Combate al Leviatán fiscal

El pasado 27 de octubre, Gurría, recibió en Madrid la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil concedida por la Corona Española y quedó muy patente el respeto que se ha ganado como secretario general de uno de los organismos que representan al mundo de los países desarollados e industrializados del planeta.
Quizá una de las luchas más férreas de él es contra la evasión fiscal en cualesquiera  de sus formas, además en un mundo cada vez más plano debido a la globalización, donde la tecnología digital ha roto barreras y ha dado un nuevo bálsamo a un capitalismo que no obstante sigue sembrando desigualdad y no termina de incluir a los excluidos de la generación de la riqueza.
Para eso están precisamente las políticas económicas que pueden llevarse a cabo cuando además de la visión existe la suma de voluntades.
La OCDE ha ido cristalizándolo poco a poco a fuerza de “convencer” a los paraísos fiscales de la necesidad de compartir información, de la relevancia de la transparencia, de que no puede corregirse ni mejorarse el modelo capitalista si se permiten dineros golondrinos que emigran de economías de origen para esconderse debajo de nidos aparentemente invisibles para las autoridades financieras internacionales.
Así como el dinero  del erario que se roba un político deja sin oportunidades a una familia; las ganancias de un empresario no declaradas en el sitio donde las obtiene implican sumir al trabajador en la precarización laboral e imposiblita la creación de nuevos puestos de trabajo; y una persona y familia que tampoco cumple con su declaración por que opera en la clandestinidad y prohija la economía informal o sumergida, asimismo contribuye a debilitar a las arcas de un Estado que dejará de construir hospitales, nuevas vías de comunicación o de  infraestructra para el transporte público.
En todas caras, la evasión  es un Leviatán que hay que vencer con la espada de la transparencia y le legalidad.
En los últimos años, la OCDE ha recomendado a los casi cuarenta países que operan como tax haven, que: “Cooperen en materia de intercambio de información, especialmente en lo relativo a la colaboración en el esclarecimiento de delitos graves.”
Hasta Suiza que siempre ha gozado de un trato especial en la materia, siendo uno de los refugios clave de grandes fortunas de todo el mundo, trae un estire y afloja con el gobierno de Estados Unidos que se manifiesta en contra del secreto bancario helvético y exige recibir información de sus ciudadanos americanos y sus cuentas, en   las instituciones de crédito suizas o bien de bancos extranjeros que operen dentro de Suiza y que administren y gestionen dinero de ciudadanos estadounidenses.
Ha sido todo un acierto para la OCDE que  51 países signasen un acuerdo global para intercambiar datos fiscales de forma automática y expedita de personas físicas y combatir así la elusión y el fraude fiscal.
“El acuerdo compromete a bancos y otros institutos financieros a comunicar a las autoridades fiscales nacionales a dar información sobre tasas, dividendos, saldos en cuentas y beneficios por la venta de patrimonio financiero cuando el beneficiario vive en el extranjero. Las autoridades de los países firmantes enviarán luego de forma automática los datos al país del beneficiario, con lo que se pondrá freno al envío descontrolado de dinero negro al extranjero.”
Tenemos aquí una piedra angular para evitar que dinero de particulares no declarados en su lugar de origen, pasen desapercibidos para las arcas y obtengan además rentabilidades  y gananacias en las instituciones financieras de otros países.
De lo que se trata es de romper brechas que generan caldos de cultivo para ampliar la desigualdad, la exclusión, la pobreza;  la evasión fiscal es una de las aristas rojas aunque lamentablemente también pegada como una lapa, está la corrupción y allí sí que la OCDE tendrá que realizar otro tipo de acciones para que los gobiernos se comprometan a luchar contra un cáncer que generaliza.
Por lo pronto, a partir de 2016, las instituciones financieras contarán con una base que deberán tener actualizada para,  que entrado el año 2017 estén listas para compartir la información de forma digitalizada y automática a cualquier autoridad fiscal que investigue por determinadas circunstancias a sus ciudadanos naturales que sean residentes en otros países.
En el caso particular de México, en 2017 la Secretaría de Hacienda podrá tener nombres, cuenta y saldos de contribuyentes con cuentas fuera del país y es que México, al igual que otros  50 países, se adhirieron al Acuerdo Multilateral entre Autoridades Competentes que implica el compromiso de adoptar el nuevo estándar global único para el intercambio de información de cuentas financieras.
A COLACIÓN
De acuerdo con la organización no gubernamental Global Fnanancial Integrity (GFI) con sede en Washington,  desde 1970 a 2010, salieron de México 872 mil millones de dólares por concepto de movimientos de dinero ilícito relacionados con fraudes y evasiones fiscales.
La cifra eriza la piel. Se acuerdan, amigos lectores, qué año con año, sexenio tras sexenio, desde la época del presidente Miguel de la Madrid, nos vienen prometiendo estrategias para que México crezca de forma estable al 7% anual; y sucede todo lo contrario, experimentamos caídas económicas abruptas, recuperaciones y luego crecimiento marginal.
Todo ese dinero negro fugado del país a otras cuentas, en otros países, en otros paraísos fiscales, ha sido una condición sine qua non para constreñir el crecimiento del PIB nacional. GFI estima que el país ha perdido, en promedio un 5.2% del PIB año con año.
Vale la pena darle una leída al estudio de GFI ” México: Flujos financieros ilícitos, desequilibrios macroeconómicos y la economía sumergida”,  para  identificar que entre más abierta es la economía mexicana más dificil es controlar su movimiento de flujos monetarios.
“Los flujos medios anuales de salida de capital ilícito a lo largo de las cuatro últimas decádas: durante los años setenta, la cifra fue de 3 mil millones de dólares; 10 mil 400 millones de dólares en los ochenta; 17 mil 400 millones de dólares en los noventa;  49 mil 600 millones de dólares durante la última decáda.”
Bien por la OCDE!

 

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