“En busca de la Pompeya mexicana. Las exploraciones de Leopoldo Batres en Teotihuacan”, libro de María del Pilar Iracheta, que revalora el trabajo del arqueólogo

Durante la presentación del libro En busca de la Pompeya mexicana. Las exploraciones de Leopoldo Batres en Teotihuacan, 1905-1910, de María del Pilar Iracheta Cenecorta, realizada en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, la titular del INAH subrayó que se requiere de todas las voluntades para trascender intereses y poner en vigor el patrimonio cultural antiguo.

En la llamada “Ciudad de los Dioses”, recordó, inició el camino de la antropología mexicana moderna, con los estudios integrales de Manuel Gamio, cuyos antecedentes históricos fueron los trabajos de Leopoldo Batres y Huerta, quien estableció las leyes esenciales de la investigación arqueológica.

El arqueólogo observó que sería Teotihuacan donde se pondrían en juego los primeros ejercicios serios de una ciencia que entonces se debatía entre la aventura exploradora y la depredación inconsciente.

La publicación, editada por el Fondo Editorial Estado de México, redescubre la memoria de un hombre de genio, trabajador casi hasta la obsesión y polémico hasta la temeridad, pero cuya vasta influencia debe ser nuevamente evaluada, consideró Teresa Franco.

“La autora revisa los avatares de Leopoldo Batres “desde la perspectiva de la historia de la arqueología en México”, panorama con un horizonte que distaba de ser romántico y confrontaba muchos retos, desde los conflictos por las tierras que cubrían la secreta ciudad antigua hasta las diferencias en las concepciones metodológicas y de propósitos de la novedosa arqueología científica.

María del Pilar Iracheta entrega un compendio de sus pesquisas en archivos públicos y privados, que reflejan un serio y meticuloso examen sobre los fundamentos de la ciencia arqueológica en México, así como de su aprovechamiento como instrumento para reforzar los sentimientos de identidad nacional, en el marco de la estabilidad y la pax porfiriana, y sus aportaciones al conocimiento de las culturas antepasadas”.

Los numerosos enigmas de Teotihuacan continúan azuzando tanto el interés de los especialistas del propio INAH, como el de las más renombradas instituciones académicas nacionales y extranjeras, como la Universidad Nacional Autónoma de México y El Colegio Mexiquense, sin omitir desde luego al público siempre interesado en los nuevos descubrimientos y en los avances de las investigaciones.

“Hoy, Teotihuacan, depositario de una gran historia, debe de serlo también de todo el desarrollo del valle, y ser cada vez más un modelo de conservación y de gestión. Agradezco al Gobierno del Estado de México por la sensibilidad que ha tenido para que todos los trabajos que se han hecho, aledaños a la Zona Arqueológica de Teotihuacan, se hallan realizado con el mayor respeto y la opinión siempre precisa y atenta del Consejo de Arqueología del INAH”, expresó Teresa Franco.

María del Pilar Iracheta Cenecorta reconoció que la aportación del libro reside en la consulta de fuentes primarias, algunas de ellas inéditas, depositadas en los archivos generales de la Nación y de Notarías del Estado de México, y en los registros municipales de San Juan Teotihuacan, Otumba y Texcoco, así como del acervo personal de Leopoldo Batres, entre otros.

En su investigación, la autora encontró que la figura del arqueólogo, antes, durante y después de la exploración de Teotihuacan, y de alguna manera todavía en la actualidad, es objeto de polémica. Llamó su atención la persistencia de una suerte de leyenda negra en torno a su persona, que apenas en los inicios del siglo XX y hasta ahora ha empezado a diluirse.

“Mi acercamiento metodológico a la exploración de Teotihuacan se alejó de la crítica y de la descalificación, y se acercó a la comprensión, explicación y el juicio histórico reflexivo; traté de profundizar en el contexto histórico que le tocó vivir a Batres y cuando emprendió el proyecto”.

Leopoldo Batres encabezó el magno y difícil trabajo de descubrir una nueva “Pompeya mexicana”, como propuso el duque de Lubat, filántropo francés y arqueólogo aficionado, a Justo Sierra, y se vio enfrentado a diversos grupos e intereses a lo largo de los cinco años que duró la exploración.

La investigadora de El Colegio Mexiquense puntualizó que este volumen tenía como objetivo inicial difundir los trabajos de exploración a gran escala de los monumentos y vestigios teotihuacanos, sepultados durante doce siglos, pero terminó en otro propósito: reivindicar el quehacer arqueológico de Leopoldo Batres, invitando a los lectores a sacar sus propias conclusiones.

Elvira Pruneda Gallegos, bisnieta del arqueólogo Leopoldo Batres, recordó que su ancestro criticaba la labor de algunos especialistas en esa época, a quienes llamaba “de butaca” porque no salían de su gabinete, cuando él recorría continuamente las zonas arqueológicas.

La restauradora del Centro INAH Morelos mencionó que su bisabuelo fue llamado “loco” porque invitaba a la personas a pasar el domingo en Teotihuacan, “era un incitador, era el gran amante, desaforado, quería que la gente conociera el sitio arqueológico”.

En la presentación del libro también estuvieron el rector de la Universidad Autónoma del Estado de México, Jorge Olvera García, y Raymundo César Martínez García, profesor investigador de El Colegio Mexiquense.

Fuente: (INAH)

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