¿España hacia la ingobernabilidad?

Y es que la nueva batalla campal se anticipa no en las urnas sino en las curules del Congreso así como en las calles, la nueva legislatura es  complicadísima en primera porque el PP se ha quedado sin el contrapeso efectivo y absoluto del PSOE que permitía embridar el bipartidismo funcional en la joven democracia española.

Al no contar con él, España reinicia una nueva etapa histórica reconocida a partir del rostro de la multifragmentación en la que ninguno de los partidos tiene una cómoda mayoría hecho que en sí mismo les obliga a buscar acuerdos y consensos entre ellos para poder legislar.

El PP adelanta que pondrá todo de su parte para que no sea una legislatura corta sino todo  lo contrario; para Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid y miembro del PP, su partido pondrá lo que esté en su mano para construir puentes de entendimiento.

En ese tenor, el presidente Rajoy  ha ofrecido  mucho diálogo “con cada una de sus señorías” a fin de tener un gobierno estable y capaz de cumplir con sus compromisos con Bruselas.

No obstante, no todos los partidos están interesados en buscar un acercamiento parlamentario, las posturas van definiéndose con miras a los próximos dos o cuatro años. Mucho menos Pablo Iglesias, el revoltoso líder de Podemos que ya se ve liderando al bloque de la izquierda en el Parlamento español.

A COLACIÓN

España deberá refinar sus ingresos y gastos para 2017 cuadrarlos y adecuarlos con los requerimientos de Bruselas que sigue exigiendo austeridad y recortes así como el cumplimiento de los compromisos de objetivo del déficit fiscal del 3 por ciento.

                Entre los primeros desafíos inmediatos del nuevo gobierno y su gabinete económico figuran modificar el borrador del presupuesto y ajustarlo con un recorte de 5 mil 500 millones de euros equivalentes a una reducción del gasto de medio punto del PIB.

                El requerimiento de mayores ingresos y menores gastos con la posibilidad de proponer más y nuevos impuestos constituirá para el gobierno de Rajoy una tarea titánica de convencimiento en el Congreso… prácticamente imposible de conciliar.

                Como otros temas igualmente delicados en  los que él pide corresponsabilidad a las distintas fuerzas parlamentarias en pensiones, educación y financiación autonómica.

Hay además muchos pendientes legislativos, la última vez que el Congreso de los Diputados legisló fue el 29 de octubre de 2015 cuando fueron aprobados los Presupuestos generales; desde entonces ni una iniciativa ha sido discutida ni votada.

Por ende, la vuelta a la normalidad es un hecho bastante positivo, aunque ello no implica la posibilidad de desatascar fácilmente los pendientes legislativos; incluso, el flanco débil para el mandatario es precisamente  que cuenta con 137 escaños del PP y puede estrellarse con la derogación de reformas aprobadas en legislaturas pasadas pero consideradas como lesivas para las actuales fuerzas políticas.

La reforma de pensiones y la reforma laboral están en la mira del PSOE que tiene  85 diputados, así como de Unidos Podemos con 71 y de Ciudadanos que acumula 32 legisladores. Simplemente basta con que la socialdemocracia se entienda con la izquierda más radical y con dicha sumatoria  vetar, bloquear o contrarreformar.

Es decir, Rajoy requerirá de mucha capacidad de diálogo, conciliación y tono moderado no  nada más para defender las iniciativas que ya son leyes sino para cumplir con  Bruselas y sus reajustes.

Por lo pronto a los partidos políticos les interesa una reforma a la Constitución, educación, financiación autonómica y  el nuevo juego de fuerzas con los catalanes y ya con eso basta para que salten las primeras chispas.

 

 

 

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