Pobreza descanto est

Mientras subsistan anquilosados los cacicazgos de poder económico, los privilegios concedidos a determinadas familias de poderosos, las protecciones a grupos empresariales y los ricos sean más ricos y los pobres no logren dar el salto generacional el riesgo social se cimbra en latente amenaza para jóvenes y estrenadas democracias en países tradicionalmente gobernados por dictaduras de izquierda o derecha.
En su informe del año pasado, la CEPAL festejó que los gobiernos latinoamericanos estén realizando esfuerzos concretos para reducir los niveles de pobreza en la región: en 1980, había 136 millones de pobres, de los cuales 62 millones vivían en extrema pobreza; en 1990, el número creció a 200 millones de pobres y dentro de éstos, aumentaron también los pobres extremos a 93 millones; en 2002, volvió un nuevo jalón con 221 millones de pobres y dentro del grupo 97 millones de indigentes.
La CEPAL adelantó que este año en la región, los habitantes en situación de pobreza e indigencia seguirán disminuyendo hasta alcanzar alrededor de 190 y 69 millones, respectivamente.
No obstante que la meta es reducir los niveles a los de la década de los ochenta y que en los últimos tres años distintos países, entre los cuales, México reportó un descenso en términos absolutos y relativos de la pobreza, organismos como la OCDE que agrupan al club de selectos países industrializados (resulta irrisorio pero México es miembro) advierte que faltan más reformas en materia fiscal para coadyuvar a reducir las desigualdades y hacer más eficiente la distribución de la riqueza.
A la fecha todavía no surge el líder político y moral que no importándole el costo político realice como estadista las grandes reformas fiscales y económicas necesarias para subir al país en el tren del futuro.
En los datos de la pobreza en México, la CEPAL afirma que en 1998 el 46.9% de la población del país estaba en pobreza; en 2002 bajó al 39.4% y en 2005 al 35.5 por ciento.
A COLACIÓN
El ensayo Perspectivas Económicas de América Latina enfatiza que los países de América Latina necesitan invertir más fondos públicos en salud, servicios educativos, infraestructura e innovación, para costear estas inversiones son prioritarios cambios de fondo en sus sistemas fiscales.
La OCDE subraya que las encuestas muestran que, por lo menos uno de cada cuatro latinoamericanos cree que el dinero generado por los impuestos es gastado de forma correcta.
“Con más de 200 millones de personas – cerca del 40% de la población – viviendo en la pobreza, la región tiene los niveles de desigualdad más altos del mundo. Un desarrollo económico más dinámico puede ayudar a incrementar los ingresos fiscales, pero en los países de América Latina se necesita que éstos sean gastados de una manera más eficaz y más justa, para reducir la pobreza y mantener la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático”.
En la estratificación de países, según el Coeficiente de Gini que mide la distribución del ingreso, México destaca por un nivel de desigualdad alto, en 2002 logró mejorar momentáneamente al situarse entre los países de desigualdad media; sin embargo, los años siguientes volvió al nivel superior y de hecho es el país más desigual de América Latina y uno de los más desiguales del mundo.
Aún cuando ya pasaron las turbulencias de crisis de balanza de pagos, fuga de capitales, devaluaciones, espirales inflacionarias, insolvencia para el pago de los intereses de la deuda externa y quebrantos financieros, en momentos en que durante años ha ingresado Inversión Extranjera, divisas por el comercio (con el petróleo incluido), las remesas, el turismo y han mejorado algunos indicadores macroeconómicos no se ha capitalizado la liquidez obtenida en condiciones para el desarrollo.
A este grave desperdicio hace hincapié la OCDE en voz de Gurría: “Sistemas impositivos más justos podrían significar el terminar con algunas exenciones fiscales especiales que actualmente se ofrecen en muchos regímenes, mientras sigue en aumento el rédito de impuestos directos. Los países también necesitan mejorar la eficacia en el gasto público. Tanto Brasil, quien recauda el 35% del PIB, como México, en donde los ingresos fiscales representan solamente el 15% del PIB, tienen un bajo desempeño en el acceso a los servicios básicos como el agua potable y la electricidad”.
Además de la política fiscal, las Perspectivas Económicas de América Latina revisan otros aspectos de la política económica tales como la reforma de los sistemas de pensiones. Observando que Chile y otros países de América Latina han estado a la vanguardia en la reforma de pensiones, se pudo analizar que dichos cambios resultaron insuficientes para incrementar el nivel de ahorro de la región.
En este contexto, se sugiere que se levanten las restricciones administrativas en materia de inversión para el fondo de jubilación fortaleciendo los requisitos gubernamentales y así poder ayudar en promover la inversión a largo plazo en áreas como infraestructura y tecnología innovadora.

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