“Cinco mil años de escritura. Signos y símbolos del poder de las palabras”, reúne cerca de 300 piezas originales que dan cuenta de su historia

La muestra, inaugurada la víspera, reúne cerca de 300 piezas originales que dan cuenta de cinco siglos de escritura en el mundo, que constituyen testimonios invaluables de las distintas formas de escritura desarrolladas por la humanidad desde que comenzó a expresar ideas a través de signos y símbolos. 

El recorrido está organizado de manera cronológica en cuatro temas, el primero es La Protoescritura: permite apreciar algunos símbolos ideográficos de los petrograbados de la Zona Arqueológica Boca de Potrerillos, uno de los sitios con arte rupestre más importantes del país, a través de una selección de piezas que forman parte del acervo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Son ocho petrograbados e igual número de piedras incisas (versiones portátiles de petroglifos grabados en rocas de mayores dimensiones imposibles de transportar). Se exhibe una colección de herramientas de piedra con las que se trabajaban los petrograbados, puntas de flecha y proyectiles. Las piezas arqueológicas están acompañadas de 20 fotografías de aspectos de ese lugar, donde el tiempo no ha borrado las inscripciones gráficas en miles de piedras que se mantienen como páginas de libros primitivos. 

El Nacimiento de la Escritura: Mesopotamia, Egipto, Oriente y Mesoamérica es el segundo tema, y aborda la evolución de los símbolos hasta formar frases expresadas en jeroglíficos trazados en diversos materiales, como la arcilla en Mesopotamia o el barro en Mesoamérica.

En este apartado, el público verá tablillas sumerias del periodo 2000-1800 a.C., procedentes de Babilonia y sellos con escritura cuneiforme de Mesopotamia elaborados en 3300 a.C. Se aborda el momento en que el hombre usó la cerámica como medio de expresión para comunicar la cosmogonía de una cultura y expandir su ideología mediante recipientes grabados con discursos. Aquí se aprecia un par de vasijas y un vaso maya repletos de mensajes. 

El tercero se refiere al surgimiento del alfabeto y toca a Grecia, Roma y pueblos del islam. En sus vitrinas exhibe libros sagrados, manuscritos y pergaminos. Entre las reliquias sobresale un texto arameo en pergamino del siglo I a.C., elaborado en Judea; corresponde al inicio de la escritura con fonemas. 

Manuscritos persas de la India y Birmania, un pergamino en latín, un Corán en escritura masnavi (islámica) del siglo XV y un rollo con caracteres chinos del siglo XIII, con pensamientos de Lao Tse, filósofo creador del taoísmo, ofrecen una muestra de la escritura en diversas lenguas y con distintas caligrafías. 

El doctor Carlos Jiménez Ramírez, curador de la exposición, conjuntamente con Gina Ulloa Cristóforo, directora del Museo Regional de Nuevo León, El Obispado, explica que hasta el siglo V la gente sólo tenía acceso a las letras por medio de las monedas, de ahí que eligió una amplia colección de este tipo de piezas para dicho apartado: monedas visigodas del siglo V-I a.C.; de Ptolomeo III del siglo III a.C., correspondientes al periodo helenístico de Egipto; al-Ándalus del imperio musulmán (año 711); bizantinas del siglo IV del imperio romano; greco romanas de Alejandría, de los siglos II a III, y chinas del siglo III a.C., entre otros numerarios.

Cuando Gutenberg unió en un soporte las letras del alfabeto con tipos móviles concretó la imprenta, y dejó abierta la posibilidad de poner la cultura al alcance de todos. El recorrido museográfico continúa con una rica selección de incunables y primeras ediciones de obras que por su contenido político, científico, artístico o filosófico son emblema en el desarrollo del pensamiento y las humanidades. 

El primer impreso de Tratado de Homeopatía, editado en Salerno en 1496; Comentarios a la Guerra de Las Galias, de Julio César, hecho en 1498 en Basilea; y El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, publicado en París en 1553, son tres incunables que dan testimonio del primer paso en la producción de libros, cuando los impresores trabajaban de manera artesanal y fabricaban sus tipos, elaboraban el papel, manipulaban la prensa y encuadernaban sus textos en los que algunos ponían su huella personal. 

Otras obras que se pueden disfrutar en Cinco mil años de escritura son: Retórica, de Marco Tulio Cicerón, edición de 1578 elaborada en Lyon, Francia; El origen de las especies, de Charles Darwin, publicada en 1860 en Nueva York; y la primera impresión de Los miserables, de Víctor Hugo, hecha en 1862, en Leipzig. 

La directora del Museo Regional de Nuevo León, Gina Ulloa, explicó que la exhibición busca que frente al auge de las plataformas digitales, el público no se olvide del libro. Es así que el recorrido pasa por la máquina de escribir y se detiene en la invención de la computadora. 

“Dado el perfil educativo del recinto, al final del recorrido museográfico se instaló una mediateca con gran cantidad de libros sobre la historia de la escritura para que el público infantil continúe su aprendizaje, y se prepara un programa de visitas especiales para las escuelas”. 

La exhibición Cinco mil años de escritura. Signos y símbolos del poder de las palabras es una invitación a descubrir la magia de la escritura y la belleza de los documentos antiguos, pero también un regalo de aniversario a la mirada de los amantes de los libros. Permanecerá abierta hasta el 30 de junio próximo en el Museo Regional de Nuevo León El Obispado (calle Rafael José Verger s/n, Obispado, Monterrey, Nuevo León). Entrada gratuita.

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