Bisnietos sin agua

En los últimos años, más y más líderes de opinión de distintos ámbitos (político, académico, social) suman sus voces puntillosas para advertir que la contaminación de las aguas, su constreñida disponibilidad y la extensión del océano salino constituirán en breve serios desafíos para la inteligencia y capacidad de supervivencia del ser humano.
En Madrid,   Jeffrey D. Sachs, director de The Earth Institute,  hace un par de meses  advirtió del hallazgo de manantiales secos,  el achicamiento de los cauces de los ríos y del enflaquecimiento de los lagos. Él tiene información privilegiada.
 Es correcto: escasea el agua, empero, la población mundial aumenta y con ésta la inherente  demanda de los recursos naturales desafortunadamente mal repartidos tal y como acontece  con el tema económico.
Inequidad extendida: de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) unas 748 millones de personas adolecen de agua potable mientras que dos mil 500 millones más defecan al aire libre.
Estimado lector, ¿se imagina viviendo sin agua potable usted y sus hijos? Pues debería servirnos para la reflexión y la acción saber que un mil 800 millones de personas beben agua contaminada con heces.
En diversos países de los llamados emergentes como México existen cientos de comunidades indígenas y rurales en las que sus pobladores caminan todos los días largas distancias para el trasiego del líquido  en cubetas y bidones.
No conocen la ventaja de abrir el grifo para lavar los trastes o para cocinar  y llegar al baño, girar una manivela y ducharse alegremente. La inclusión al agua, a su uso y beneficio, debería ser un precepto universal alienable al derecho a  la vida.
Y eso que en México  hace muchas décadas quedó atrás eso de beber agua directa de la llave. El agua que fluye se supone que al hervir a altas temperaturas -al utilizarla  para cocinar-, mueren ahí  muchos bichos.
Tampoco es igual la disponibilidad de agua en una colonia  “popof” como Polanco que en una depauperada dentro de Iztapalapa. En la primera, nunca falta el agua y en la segunda, casi siempre. Y todos son habitantes de la ciudad de México,  la cuarta más poblada del mundo, con 21 millones de personas.
Cuando se cumplan  quince años más la situación será  crítica por la misma expansión de la mancha urbana, el movimiento intramigratorio y la expulsión que la violencia y el narcotráfico están provocando en familias tradicionalmente arraigadas al campo y las zonas rurales que ahora lo abandonan todo para cuidar su vida  aventurándose hacia las urbes de hierro.
El actual gobierno del presidente Enrique Peña Nieto  ha fracasado en acciones  torales como la optimización de los recursos y su  planificación  optando más bien por la planeación facilona  de la privatización.
Ahora sí habrá agua para el ciudadano que pueda pagarla, y los demás pues a ver cómo se las arreglan porque se avizora su insuficiencia. Hacer negocio con el agua implica meterla en un mercado perverso y socialmente injusto porque será la población económicamente vulnerable la más afectada.
Al ser un bien limitado sujeto a la ley de la oferta y la demanda, cada gota de agua costará en la medida de su menor disponibilidad so pena de un país con más de 50 millones de pobres. Me parece incorrecto y manifiesto: “NO A LA PRIVATIZACIÓN DEL AGUA EN MÉXICO”.
A COLACIÓN
El ser humano puede estar varias semanas sin comer y sobrevivir bebiendo agua. Gandhi es un ejemplo clásico de ello, usando éste recurso  de la huelga de hambre como lucha moral contra un sistema político.
Sin embargo, un ser humano, difícilmente conservará la vida más de una semana sin beber nada. El cuerpo está provisto de un 60% de agua, razón suficiente para entender la naturaleza de su necesidad.
En diversos países de Europa existe una amplia cultura en pro del cuidado del agua, cada nevada en los inviernos prolongados es celebrada porque implica el vital líquido del resto del año; que sumado a las lluvias constituyen el acervo de las represas.
En España se puede abrir la llave del grifo y beberla directamente. Cuando aprecias esa diferencia entre lo que no se puede hacer en México y sí se hace en España es cuando uno se pregunta qué ha fallado. ¿Será que en México  hay menos cultura en pro del cuidado de los recursos naturales? ¿Ausencia de planeación y visión de estadistas en los distintos gobernantes de turno? ¿Falta de educación cívica y conciencia ciudadana? ¿Cuál es el hilo que tira de la madeja?.
Preocupan y mucho los vaticinios: la ONU anticipa que después de 2050 faltará el agua. Habrá nuevos conflictos internacionales por la lucha de los recursos más esenciales.  Nuestros bisnietos lo padecerán.

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