Y es que su atractivo no amaina es más logra un plus en circunstancias en las que Brasil ralentiza su crecimiento, Venezuela se subsubme en una vorágine de parálisis y hasta Colombia pierde un poco de su lustroso brillo.
No, no todas son malas noticias para la posmoderna economía mexicana siempre presente en los titulares de los medios de comunicación globales esta vez lo hace significativamente en Europa para brillar como uno de los países mejor valorados para la internacionalización ultramar del capital ibérico.
El país azteca se reposicionó de manera férrea en la mente del empresario español que encontró precisamente afuera el mecanismo para compensar el golpe interno de un larga crisis de la economía española que estalló en 2008 tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.
La caída de la demanda interna, la contracción en los niveles de consumo y que las familias decidieron aprovisionar más que gastar así como pagar deudas afectaron directamente los estados contables de todas las empresas, de todos los tamaños.
Fue la repartición de la cesta de inversiones en la geografía mundial lo que permitió a muchas sobrevivir y América Latina se constituyó en el salvavidas idóneo; por supuesto, con México aunque Brasil llevaba años que le había metido al desván del olvido.
No obstante, los constantes problemas económicos más acentuados desde el Mundial de 2014 en Brasil, han reposicionado a nivel regional a la economía azteca para lograr la máxima valoración posible tanto para el capital ibérico que ya está en sus entrañas como para las nuevas empresas que eligen potencialmente entrar al continente americano con México como epicentro.
En esta nueva oleada son las pequeñas y medianas empresas, Pymes, españolas las que están apostando fuerte y decididamente por asentarse en territorio mexicano, según revela el informe “2016: Panorama de la inversión española en Iberoamérica”.
Por orden de preferencias destaca, en primer lugar México seguido de Colombia, Brasil, Chile y Perú; las empresas españolas los eligen para realizar inversiones expandir su negocio y abrir su compuerta hacia el exterior.
Según se desprende del estudio presentado en Madrid en la Casa de América por Juan Carlos Martínez Lázaro, autor del compendio, en 2015 el 74% de las empresas españolas tenían en sus planes aumentar sus inversiones en Iberoamérica; un 20% mantenerlas en firme y un 6% reducirlas.
Para las previsiones en la materia para 2016, un 77% de las empresas españolas incrementarán sus inversiones en la región; un 17% las mantendrán frente a un 6% que las reducirán.
No obstante que América Latina y el Caribe tienen expectativas negativas en su PIB, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) la región se contraerá -0.3% tal y como lo hizo el año pasado; hay un espaldarazo del capital ibérico dado que considera que existe un interesantísimo mercado interno, una expansión de los niveles de consumo y una clase media que va ensanchándose.
Para Brasil, el escenario es igualmente negativo su PIB cayó -3.8% en 2015 y para este año el FMI pronostica una caída del 3.5%; en cambio México se sigue evaluando positivamente, su PIB creció 2.5% en 2015 y la estimación para este año dirige hacia un crecimiento del 2.6 por ciento.
A COLACIÓN
Aunque hay una situación económica difícil este año, “no obstante las empresas españolas ubicadas en la región no piensan replegarse, la mayoría aumentarán sus inversiones en 2016 aunque estén muy pendientes de la evolución de la economía regional, mundial y de algunos procesos electorales. Los porcentajes son muy similares a los del año pasado”.
Sabemos que la coyuntura actual no ayuda máxime dentro de un contexto marcado por una inestabilidad en los commodities, con vaivenes en los petroprecios trastornando no únicamente a las empresas privadas o paraestatales sino también a los presupuestos de buena parte de los países monodependientes de la exportación del insumo energético.
De acuerdo con el documento de referencia, México y Panamá seguidos de Colombia, Chile y Perú son los países que disfrutarán de un entorno económico más favorable; sin embargo, en su conjunto el mosaico no verá luz al final del túnel.