Obama en la isla sin tiempo

Llegar a  la isla castrista -casi a punto de finalizar el siglo XX- era remitirnos a 1950 no sólo el tiempo se había detenido sino también al avance social, las libertades civiles y de comunicación además de desgajada la libre competencia la falta de incentivos habían creado una sociedad acostumbrada a vivir de la infame cartilla de racionamiento.

A ese primer viaje llegué como todos los que lo habían hecho antes: con chicles para regalar,  otros muchos dulces mexicanos y dentífricos. No es difícil entablar comunicación con un cubano siempre abierto y sociable; y así fue en menos de diez minutos de estar en la calle Obispo ya me había abordado un joven para hablarme del Che y de la Revolución de Fidel.

Como periodista quería verlo todo saberlo todo más que mi curiosidad como turista quería además de la foto llevarme un retrato lo más real posible de La Habana y de su gente. 

Entonces hice todo lo contrario que me dijeron desde casa que no hiciera: internarme sola de la mano de ese chico cubano para que me llevara más allá de la zona visiblemente turística y fue así que caminando y caminando me llevó a un bloque de viviendas para mostrarme la casa de sus padres y algo más… el abundante mercado negro del ron y de los habanos.

Esa casa paterna estaba todavía más detenida en los lastres del pasado, además de la visible austeridad (recuerdo  mi  temor por sentarme en una de las sillas porque creí que la quebraría) sus padres también mostraban  el desgaste del tiempo. 

La señora muy amable me enseñó  su cartilla de racionamiento que estipulaba determinados  litros de leche siempre y cuando hubiera niños y ancianos; así como las raciones de huevo por semana entre otras cosas. Tanto ella como su esposo trabajaban en un fábrica de habanos, de hecho,  me mostraron cómo hacer uno.

Les pregunté si estaban convencidos de vivir así (con todo lo que yo ya había visto me era suficiente para dejar de creer en el cuento de la Revolución y del socialismo) si no sería  mejor lograr una verdadera prosperidad. Esa simple indagación bastó para que ambos padres -ante la mirada audaz de su hijo- me hicieran un señal de silencio.  Así es que paré. 

Cuando regresaba a mi hotel le cuestioné al chico por qué sus papás me habían pedido silencio ante mi sutil pregunta y su respuesta mirando hacia un lado y al otro fue “porque que aquí hasta las paredes tienen escuchas” hay brigadas de denuncia entre los vecinos; en las colonias hay Juntas creadas para esos fines detectar  a todo enemigo del régimen, a los conspiradores y a los críticos. Hasta en las fábricas…

A COLACIÓN

El adoctrinamiento en Cuba se inocula desde la educación, el sistema educativo que en algunos países latinoamericanos es puesto de ejemplo descansa en mamar la ideología socialista que antepone el bien general justificando el sacrificio personal. 

Las escuelas  tienen en sus aulas cuadros de Camilo Cienfuegos y de Ernesto Guevara, “el Che” es por cierto la figura más idolatrada en toda la isla se encuentra en espectaculares distribuidos  con eslóganes retóricos “hasta la victoria siempre” o “muera el imperialismo yanqui”.

Mientras que el mítico comandante Fidel Castro tiene su propio museo, la oda a su figura revolucionaria la que destituyó a un dictador para poner en su sitio a otro… a él. 

Cuando visitas varias veces un sitio y te internas más allá de la capital y te mezclas con su gente puedes entretejer historias que parecerían bochornosas en la actualidad como: la del cake de bodas de la señora de Matanzas que tardó tres meses en reunir los huevos necesarios para hornearle el pastel de boda a su hija (cada familiar aportó uno y hubo un primo que logró sacarse dos del hotel en que trabaja). 

O el periplo para comprar toallas sanitarias en Varadero (fue  imposible) zanjado con pedir la ayuda a otras turistas en el hotel; o la fila -como de trescientas personas-, cerca del Meliá Habana Libre para  un helado Coppelia o la hora y 20 minutos que aguardé esperando porque en una cafetería  me trajeran un sándwich cubano (que de cubano no tenía nada) le amenacé al camarero con no dejarle propina y me respondió “no me sirve su propina aquí el mercado está controlado no puedo ir a ninguna tienda a comprar nada el Estado nos asigna los bienes”. La tumba de la iniciativa privada, de la competencia minada por el conformismo y el peso atroz del control del Estado.

En fin que a todo esto la noticia fundamental será la histórica visita del presidente Barack Obama, en marzo próximo, a la cuba castrista antecedida por el anuncio de inversiones yanquis a la isla de Nunca Jamás. 

 

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