Los juegos del desastre

Vamos a poner en un corchete a los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972 porque fue un lamentable atentado terrorista lo que ensombreció la competitividad  e hirió el espíritu del deporte, después de este negro episodio, en mi corta memoria no recuerdo otro desastre contemporáneo como el de los Juegos Olímpicos de Río 2016.

En Brasil se ha concentrado un caldo de cultivo que desluce aquellas lágrimas de Luiz Inácio Lula da Silva cuando in situ -y todavía siendo presidente- se enteró del notición favorable al país carioca como sede de las olimpiadas.

Había que hacer mucho trabajo en casa: remozar, construir, reconstruir, habilitar y acondicionar cada uno de los sitios para proporcionar todas las facilidades a los huéspedes deportivos y sus respectivos entrenadores.

¿Qué te ha pasado Brasil? Miles de deportistas de todas partes del mundo van arribando en delegaciones de diversos tamaños encontrándose un panorama desagradable: más de la mitad de los edificios con los departamentos para albergar a los atletas en la Villa Olímpica están inconclusos.

“El Comité Organizador de Río 2016 admitió que todavía se necesitan reparaciones en 19 de las 31 torres de apartamentos”, difunde la prensa internacional.

Ante el estupor, algunas delegaciones como la sueca y la australiana (entre otras más) han decidido trasladar a todos sus deportistas a hoteles, es decir, en lugar de concentrarse y guarecerse en un mismo sitio estarán desperdigados  como si la seguridad carioca fuera  su flanco fuerte cuando más bien es el débil.

Ha llevado carrera de desastre y amenaza con recrudecer la crisis política y colateralmente la económica padecida por los brasileños que azorados han visto  como una calamidad ser los organizadores si resumimos los últimos acontecimientos: han tenido un cisma político, el impeachment  a Dilma Rouseff motivó que el Senado la apartase de la Presidencia; el virus del Zika aunado a los casos de microcefalia y otras consecuencias todavía desconocidas es un mal incontrolable; por mucho maquillaje externo las favelas siguen siendo consideradas subterfugio de la delincuencia y de las redes del narcotráfico; el país brilla por sus homicidios, la inseguridad, el caos social y la violencia; el New York Times en uno de sus editoriales advirtió del peligro de enfermar para los nadadores en liza “nadarán prácticamente en mierda humana” ello debido a la contaminación de los lagos.

Para corolario, a todo lo interno, se cierne el amago externo del terrorismo yihadista más el de cualquier otro loco con los cables cruzados que le dé por suicidarse masivamente.

Y por último, no crean que obviaré, el escándalo de los rusos y sus dopajes estrellas. Aquí se demuestra el poder de Vladimir Putin en la esfera global sus atletas debieron quedarse en casa, sin competir. Si esto le hubiese pasado, por ejemplo, a  El Salvador la decisión del Comité Olímpico sería implacable. 

A COLACIÓN

Esto anticipa una hecatombe para desquebrajar la endeble gobernalidad del país carioca sumido entre casos de investigaciones por corrupciones de sus políticos y funcionarios, mangantes con Petrobras; pero tampoco  queda inerte la organización de los juegos. ¿Dónde está el dinero destinado para su consecución? ¿Por qué a siete días de  la inauguración oficial hay tantas obras inacabadas?

En su momento Lula da Silva disputó con mucho ahínco obtener para su país  el double match de en tiempo récord celebrar el Mundial y después las Olimpiadas; y lo obtuvo.

El escenario de entonces era de un Brasil posicionado en el despegue económico y con toda la atención de los reflectores internacionales tanta gente masiva visitándolo, implicaría beneficios directos tanto para la macroeconomia como la microeconomía. 

Ahora resulta que ni lo uno ni lo otro, que para el Mundial se sobreexcedió el gasto  y para las Olimpiadas se ha presionado  tanto al presupuesto que Río de Janeiro podría declararse en quiebra técnica por las dificultades financieras. Total que los beneficios esperados se diluyen en medio de sendos perjuicios.

 

 

 

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