La exposición “Del balero al carranclán. Colección Trotamundos. Juguetes populares mexicanos” se presenta en el Museo del Caracol

Una vasta colección de estos objetos se presenta en la muestra Del balero al carranclán. Colección Trotamundos. Juguetes populares mexicanos, que se exhibe en la Galería de Historia. Museo del Caracol, en la Primera Sección del Bosque de Chapultepec.

Perteneciente a la antropóloga física Lilia Cruz González, la colección reúne 330 piezas de 23 estados de la República, elaboradas con diversos materiales que provienen de los reinos vegetal, animal y mineral, tales como semillas, flores, raíces, tallos, piel, tierra, piedra y madera, o de procesos industriales que transforman la cerámica, la hojalata y algunas fibras en objetos para el gozo y la diversión de diversas generaciones.

“Cuando la gente ve las piezas, es como si abriera un baúl de recuerdos y sus expresiones son desde un ‘¡Ah, yo tengo uno como éste!’ hasta ‘me acuerdo cuando jugaba tal cosa’. Es realmente maravilloso ver las reacciones y también cómo explican a los niños el origen de muchos juguetes”, comentó la curadora de la muestra.

Lilia Cruz abundó que la colección se llama “trotamundos” porque fue concebida para que pudiera viajar y acercarla a la gente. Ha recorrido escuelas, museos y centros culturales de comunidades indígenas, donde aún se elaboran algunos de estos objetos.

El proyecto, dijo, surgió en Michoacán, a partir de un concurso con trompos, yoyos y baleros en algunas escuelas, y donde los ganadores recibían un juguete popular. “La gente miraba fascinada los objetos y entonces se me ocurrió que era importante mostrarlos en conjunto a través de una exposición”.

Convencida de que jugar es una actividad inherente al ser humano y que cualquier objeto puede ser lúdico si se da rienda suelta a la imaginación, la antropóloga comentó que en ellos quedan plasmados muchos aspectos de nuestra vida y cultura.

Los acabados, el colorido, la textura, los mecanismos sencillos de cada juguete, son una expresión de su tiempo y su historia, apuntó Lilia Cruz, quien durante dos décadas ha reunido una colección de más de mil objetos adquiridos en las propias comunidades donde los elaboran, así como en ferias, fiestas populares y mercados. “La juguetería artesanal sigue vigente entre nosotros, aun con la sustitución de materiales que ha provocado la industria del plástico y la invasión de juguetes electrónicos”.

En la exposición, los visitantes pueden observar diversas figuras de animales, como un tlacuache hecho de pedazos de corteza y piña, así como de niños lacandones haciendo flechas de punta de piedra, adornadas con plumas de pájaros.

También se exhiben piezas alusivas a la fauna que había en el territorio mexicano antes de la Conquista, como el xoloitzcuintli, así como aquellos que trajeron los españoles, entre ellos el caballo o los animales de corral.

En otra sección se aprecia un conjunto de objetos que representan los nuevos usos y costumbres durante el periodo colonial, como un trapiche para procesar caña de azúcar, una corrida de toros, una pelea de gallos y fiestas populares.

Otra vitrina tiene representada la etapa de Independencia, a través de soldaditos y juguetes con diversos símbolos patrios; también se abordan las intervenciones a México mediante caballos con jinetes de madera que representan a los franceses, con su gorro napoleónico y medallas de hojalata.

Llaman la atención los títeres, las muñecas de trapo, los baleros, trompos, yoyos y una banda musical hecha de barro que realizó una niña de Michoacán, así como el famoso muñeco representativo de la Revolución llamado carranclán (soldado del ejército carrancista), elaborado en tule, que porta sus cananas y su rifle, originario del Estado de México.

También se representan algunas festividades y tradiciones, como el Día de Muertos, un conjunto de voladores de Papantla y un Nacimiento característico del estado de Guerrero, hecho en laca.

La exposición Del balero al carranclán. Colección Trotamundos. Juguetes populares mexicanos permanecerá hasta los primeros días de febrero en la Galería de Historia, Museo del Caracol, ubicado en la Primera Sección del Bosque de Chapultepec. El costo de acceso es de 48 pesos. Quedan exentos de pago niños menores de 13 años, personas jubiladas de más de 60 años, estudiantes y profesores con credencial vigente.

 

Fuente: (INAH)

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