¿Ladrillo o bolsa?

Con el paso del tiempo se ha ido flexibilizando que ciertos actores económicos como las personas y las familias entren a participar en títulos y acciones a través de los fondos de inversión que antes se encontraban en Casas de Bolsa y ahora fácilmente se  puede acceder  mediante un ejecutivo de cuenta en una institución de crédito, al menos así acontece en el caso de España. 

En Europa, las familias tienen cierta proclividad a participar en el mercado accionario hay quienes lo consideran como una opción para el futuro, un poco más allá del mediano plazo lo que significa meter una determinada cantidad de dinero en un fondo y dejarla “que se mueva” para volver a ocuparse de ella tres quinquenios después. 

Pero todo depende de la edad, de la aversión al riesgo y fundamentalmente de la necesidad futura –mediata o inmediata-, del dinero elegido para la inversión en bolsa. 

No es lo mismo hacerlo con 25 o 30 años que con 67 años y por ejemplo utilizar la cantidad del retiro pretendiendo maximizarla especulando en el mercado bursátil. Esto es aventurarse demasiado.

Concretamente para España, en los últimos años las tasas de interés en los pagarés, certificados y depósitos han caído estrepitosamente de hecho hay más bancos cobrando comisiones por la gestión de la cuenta que dando algún premio en réditos.

Ello ha obligado a los ahorradores y cuentahabientes a tantear otras alternativas para tratar de rentabilizar sus ahorritos y muchos han seguido el consejo de sus ejecutivos de banca: trasladar una parte hacia fondos de inversión que como sabemos pueden ser de distinta naturaleza desde más conservadores, mixtos hasta más agresivos en términos de especulación.

Y ha pasado lo que ha pasado que la incertidumbre y la inestabilidad llevan un tiempo haciendo de las suyas en el entorno internacional y esto le ha pasado factura a determinadas combinaciones de fondos, más a unos que a otros, pero ninguno está indemne.

Este año bisiesto ya se avizoraba complicadísimo pero nos dio muchas  otras sorpresas negativas  como la consumación del Brexit, esa desconexión nadie se la esperaba, en consecuencia ha colado mucho ruido y desesperanza. 

En sí  los mercados bursátiles se han tragado, como los sapos, un cúmulo de malas noticias fundamentalmente políticas con efectos desestabilizadores en lo económico y financiero; geopolíticos con el terrorismo y la guerra de Siria como bruma. Demasiados daños colaterales. 

No ha sido en consistencia raro observar que cientos de pensionistas y jubilados españoles acudan a cancelar sus fondos de inversión. Los inversores extranjeros tienen la mayor participación de la bolsa española, el 43.2% del valor del mercado y las familias poseen el 23.4% un porcentaje muy superior a la media de Europa. 

A COLACIÓN

            En el boletín “Balance del año bursátil”  elaborado por Bolsas y Mercados Españoles (BME) se hace alusión precisamente a las leves ganancias para los índices mundiales, destacando a Estados Unidos y a los mercados emergentes. 

            En noviembre, los índices de ámbito mundial terminaron dicho mes con ganancias anuales reducidas que oscilan entre el 3.8% y el 2.5% aunque en comparación con 2015  mejoraron levemente si consideramos que hace un año cerraron con ligeras pérdidas. 

            “Las bolsas europeas han acumulado hasta noviembre rentabilidades mayoritariamente negativas pero con una significativa dispersión a pesar  del mantenimiento del sesgo fuertemente expansivo de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE)”.

            En la particularidad de la bolsa española, el IBEX 35 termina en el mismo nivel con el que arrancó el año como consecuencia de la incertidumbre en el entorno internacional. El valor de capitalización de la Bolsa de Madrid es de un billón de euros. 

 

 

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