Frankenstein bancario

Además tiene la peculiaridad de abordarse desde diversas ópticas a mí en lo personal me seduce la forma en cómo el capital financiero ha prohijado las grandes transformaciones políticas de nuestro tiempo.

Si el capitalismo tuvo como principio la acumulación derivada del  oro, la plata,  las  riquezas y los granos; el capital financiero tiene en la usura su máxima expresión.

La avaricia mantiene viva la llama del capitalismo económico y el agio hace lo propio con el capitalismo financiero. No podría concebirse que una institución de crédito dejase de prestar dinero o bien de recibir los ahorros de los depositantes.

En medio de esa actividad, la de recibir el dinero de otros para luego prestarlo a terceros, subyace un premio en forma de interés; las tasas de interés activas que cobran los bancos como acreedores a  sus clientes por los  diversos préstamos concedidos y las pasivas pagaderas a los ahorradores.

Es verdad que la gran Banca de hoy en día vio su esplendor  primigenio en Italia con los Médicis  y los Pazzi (la otra gran familia toda poderosa competidora de los banqueros de los papas y la monarquía) pero a diferencia del pasado,  la actual está llena de tumoraciones  y cada vez desvirtúa más su esencia motriz en una economía cambiante.

Para comenzar otrora un banco significaba un garante de seguridad para las personas que además de su dinero depositaban en éste su confianza.  Había mayor fiabilidad ante los ladrones y la inseguridad junto con el atractivo de recibir el pago de un interés neto por dicho ahorro.

Pero el historial de quiebras bancarias desde la década de 1990 a la fecha desdibuja una realidad aplastante: sí un ahorrador puede ser víctima de un banco, perder su dinero si la institución quiebra por diversas circunstancias.  Islandia es quizá el lumen de las bancarrotas.

No en todos los países opera un sistema de garantía de depósitos, en el caso de México antes de la devastación económico-financiera desatada tras la crisis de finales de 1994, los bancos garantizaban al cien por cien todos los depósitos.

Desde entonces el paradigma cambió, por ley están protegidos los ahorros por cliente y banco hasta por 400 mil Udis -cerca de dos millones de pesos-; en España se cubre hasta  100 mil euros por cliente y banco según la normativa de la Unión Europea (UE) y en Estados Unidos hasta 250 mil dólares por cliente y banco.

A COLACIÓN

Los bancos quiebran y también pueden instrumentar corralitos esa medida lamentable para evitar  el colapso de una institución ante la desconfianza de la gente y que puede acontecer por múltiples factores no siempre adyacentes al quehacer propio de la actividad.

Hemos visto corralitos en Argentina y en Grecia igualmente en Gran Bretaña, ese país del primer mundo, después del Brexit varias sociedades operadoras de fondos de inversión aplicaron un corralito a sus clientes.

Así es que imagine que usted lleva  su dinero a un banco buscando seguridad, certeza y  tranquilidad a futuro,   y  vamos a decirlo, obtener réditos atractivos por el esfuerzo pecuniario.

Los usuarios nos estamos encontrando con actitudes poco agradables, muy desmotivantes hay  un mayor costo por ser cliente, por la gestión de la cuenta y la administración de los recursos que el incentivo del premio por guardar allí el dinero.

Y el futuro puede ser todavía más desalentador porque la  férrea idea de algunos bancos centrales de apuntalar la recuperación económica con tasas de interés cero o inclusive negativas, trasladando el costo directamente a nuestros bolsillos, podría ser un Frankenstein recurrente eso sí las consecuencias de tal desaliento todavía se ignoran pero  el Banco Central Europeo (BCE) sigue obstinado.

En Alemania, el Raiffeisenbank Gmund & Tegernsee, trasladará a sus clientes un cobro directo por tener su dinero en custodia, al banco le sale más cara la administración que la rentabilidad obtenida por ésta; las tasas de interés activas y pasivas están muy manoseadas con diferenciales castigadísimos los bancos se estén volviendo too lazy y eso en finanzas es muy peligroso.

 

 

 

 

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