Ironía en Hong Kong

¿Cómo es posible que gobernantes elitistas y concebiblemente autoritarios –gobiernan sus empresas privadas en forma vertical— sean los líderes de una sociedad democrática?  Esa, según estos autores, es la gran ironía del sistema de gobierno de nuestro país.
Algo parecido pero con una ideología diferente sucede en Hong Kong, ciudad cosmopolita, llena de bancos internacionales, los cuales nutren empresas industriales y comerciales de China y otros países de Asia.  Después de New York y Londres, Hong Kong es el centro mundial financiero más importante del mundo.
El hecho de que su población respira aire capitalista, se conduce bajo normas occidentales, se rige por una cultura democrática y, paradójicamente, es dominado por un país comunista es otra de las grandes ironías del momento.
La población hongkonesa, a diferencia de la de Beijing y el resto de China, fue expuesta a tradiciones políticas y jurídicas del Occidente por medio de mecanismos impositivos.  Gran Bretaña la colonizó desde la Primera Guerra del Opio (1839-1842).  Japón tuvo control durante parte de la Segunda Guerra Mundial, pero después de la Guerra los británicos retomaron su control hasta 1997, cuando voluntariamente aceptaron el derecho de los chinos sobre Hong Kong.
De acuerdo al tratado entre China y Gran Bretaña, Hong Kong forma parte de China, pero su gobierno funciona en forma autónoma.  Los dirigentes políticos de Hong Kong, quienes hasta hoy han sido nombrados por los líderes comunistas chinos desde Beijing, gozan de una autonomía relativa.  Sin embargo, su sistema económico capitalista y especialmente su sistema jurídico, el cual se basa en el derecho común inglés, es casi totalmente independiente.
Por otra parte,  China aceptó que en 2017 permitiría que el electorado de Hong Kong elija a sus propios representantes políticos a través de unas elecciones democráticas.
Sin embargo, el líder máximo chino Xi Jinping tiene miedo.  El recuerdo de Tiananmen Square (1989) está todavía vivo en su mente.  Durante varios días, estudiantes y otros grupos sociales agitaron la bandera de la democracia.  En junio de 1989, el gobierno chino ordenó a su ejército la toma de Tiananmen Square a la fuerza y, de esa manera, poner fin al movimiento democrático de los estudiantes.
En consecuencia, Xi Jinping quiere deshacerse de la democracia en Hong Kong antes de que se emprenda su vuelo electoral.  Los líderes comunistas están preocupados que en Hong Kong se “encienda la tea y nadie la pueda apagar”.

Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move.          E-mail: hcletters@yahoo.com

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