El Mercosur prescinde de Venezuela

Al presidente Nicolás Maduro le pilló la noticia rumbo a embarcarse hacia Santiago de Cuba y como respuesta emplazó a Tabaré Vázquez, mandatario de Uruguay, a un encuentro “cara a cara” a fin de dialogar al respecto de tan inevitable decisión.

Si Maduro sigue obstinado con emular a Hugo Chávez y Fidel Castro terminará incendiando el país bolivariano, el pueblo está harto por tanta carestía, cerrazón y persecución del Estado.

Por si a alguien le queda duda acerca del daño que provoca en los seres humanos vivir, convivir e intentar producir sin mecanismos de libertad y metidos bajo la camisa de fuerza y de sometimiento del Estado,  basta ver a Cuba y a Venezuela.

Sabemos que el mercado por sí solo no tiene una perfecta asignación de los recursos y para eso se puede echar mano de una delimitada intervención estatal como regulador –no invisible- para paliar las disrupciones socioeconómicas provocadas por multitud de factores y variables endógenas y exógenas. Pero de eso ha llegar al culmen del maxi-Estado que socava todas las libertades…

Asimismo, todo lo contrario a lo que se cree, el aislacionismo no es bueno  para ninguna economía mucho menos para sus ciudadanos, lo vimos en México por ejemplo con el modelo de sustitución de importaciones; desde luego, el país azteca no estaba precisamente aislado del mundo, pero  su política comercial y de aranceles dificultaba las relaciones internacionales básicamente porque su política industrial estaba orientada a  proteger a los empresarios e industriales locales que de alguna forma hacían lo que querían con el consumidor. 

El libre mercado y la libertad económica da opciones y elegir es bueno así como es sano competir, crear, proponer, inventar… todos son estímulos que en una economía cerrada y controlada desaparecen en cierto sentido, ¿para qué proponer y competir si en contrapartida NO habrá un premio por el  esfuerzo?

Venezuela debería verse reflejada en el grisáceo espejo de Cuba cuya transición política será igualmente de difícil que la de reconstruir y entretejer el andamio productivo-económico. Desde rehacer su sistema cambiario, de reservas, su encaje, la red de instituciones financieras dejar  el ocio, en muchas partes el trueque y en otras,   la industria protegida a la vera del castrismo. No es nada más cuestión de llegar e invertir.

A COLACIÓN

El año pasado la economía  venezolana cayó casi 10% y para este año el escenario tampoco pinta nada bien: el PIB en 2016 se estima caerá 8% con una inflación del 720 por ciento.

 El pueblo venezolano está cansado de padecer un deterioro generalizado en sus condiciones de vida, el próximo año cumplirán 18 años bajo el yugo del chavismo que obcecadamente ha sido perpetuado por Maduro.

Los anaqueles de los centros comerciales lucen en desabasto, a la gente le falta lo más básico en sus insumos alimenticios y hasta las hospitales públicos adolecen de  suministros médicos. 

En este incordio, Maduro ha recrudecido su brazo represor y opresor, los medios de comunicación internacionales van recogiendo testimonios de una dictadura que se ha hecho más cruda en la medida que colapsa económicamente.

Y si bien segundas partes nunca fueron buenas, el dictadorcillo vocifera en sus canales de comunicación  y adoctrinamiento que la expulsión de Venezuela del Mercosur es “un golpe más del imperialismo y de los enemigos”, una retórica cansina y pasada de moda.

En realidad, el  país sudamericano ha sido apartado porque no respeta los acuerdos internacionales signados en el papel, violenta los derechos humanos de sus ciudadanos y va de vaquero del viejo oeste con aires de matón de pocas pulgas.  Estamos hablando que  uno de los grandes países productores de petróleo está quedándose marginado por el rechazo de terceros países. 

Maduro tarde o temprano terminará asilándose en Cuba, quizá se convierta en guardián de las cenizas de Fidel en Santiago, a ver si los venezolanos logran quitárselo bien pronto de encima. ¿O acaso esperarán pacientemente  a la justicia de la parca?

 

 

 

 

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