El descalabro del TTIP

Parece que en esta temporada no nada más Estados Unidos se juega sus próximos cuatro años de política interna y externa sino también muchos países podrían verse impactados en sus relaciones con la Unión Americana sobre todo si el que llega al poder es el descocado de Donald  Trump.

            Trump además del extenso muro en la frontera con México (que él ya construyó en su imaginación) también desearía echarle mano a varios tratados en vigor porque en su muy limitado juicio perjudican a la nación americana.

            Claro uno muy a la mano es precisamente el NAFTA-TLCAN con Estados Unidos, Canadá y México, a la que el émulo de Hitler se ve desconociéndolo de un plumazo.

            Pero no se crean amigos lectores que el único desatino del candidato republicano pasa por descargar toda su fobia hacia México y los mexicanos tampoco es que quiera mucho que digamos a los europeos al menos congenia con los británicos a los que felicitó por encerrarse en su muralla de nacionalismo recalcitrante, tras lo del Brexit.

            Lo que se va a quedar entre corchetes es el esfuerzo del presidente Barack Obama por sacar avante un enorme acuerdo comercial con la Unión Europea (UE) me refiero al Tratado de Libre Comercio e Inversión (TTIP) al que -por ahora-  el tiempo de la negociación rebasó…y las ganas.

            El fin de semana pasado, Sigmar Gabriel, ministro de Economía de Alemania, emitió su opinión al respecto de las negociaciones “han fracasado” lo que desde el punto de vista de los germanos, los más entusiastas en alcanzar el acuerdo con los estadounidenses, es un síntoma muy negativo tanto en el presente como en el porvenir de las relaciones  con el otro lado del Atlántico.

            Si gana Hillary Clinton las elecciones del próximo 8 de noviembre demorará tiempo en relanzarse la negociación del TTIP porque primero la UE deberá  sacar a los británicos del conglomerado. Hay que sacarlos del papel, de las cláusulas, de todos los legajos legales vigentes y también de facto.

            Pero si gana Donald Trump las elecciones, lo más problable es que él  busque un acuerdo con los británicos y deje por la paz sumarse a un mercado de tan gran calado como el TTIP. Trump tiene una visión mucho más supremacista y localista que Clinton.

A COLACIÓN

            El PIB de la UE depende en gran medida del comercio y la exportación, por lo que un acuerdo con Estados Unidos “bien diseñado” podría impulsar la contribución de la industria al PIB comunitario del 15% al 20% en 2020, al permitir a las empresas europeas, especialmente las pequeñas y medianas, así como las microempresas, entrar en un mercado de 850 millones de consumidores.

            Han pasado cuatro años de intensas negociaciones, el presidente Obama quería cerrar con broche de oro su mandato de ocho años celebrando la firma del acuerdo con los europeos pero el camino entre dos bloques proteccionistas como son los estadounidenses y los europeos no ha sido para nada sencillo.

            A la fecha existen más de 200 enmiendas  planteadas por los eurodiputados para el TTIP la mayoría están focalizadas en el renglón agrícola y en su transformación industrial.

            Hace unos meses los  eurodiputados plantearon la posibilidad de incluir una cláusula de salvaguarda reservando el derecho a cerrar los mercados a ciertos productos en caso de incrementos de la importación que supongan un grave riesgo para la producción local de alimentos.             También sugirieron que Estados Unidos levante la prohibición a la importación de ternera europea.

            Asimismo están los energéticos. Renglón además delicadísimo porque la Unión Americana ahora que tiene la fortaleza energética como productor, exportador y gran acumulador de reservas pretende convertirse  en el abastecedor número uno de hidrocarburos de los europeos ante la mirada recelosa de los rusos que son precisamente los que ostentan  parte del mercado del llamado viejo continente.

            En este sentido, los eurodiputados solicitaron que el texto del acuerdo fuese lo más claro posible a fin de abolir “las restricciones vigentes o los impedimentos a la exportación de combustibles incluido el gas natural licuado  y el petróleo” entre la UE y Estados Unidos  para contribuir a la seguridad energética de la Unión y reducir los precios. El meollo es que el acuerdo se queda como está en el papel, lleno de corchetes y paréntesis…hasta nuevo aviso más bien presidente.

           

 

 

 

 

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