Arturo Pérez-Reverte, dedica libros a sus cientos de seguidores en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara

En la fila había de todo. A decir verdad, eran dos filas: una, la de los penitentes fans que, a lo largo de dos horas, esperaron pacientemente el encuentro con su ídolo literario; otra, la de Control Público de los amables chicos de Servicio Social que, con una valla humana, contenían la emoción desbordante que se manifestaba entre los que estaban en la fila y los que se acercaban con curiosidad a ver qué reunía a tantas personas. A esto se añadían los paseantes del primer domingo de la FIL, que reconocían al también periodista y académico. “Es un rockstar de la literatura”, le dijo un chico a su amiga, divertido.

La cola cruzaba tres calles del Área Internacional y daba vuelta. A cualquiera podría parecerle desalentador esperar tanto tiempo para que su escritor favorito le firme el libro, pero no a ellos. Las edades variaban: desde muchachos de entre 23 y 24 años hasta personas mayores. Adriana Sámana llevaba El pequeño hoplita. “Es el único libro para niños que le trajeron a firmar”, dice orgullosa.

Otro de los volúmenes recurrentes en la fila fue “Hombres buenos”. Según Humberto Mayans, de Tabasco y asiduo visitante de la FIL, se trata de “la lucha entre cultura y la ignorancia”. Después de haber charlado unos segundos con el autor, confesó que Pérez-Reverte le había dado la razón en cuanto a que este es “un libro muy especial”.

Aunque también se tenía programado que el narrador sinaloense Élmer Mendoza —gran amigo de Pérez-Reverte— estuviera firmando libros, este no llegó. Pero para los seguidores del autor de La guerra civil contada a los jóvenes, eso sólo significó la oportunidad de llegar antes a saludar al escritor.

Para llegar a él, los lectores debían llevar uno de sus libros para ser firmados y debían tener una ficha para mejor organización. Calculamos que recibió alrededor de 200 personas (muchas de ellas con hasta cuatro títulos para que se los firmara). El ánimo de Pérez-Reverte fue todo el tiempo jovial. A todos los recibía con una sonrisa, firmaba su libro, intercambiaban palabras (en algunos casos se veía que mantenía breves charlas verdaderas con algunos afortunados) y volteaba para la foto, abrazando a cada uno de los triunfadores que lograron estrechar la mano de un autor al que admiran tanto.

Falcó, su nueva novela, publicada por Alfaguara, era, sin lugar a duda, la que más gente llevaba en la mano para ser autografiada, lo que habla de la amplia popularidad del narrador entre el público mexicano.

Ovín Muñoz, de 29 años, se bajó del podio algo eufórico, luego de que Pérez-Reverte le firmara La reina del sur y le preguntara si había visto la serie. “Vi la serie, me gustó y ahora voy a leer el libro porque siempre el libro supera a la serie”, a lo que el autor le contestó con una sonrisa: “La serie está bien hecha”.

Fuente: (fil.com.mx)

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