La muestra “Máscaras Mexicanas, Simbolismos Velados” se presenta en el “Palacio Cantón” de Mérida

La importancia de este objeto en el México prehispánico, virreinal, moderno y contemporáneo, es el hilo conductor de la muestra que recorre tres mil años de esta tradición a través de 157 piezas procedentes de diversos museos y acervos nacionales.

Cada uno de estos elementos que cubren el rostro, tienen para el hombre un poder de transformación, que no sólo cambia su aspecto físico sino también el psicológico, refiere la curadora Sofía Martínez del Campo Lanz. “En todas las culturas ha servido para vincularse con la naturaleza y honrar a las deidades. La persona que la porta adquiere ciertas cualidades que de otra manera no tendría. Un ejemplo son las máscaras de rasgos zoomorfos, que utiliza para adueñarse de las características de un animal”.

Organizada por la Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la muestra se presentó previamente en la Galería de Palacio Nacional, en la Ciudad de México; ahora busca cautivar al público del sureste del país con la incorporación de nuevas piezas de la colección del museo sede, y que se integran en cuatro ejes temáticos: La máscara, pensamiento universal; La máscara, el rostro de la deidad; La máscara, el rito y la fiesta, y El arte y la máscara.

A manera de introducción, el primer eje exhibe máscaras zoomorfas, antropomorfas y funerarias de diversas regiones del mundo, que aluden a las primeras mitologías en las que animales y plantas eran reverenciados debido a que la subsistencia del hombre dependía de ellos. Se incluyen varias de rostros fantásticos utilizadas en complejos ritos agrícolas, iniciáticos, festivos y funerarios.

Ejemplo de ello, es una máscara de venado, de la comunidad de San Mateo o San Dionisio del Mar, en Oaxaca, hecha con madera y piel de venado, procedente del Museo Nacional de Antropología. Este tipo de objeto se utiliza hasta la fecha en diversas danzas ceremoniales de fertilidad.

En el segundo eje temático se presenta la máscara prehispánica como medio para hacer visible el rostro de los dioses, así como relieves y figurillas que muestran a los antiguos gobernantes, nobles o sacerdotes portando la máscara e indumentaria de las deidades durante los rituales de personificación.

En este caso, muchas de las divinidades eran representadas con máscaras para poder comunicar su carácter sagrado, y algunas de ellas retoman expresiones derivadas de animales, por ejemplo, las serpientes visibles en las máscaras Tláloc, de la cultura mexica, hechas en cerámica modelada y pigmento azul y negro, encontradas en la Ofrenda 106 del Templo Mayor (1502-1520 d.C.); en ellas, la serpiente —símbolo de agua y fertilidad— conforma la nariz, las anteojeras y el labio superior.

Asimismo, se incluyen las máscaras de madera tallada de Chaac, del periodo Clásico (200-900 d.C.), recuperadas en el cenote de Chichén Itzá, y que fueron ofrendadas a esta deidad de la lluvia y el relámpago para obtener cosechas abundantes.

Otro ejemplo es la máscara funeraria de la Tumba 5 (600-900 d.C.), de la Estructura CA-3, Grupo Ah Canul, de Oxkintok, Yucatán, que representa al dios del maíz foliado, pero con la fisonomía del gobernante para quien fue elaborada. Su imagen corresponde a la de un hombre mayor con deformación cefálica y asimetrías óseas en ambos lados del rostro. Esta pieza y las máscaras de Chaac proceden del Museo Regional de Antropología, Palacio Cantón.

El siguiente eje temático alude a la fertilidad agrícola en la tradición virreinal, con máscaras e indumentaria que han sido utilizadas en rituales y danzas ceremoniales y festivas en las regiones de México, y que son el resultado del mestizaje entre las culturas indígenas, europea y africana.

En este apartado, dicho objeto adquiere un poder transformador de la sociedad, como ocurre con las danzas de Semana Santa en Sinaloa y Sonora, donde los jóvenes coras, en un tradicional rito de iniciación, se pintan el cuerpo y cubren su rostro con piezas de cartón aglutinado y policromado que representan a los ancestros. Este es uno de los simbolismos velados que guardan las máscaras mexicanas.

En esta sección destacan las máscaras de Abraham e Isaac, de los siglos XIX y XX, hechas en madera tallada y que son parte fundamental de la fiesta que algunas comunidades mayas de Yucatán y Quintana Roo celebran durante la Nochebuena. Para ello, en el atrio o el interior de la iglesia, un coro de fieles entona en maya y español el Canto de los pastores, mientras los Señores o Abuelos con máscaras de Abraham e Isaac sostienen una vela y danzan para proteger al Niño Dios del diablo o Kakasbal, que acecha para impedir que nazca. Las piezas también pertenecen al acervo del Palacio Cantón.

En la parte final de la exposición se exhiben diversas obras modernas y contemporáneas, en las que las máscaras son transformadas en expresiones artísticas. En ocasiones aparecen como un ejercicio etnográfico o como un elemento de vida y muerte, para despertar el interés en las costumbres ancestrales o asombrar al público con sus increíbles formas y materiales.

Piezas de artistas como Francisco Toledo, Germán Cueto, Marcos Kurtycz y la instalación de Pedro Lasch Espectro indígena/ Espejo Negro, con obras del autor y del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, concluyen el recorrido por más tres mil años de historia de la máscara mexicana.

La muestra se presenta en el Museo Regional de Antropología, Palacio Cantón. Horarios: martes a domingo, de 9:00 a 17:00 horas. Entrada general, 55 pesos. Los domingos la entrada es gratuita para público mexicano y extranjeros residentes con credencial oficial.

Fuente: (INAH)

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