La mala paga

Tampoco creo que alguien pretenda refutar que asimismo “los mexicanos son los que tienen los salarios más bajos” dentro del grupo de tan selectos países miembros del organismo internacional.
No son fanfarronadas esta vez el documento ha emanado de una mesa de análisis internacional liderada por la OCDE, cuya representación y dirección  descansan en manos de un compatriota y colega: José Ángel Gurría reelecto hasta el 2021.
Lo interesante es que el misil radioactivo salió desde París para colarse en buena parte de los medios de comunicación  muchos de ellos franceses que casi empataron la noticia de las condiciones laborales de los mexicanos con la  pletórica y voluminosa (el tamaño de la comitiva es incomprensible) visita de Estado del presidente Enrique Peña Nieto a su homólogo Francois Hollande.
Tal parece que al  mandatario le siguen los malos sucesos no le sale ninguna jugada ni económica, ni política, y además hasta se le fuga “El Chapo” noticia de enorme magnitud que ya ha sido acompañada en el ámbito internacional con una alerta de parte de la Interpol.
Es decir que Peña Nieto llegó al extranjero a querer venderle a los franceses un país en jauja, “la tierra prometida” para los negocios y el paraíso simbólico para la inversión extranjera y se ha visto rebasado por una pléyade de pésimas novedades; y menos aún han faltado las protestas de compatriotas con pancartas recordando la dignidad de  los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
En cuanto al informe de la OCDE “Perspectivas del Empleo” destacan varios puntos: primero, la devaluación de la calidad del trabajo en México que conlleva a  la persona a trabajar más horas para mantener un nivel de vida por lo menos similar al que tenía en la última década.
Trabajar más pero no a cambio de una mayor remuneración es una  clave significativa de lo que implica la depauperación de la calidad de vida de las personas asalariadas. En simples y llanas palabras se llama: trabajo precario.
Y qué lejos estamos de la cancha de  Alemania, Francia o Estados Unidos, por citar algunos puntos de comparación, si atendemos los números del informe encontramos que un mexicano trabaja al año casi el doble que un alemán unas 1 mil 025 horas más; respecto de un francés 926 horas más, y de un estadounidense 531 horas más.
El comparativo promedio anual de las horas laborables de un mexicano versus de su contraparte germana desnuda dos mundos distintos donde la productividad no es necesariamente más horas-hombre oficina ni horas-hombre industria. No por mucho calentar la banca se meten más goles en un partido.
Lo más dramático es que tampoco implica devengar un mayor salario ni mejorar la capacidad adquisitiva del asalariado y  aquí nuevamente las odiosas comparaciones dejan muy mal parados a los mexicanos.
Respecto del arquetipo estadounidense, el trabajador azteca percibe de forma promedio anual 12 mil 850 dólares, casi cinco veces menos que su contraparte en la Unión Americana con un sueldo de 60 mil 779 dólares anuales de media. De un germano gana casi cuatro vece menos (44 mil 07 dólares); así como de un  francés (40 mil 917 dólares).
A COLACIÓN
Las generaciones actuales en países como México hacen más faena que  sus padres y sus abuelos para  sostener cierto nivel de vida.  Pero repito trabajar más no es sinónimo de cobrar más.
En los últimos años se ha pedido la constante revisión del salario mínimo en el país, que es de hambre, y no únicamente refiere a la necesaria unificación del mínimo en todo el país, pasa  por la exigencia de su elevación y reajuste que permita recobrar poder adquisitivo para la clase trabajadora en el país.
Este año la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI) anunció su irrisoria actualización del mínimo: para el área B de  68.28 pesos diarios y en la A de 70.10 pesos diarios. Es de no creerlo.
Sobran razones para entender por qué el éxodo de connacionales al traspatio en busca del sueño americano que les permita tener trabajo mejor remunerado y además, trabajar menos y tener superior poder adquisitivo. Al final es calidad de vida porque queda tiempo para la familia, el ocio  y nuevos estudios.
El TLCAN puede ser en buena medida la explicación de la mala paga de los mexicanos a la cola de la OCDE, la productividad la entendemos a través de las maquilas gente metida día y noche en fábricas con galeras enormes llenas de mercancías. Nuestra competitividad se ha basado en una política de abaratamiento de costos, devaluar el precio de la mano de obra. Las consecuencias sociales son visibles.

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