormina con los representantes del capitalismo de élite dejó una brecha abierta, la equidistancia al descubierto, ahora la ruptura de los ideales  es absolutamente clara. 

            El inquilino de la Casa Blanca choca con la visión de los demás homólogos porque el primero defiende fielmente los intereses empresariales y multinacionales estadounidenses y los segundos, analizan la situación como gobernantes bajo la toma de decisiones con impacto en las políticas públicas y con la administración de presupuestos públicos. Por eso la sobrerreacción dentro de la Unión Europea (UE) condenando la decisión de Trump, su unilateralismo,  además en una arista tan álgida como lo es el cambio climático.

            Emmanuel Macron, recién electo  presidente de Francia, saltó a las cámaras y micrófonos para enviarle en perfecto inglés un mensaje directo a los oídos del multimillonario:  “It´s a mistake for the US and the planet”;  el joven delfín aprovechó para refrendar el compromiso de Francia y de la UE con el planeta “porque es el futuro de nuestros niños”. 

            Pero es en el punto y aparte de Macron “Make our planet great again” con esa sutileza mordaz recuerda que sin consensos y acuerdos no se irá a ningún lado imponiendo fuerzas centrípetas porque el multilateralismo es el  nuevo cauce de entendimiento. 

            Quizá los poderosísimos intereses que llevaron a Trump a la Casa Blanca se resistan a entenderlo, no es en la actitud del sálvese quien pueda como vamos a avanzar hacia la consecución global de metas y objetivos de cara al 2030. 

            No me parece casual que en la arena internacional dos economías torales  geoestratégica y geopolíticamente hablando coincidan, en el tiempo y en el espacio, al unísono de ideas oscurantistas, proteccionistas y recalcitrantemente individualistas. 

            Hay analistas que justifican que Trump y el Brexit son el resultado de la afectación socioeconómica de un grueso de la población descontenta con el orden actual de las cosas. 

            Empero, el no descarbonizar el planeta o al menos no cumplir con los compromisos de la COP21, eso no beneficia a esas capas descontentas lo que hace más bien es proteger los poderosos intereses de las multinacionales petroleras, gaseras y  productoras de carbón. Ellas son las beneficiarias de que  Trump saque a Estados Unidos de tan rimbombante acuerdo. Es Wall Street primero y  siempre. 

*Puedes opinar en http://claudialunapalencia.blogspot.com.es economista y  escritora, experta en periodismo económico, geoeconomía y análisis internacional

 

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