El equinoccio de los Castro

Esto no es una reconciliación cualquiera, es quizá la prueba fehaciente de cómo dos antagonistas terminan vencidos por las circunstancias del tiempo. Los dictadores también tienen su fecha de caducidad.

A diferencia de otros autocrátas, Fidel Castro ha corrido con mucha suerte en una isla fuera de época habitada por 11 millones de personas sujetadas por varias generaciones a vivir con cartillas de racionamiento; una precariedad socialmente palpable al interior de una economía vertebrada desde el Estado.

Hay que decirlo con todos sus bemoles: la iniciativa empeñosa y decidida del presidente Barack Obama de defender en el Congreso de Estados Unidos el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana con todo y las amenazas de veto de los republicanos,  tiene a Castro o más bien al régimen político dictatorial de los hermanos Castro a sus principales beneficiarios.

Hoy Obama arriba a una foto con la Historia y lo hace en una nación que requiere reconstituirse  a fondo desde el tema de los derechos humanos, la inserción de su aparato productivo en una economía de mercado; la desregulación de las empresas públicas y la liberalización de las fuerzas de la economía. 

Asimismo permitir que la acumulación privada y la competencia sean los dos pivotes para detonar una economía de mercado, habrá que realizar toda una revolución económica para remover las anquilosadas estructuras de una economía casi de trueque en la región azucarera.

El mandatario estadounidense llega a un régimen que da sus estertores al ritmo de sus agotados y pusilánimes gobernantes golpeados por el cansancio y las ojeras de la vejez.

Fidel gobernó  desde 1965 hasta 2011,  cuando los achaques y enfermedades le vencieron decidió pasarle la estafeta del poder a su hermano de sangre: Raúl.

Y ha sido esa tarea delicadísima de una transición pacífica lo que ahora tiene a Obama avalando a un país que debe asegurar elecciones,  apertura política, valía de derechos humanos;  libertad a los presos. Realizar toda una serie de gestos para que la nueva política se gane también la confianza de los inversores.

Porque son inversiones, dinerito, dólares a raudales lo que requiere Cuba como un oxígeno para las nuevas generaciones; son los Millennials y su nueva forma de concebir el mundo y entramado de  relaciones los que están provocando otro tipo de revoluciones digitales pero no menos silenciosas.

A esas nuevas generaciones hay que darles lo que sus abuelos y padres no conocieron, en la medida que los cubanos obtengan un poder adquisitivo eso mismo detonará el comercio y la demanda traerá consigo productos, mercancías, servicios y por ende empleo. 

A COLACIÓN

Serán dos días de gestos, simbolismos, fotos de Obama estrechando las manos de Raúl; del inquilino de la Casa Blanca en la Plaza de la Revolución con la imagen gigante del Che, la figura más venerada por los cubanos.

Este encuentro histórico rompe finalmente el bloqueo más largo impuesto por un país a otro (desde 1960) en un camino que ha atravesado por sendas etapas de oscuros y rispideces. 

Pero si el tono de lo comercial y lo económico ha sido glacial ni qué decir cuando Cuba casi nos lleva de la mano a una Tercera Guerra Mundial con la conocida crisis de los misiles cuando a Fidel se le metió entre ceja y ceja convertirse en base aliada soviética algo que puso a la CIA, el Pentágono y por supuesto a los Kennedy en uno de sus más delicados momentos. 

Si bien la Guerra Fría cayó a golpe de mazo con el desmantelamiento del Muro de Berlín en 1989 me atrevo a decir que  hoy terminan por completo las rémoras de la Guerra Fría con la reconciliación del continente americano porque querámoslo o no todos los latinos, en determinado momento de nuestra vida, caímos seducidos por la retórica de Fidel, por su voz antiimperialista. Hasta que, hasta que una mañana de primavera nos fuimos de viaje a su isla…

 

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