UE y reajustes griegos

Las conjeturas en Europa, entre los analistas políticos, deducen apriori un pacto preelectoral desde que, en diciembre pasado, el gobierno de Antonis Samarás, entonces primer ministro, convocó  a elecciones generales el 25 de enero ante la imposibilidad de alcanzar mayorías para formar Gobierno.
En diciembre pasado todas las encuestas -oficiales y no oficiales-, ubicaban a la Coalición de Izquierda Radical (Syriza) como la favorita en las elecciones bajo el mando de Tsipras y sus guerreros fundamentalistas.
Y fue desde el último mes del año pasado que los inversionistas de corto plazo y participantes en el mercado accionario empezaron a realizar sendos ajustes tanto en sus posiciones como en las respectivas carteras de valores.
La diatriba de Syriza incluye promesas que endulzan el voto de  los ciudadanos pero azuzan a los inversores, al Banco Central Europeo (BCE), al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los países miembros de la eurozona.
La propuesta de terminar con la austeridad de los últimos cinco años va acompañada con un largo rosario como desconocer la deuda tanto con el BCE como con el FMI; salir del euro; incrementar el gasto, duplicar el empleo; paralizar las privatizaciones y gravar más a  los ricos.
Quizá por ello cuando se confirmó el triunfo de Tsipras en el conteo del lunes 26 de enero, los mercados europeos reaccionaron de forma errática, algunos con leves caídas es que mucho ya se había descontado desde diciembre.
Salvo el exclusivo caso experimentado internamente en Grecia, epicentro político, hasta el momento no hay casos de contagio en el resto de los países miembros de la eurozona.
Las Termópilas de la economía griega se han reflejado en la caída de la Bolsa de Atenas, el incremento del riesgo en el bono heleno, la ausencia de compradores internacionales de su deuda y la salida de ahorros de los bancos ante la incertidumbre.
En un día, los griegos retiraron de sus bancos entre 600 a 800 millones de euros. Temen “un corralito”. Por su parte, la Bolsa de Atenas ha perdido un 31% desde el 8 de diciembre hasta el miércoles 28 de enero.
El lunes 26 de enero  mientras se confirmaba la victoria de Syriza, la bolsa abrió con fuertes pérdidas que logró amainar cerca del cierre para ubicarse con una caída del 3.20%; para el martes, la tónica negativa le arrastró a una baja del 3.69% mientras el miércoles que fueron anunciadas las primeras medidas económicas el mercado accionario reaccionó con una bajada del 9.24 por ciento.
Al euro tampoco le ha hecho mucha gracia ni el nerviosismo, ni la incertidumbre. Su comportamiento postelectoral le ha llevado a tocar un mínimo frente a la moneda americana hasta el 1.1098 dólares, un nivel no observado en los últimos trece años.
El fantasma del dracma encierra en sí mismo un drama. Hasta ahora se trata de un evento económico-financiero desconocido en la historia de la integración económico-monetaria de la eurozona. Nadie se atreve a abrirle de facto la puerta a Leviatán.
A COLACIÓN
Tsipras como nuevo primer ministro no ha definido bien a bien su postura, una cosa es hablar y otra es actuar. Pero en sus primeras 48 horas en el poder ha tomado decisiones de  ruptura y cambio.
La primera que más ha llamado la atención es la ejecutada desde el minuto número uno cuando Tsipras decidió  pactar con el presidente del partido de derecha nacionalista Griegos Independientes (ANEL) para formar gobierno conjunto. Al final, los extremos se tocan.
Y después han continuado en cascada la reducción de ministerios basando el Gabinete y la columna vertebral del gobierno en la economía. De los 18 ministerios se han reducido a diez, de los que cuatro contarán con  superestructuras de múltiples competencias.
Seguido del anuncio de la paralización de las privatizaciones pendientes “con la finalidad de no afectar los intereses de la ciudadanía”. Ello incluye detener la privatización de los aeropuertos y puertos helenos en los que grupos inversores chinos manifestaron desde tiempo atrás su interés por adquirirlos.
En materia laboral-social, el recién nombrado primer ministro enviará al  Parlamento una ley para elevar el salario mínimo hasta los 751 euros; una de las principales promesas de campaña.
También propondrá una ley para que todos los hogares que viven por debajo del umbral de la pobreza, se calculan unos 300 mil, reciban electricidad gratuita.
El dedo en la llaga, lo que más preocupa al resto de Europa, como un todo, es que Tsipras ha pedido la formación de una comisión de investigación en el Parlamento para dilucidar las razones por las cuáles Grecia fue sujeta de un plan de rescate en 2010.

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