Plegaria de fin de año

Por la estrella sin número y sin dueño

que hiciste para que yo la contemplara.

Por la cintura azul de las muchachas,

y por la frente blanca de los viejos,

y por el sueño con que a veces sueño,

y por mi cuerpo gracias, y por mi alma.

Mucho me has dado a mí, que soy tan poco.

Hasta te diste tú, nieve en el lodo…

¿Qué para ti, Señor, no dejas nada?

Gracias, pues, por mi mundo, niño y loco.

Y gracias por mi vida. Y, sobre todo,

gracias porque he aprendido a decir: Gracias.

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