UK: Good bye, forever and ever

No, no será un divorcio amistoso con un reparto equitativo y palmaditas por la espalda; será una batahola de duros golpes algo así como “La guerra de los Rose”. Habrá heridas de uno y otro lado. 

            Y tampoco la ruptura terminará pasado mañana, la escisión de Reino Unido de la UE no tiene precedente: quienes maquinaron -desde las entrañas de su  más oscuro dominio-, arrancar a los británicos del resto de los europeos quizá no esperaban que les costase tanto trabajo hacerlo. 

            En los últimos meses todo ha sido un ir y venir, los asesores más avezados van de un Ministerio a otro intentando dilucidar qué pasará con las relaciones comerciales, de negocios, de inversiones, con las ayudas comunitarias hasta en los efectos más sencillos del ciudadano de a pie que  es un europeo que se encuentra trabajando en una multinacional en la City o para quien también es un europeo con alguno de sus hijos matriculados en una rancia escuela británica. 

            Es decir, en resumidas cuentas, la idea genial del Brexit la van a terminar pagando todos desde el empresario que tiene descolocados sus procesos de producción  ya sea en Reino Unido o en algún punto de Europa hasta  la persona más simple que antes abordaba un avión con su pasaporte europeo y después de hoy, empezará a ver las consecuencias. 

            A mí en lo personal me parece también muy bien que las autoridades desde el seno de la Comisión Europea aprieten tuercas para exigirle al que ha decidido irse que les devuelva el dinero de las últimas ayudas y que se alisten para ponerse duros contra el niñato que pensó que por su rabieta infantil pondría patas para arriba al resto de los 27 países y todo porque no quiere hablar de cupos migratorios. 

 ¿Amigo lector ha visitado Londres recientemente? ¿Qué ve en sus calles si camina por Oxford Street? Yo fui hace algunos años y no había esa devastadora guerra en Siria cuyo éxodo civil ha colapsado el humanismo del que  presumen los europeos. 

¿Qué hay? Árabes muchos árabes con burkas, con hiyab o niqab con su vestimenta para las mujeres cada una a la usanza de sus países de origen; y viven en la City que no sería precisamente como tal sino fuera porque los grandes capitales árabes se han ido a refugiar a las flemáticas instituciones financieras desde que los aciagos hechos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos desencadenaron como respuesta una serie de invasiones, bombardeos y apoyo también a la llamada Primavera Árabe. 

El capital de los grandes sultanatos y riquezas árabes amenazados por las invasiones en Afganistán, Irak, luego las guerras civiles en Egipto, Libia y toda la inestabilidad en Medio Oriente ha ido a refugiarse a Londres, por eso es la City. 

Y esas familias árabes pudientes no sólo han trasladado su dinero a la capital británica también se han mudado a vivir para allá temerosos por la propia inestabilidad de sus respectivas naciones. El meollo es que el sirio que está pidiendo asilo, cruzando el océano (muchas veces dejándose la vida en él) es la clase media formada que vive de un trabajo como médico, dentista, profesor, periodista o ingeniero y carece de ingentes cantidades de dinero para engordar el caudal y la fama de la City… por eso mismo no tiene más cabida.

¿Va a derrumbarse financieramente Londres por el Brexit? No, no por todo el caudal de dinero árabe que tiene guardado en sus tripas; le afectarán otros aspectos más mundanos como las relaciones comerciales, las relaciones de negocios y el día a día que tiene que ver con los trabajadores, los estudiantes y los turistas. 

A COLACIÓN

            Yo últimamente creo que en la trama del Brexit existe un denodado interés por ocultar algo que no se quiere que vean ni los comisarios ni los supervisores europeos.

            ¿Operaciones sucias? ¿Lavado de dinero? ¿Cuentas abultadas en las instituciones financieras británicas? Por lo pronto, se espera un largo culebrón en el divorcio histórico.

            Para empezar la oposición laborista le exige a May respetar seis puntos: 1) Un sistema de inmigración justo para empresas y comunidades. 2) Protección de la seguridad nacional y persecución de los delitos interfronterizos. 3) Una relación fuerte con la Unión Europea. 4) Compromisos con todas las naciones y regiones del país. 5) Protección de los derechos de los trabajadores. 6) Asegurar los mismos beneficios que tiene ahora el país en el mercado común. 

            Mientras que desde la UE, las primeras facturas por cobrar  pasarán por muy posiblemente por echar abajo la fusión entre las bolsas de Londres y Fráncfort.  Además de un costo estimado en 60 mil millones de euros que Reino Unido deberá dar a la UE por su inminente salida debido a una serie de compromisos adoptados a mediano y largo plazo que ya no podrá refrendar más.  Y esto, querido lector, es nada más el comienzo…

 

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