Un sector sin maquillaje

Generalmente las marcas cosméticas cuentan con sus propios laboratorios de investigación y pocas son las que deciden recurrir a la revancha del  outsourcing.
    Como siempre, cada año, las firmas renuevan sus productos estrella y presentan alguna primicia  con definidas características, sin miedo alguno a conquistar una mayor clientela.
    Cada vez más lejos quedan los tiempos donde una determinada crema para el cuidado de la cara, digamos una hidratante, era manufacturada con los mismos ingredientes;  un punto considerado como un efecto de lealtad por parte del cliente hacia  el producto porque podían pasar décadas usando una crema de una sola marca, un mismo labial, desmaquillante, producto para el pelo o contorno de ojos.
    Empero, las recurrentes renovaciones para añadir tal o cual ingrediente para enriquecer un  producto han hecho que, en la actualidad, sea más fácil saltar de probar un artículo tras  otro.
    Además en buena lid la publicidad al alcance de todos guía de la mano a un consumidor cada vez más preocupado por encontrar la fórmula “Dorian Grey” y lucir mejor, más guapo y  joven. Y es que podemos y debemos.
    Los cambios son apreciables también porque el  mundo de la cosmética ha dejado de ser exclusivamente femenino para atraer al segmento  masculino. ¡Ay los metrosexuales!.
    Por tanto, los consumidores están bombardeados por anuncios que presentan grandes novedades en  peeling, lifting, efectos de luminosidad;  carácter tensor, rejuvenecedor,  SPA, relajante y antioxidante.
    Entonces es improbable “casarse hoy en día” con un producto de una sola marca, cuando el mes siguiente aparecerá otro -de otra casa- con nutrientes de caviar, placenta de ballena, hilos de oro, polvo de perlas, algas, oxígeno puro, ginseng,  aceite de olivo, ácido hialurónico, botox; etc.
    Con tanta competencia las firmas tienen el reto de pasar del cliente casual al cliente permanente, venderles su marchamo, su savoir faire, de hecho algunas han desarrollado esquemas para premiar la fidelidad.
    Tenemos el caso de las francesas Clarins,  Yves Saint Laurent y  L’occitane. Las tres   cuentan con un sistema donde figura el nombre del cliente con sus datos personales  y conforme acumula puntos por las compras realizadas accede a regalos en forma de productos.
A COLACIÓN
    La Industria de Perfumería, Cosmética y Artículos de Tocador e Higiene en México se encuentra integrada por 150 empresas, aproximadamente, ubicadas en pequeñas y medianas; y el sector de las empresas transnacionales.
    Un total de 70 empresas aglutinadas en la Cámara Nacional de la Industria de Productos Cosméticos (CANIPEC) generan alrededor de 249 mil empleos entre directos e indirectos.
    Su participación en la economía nacional representa el 1.23% del Producto Interno Bruto (PIB) y el 7.1% del PIB manufacturero. El año pasado recibió 137 millones de dólares en inversión extranjera directa.
    Cabe señalar que no sólo se trata de los cósmeticos en las grandes superficies hablamos también del telecomercio y primordialmente de la venta al menudeo que durante décadas ha sostenido a muchas familias.
    Del mercadeo de perfumes y cosméticos dependen diversos hogares en México y casi todas las personas en tiendas departamentales en las llamadas “islas de cosméticos y perfumes” tienen un sueldo base pequeño dado que viven de sus comisiones. A mayores ventas, mayores comisiones.
    Pero también está el micromercado, el de boca en boca: el sistema Avon se constituyó en un éxito para millones de amas de casa que encontraron en este esquema la forma inmediata de obtener ingresos.
    En definitiva, en el mundo de la perfumería, cosmética e higiene sus canales de distribución son: la venta directa 33%; autoservicios 30.3%; mayoristas y distribuidores 19%; farmacias 4.4%; departamentales 3.5%; exportación 3.4%; gobiernos 3.2%; otros 3.2 por ciento.
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