Deutsche Bank mete miedo

La verdad, como economista, no sé a quién culpar por no corregir  a tiempo o tomar las previsiones necesarias para que en el mundo financiero y económico se evite la repetición del mismo desastre; impedir que suceda varias veces y en distintos períodos de tiempo. El famoso bucle… la espiral maldita.

¿Quién   es responsable de tanto desastre financiero? ¿Las autoridades? ¿Los  organismos internacionales? ¿Los respectivos consejos de administración? En definitiva me parece que por muchas reglas y normas prudenciales, de capitalización y  previsión de riesgos no es suficiente para evitar un futuro cataclismo financiero.

Hace poco más de ocho años parecía de ciencia ficción que un banco de inversiones como Lehman Brothers quedase reducido a la nada, pero la realidad no es enseñó que no hay infalibles.

Ahora, en pleno 2016, los rumores ciernen sobre de la situación contable de un gran banco de inversiones global como lo es el alemán Deustche Bank que recién anunció el despido de más de mil trabajadores en Alemania.

Y  éste no es un tiburoncito como lo era Lehman se trata de una ballena tan grande pero tan grande que, de cristalizarse un colapso, arrastraría a todo el planeta a algo todavía más profundo y duradero en magnitud respecto de la crisis de 1929 y la Gran Recesión desatada entre 2007 y 2008.

El meollo es que dicha institución fundada en el año de 1870 en Berlín tampoco es infalible ni siquiera porque está catalogada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) como banco sistémico lo que significa que es demasiado grande para dejarla caer “too big to fail, too big to fall”.

Aunque el FMI por sí solo lo clasifique de sistémico eso no implica que no corra riesgos intrínsecos a su actividad ni que deje de estar exento de los embates propios de la globalización porque además sus activos y pasivos desparraman por todo el orbe.

En los últimos meses el miedo al cuerpo llega directamente de sendos rumores en torno a la salud financiera del gigante germano, algunos  cuestionando inclusive su liquidez y solvencia.

De ser verdad (puede ser una guerra informativa emanada desde Estados Unidos para perjudicar a Europa), me pregunto entonces dónde diablos están las autoridades supervisoras, de qué sirven todos las quiebras anteriores para prevenir precisamente que no sucedan otras inmediatamente.

La fuente de datos emana desde la Unión Americana  esgrimiendo una investigación a la filial del Deustche Bank en suelo estadounidense en torno a posibles alteraciones contables llevadas a cabo por el grupo alemán para disfrazar varios años de pérdidas… un boquete de más de 12 mil millones de dólares por  operaciones con derivados.

Esto ha puesto todos los focos de atención y de alarma histérica encima de dicha institución porque de ser verdad, de confirmarse la especie, implicaría un cataclismo financiero encima. No bastaría con que el Gobierno de Angela Merkel saliese a rescatarle para evitar  su desplome.

A COLACIÓN  

            ¿Quién tiene la culpa? No entiendo para que existen tantas normas, reglas y supervisiones a los bancos si no son capaces de detectar  este tipo de prácticas y máxime con referencias en el pasado.

            La actividad de una institución de crédito es fundamental en la economía es delicadísimo el tema de una bancarrota porque su efecto en la macro y microeconomía, su onda expansiva, es directamente proporcional al tamaño del banco.

            Aquí sí que el tamaño importa y muchísimo. Entre más grande es la institución de crédito su impacto lo es igualmente, entonces el Deustche Bank que está presente en casi todos los países provocaría un efecto dominó muy dañino.

            Yo me pregunto cómo el FMI, el Comité de Basilea y otros organismos internacionales siguen permitiendo la concentración de poder económico y financiero en unos cuantos grupos privilegiados  convertidos en verdaderos entramados  de suprapoder territorial.

            En la teoría económica se ha condenado  la creación de monopolios, duopolios, oligopolios y cárteles financieros; se nos ha enseñado que la concentración de poder y tamaño es negativa. Y yo añadiría peligrosísima.

 

 

 

 

 

 

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