UE: ELECCIONES ECLIPSADAS POR LA CRISIS

Dicho sea de paso, qué fácil es palpar el descontento ciudadano, la indiferencia de la gente va en aumento en el renglón de la participación electoral.
Al parecer existe una enfermedad crónica, una especie de virus que vuelve indiferente tanto, al ciudadano europeo como al de otras latitudes.
Algo grave está aconteciendo en el diario vivir de una sociedad global y globalizada, tecnificada cada día más pero  descontenta  por la gestión  de la crisis,   toma de decisiones al respecto del manejo del gasto y presupuesto; del nivel de endeudamiento y el trato de privilegio en  determinados empresarios.
Y por supuesto,  lo que más indigna al grado de remover las entrañas tiene que ver con el dispendio de los políticos, con el hedor de la corrupción emanado de una cloaca que no conoce de ideologías, ni sentimientos nacionalistas, ni compromisos sociales y que sirve a quienes se lucran con la política en detrimento del bienestar de la población.
Yo estoy convencida que el factor de mayor impacto en la credibilidad del ciudadano hacia los cauces democrático-electorales y sus respectivos representantes, está correlacionado con la variable corrupción; y en segundo  término,  la gestión económica con su consecuente toma de decisiones.
El drama es que la corrupción política no conoce fronteras, ni idiomas; no hace distinción de género y   carece de toda ideología de allí que podría trazarse un mapa homogéneo.
En contraparte levanta una bruma de descontento en el ciudadano, cada día más apático y menos fiado hacia la política y los políticos.
Estos últimas días se ha constatado en la UE, el abstencionismo sigue siendo la opción directa del ciudadano para manifestar su desagrado hacia la gestión de la crisis económica.
Al menos estos últimos años han sido durísimos para el ciudadano promedio y la clase media europea. El lastre del desempleo es a todas luces visible así como el deterioro del poder adquisitivo.
En el conjunto de la UE de los 27 países el desempleo afecta a 26 millones 553 mil personas, de acuerdo, con datos de Eurostat.
Respecto de la pobreza, Eurostat recopila cifras que hablan de más de 120 millones de pobres en la UE con el riesgo de incrementarse a más de 145 millones de pobres en el año 2025.
A COLACIÓN
La renovación de la presidencia de la Comisión Europea así como otros puestos de poder y representación popular, -cada cinco años-, sienta sobre de la mesa la batalla entre los euroescépticos y los europeístas.
Mientras los primeros apuestan por el rompimiento de la UE, azolada por los problemas económicos, desempleo, incremento en el paro juvenil y enorme endeudamiento público; los segundos, creen en la continuidad del modelo y pretenden llevarlo a mayores grados de integración.
Recordemos que lo que hoy en día conocemos como UE inició de forma incipiente en 1951 con el Tratado de París, y desde entonces, le han seguido siete tratados más hasta llegar al de Lisboa de 2009.
Aún resta mucho por hacer aprobada la Unión Bancaria, quedan  por lograrse toda una serie de acuerdos.
No se trata únicamente de temas económicos sino del envejecimiento de la población, la caída de la natalidad, menor PIB esperado en las próximas décadas; el reverso de la pirámide con una población en edad de retiro creciendo por encima de la población en edad de trabajar.
Son muchos temas socioeconómicos los que en el presente inmediato deberán ser acotados por el nuevo gobierno de la UE, para evitar que el andamiaje venga abajo para beneficio de los euroescépticos y ultranacionalistas.
A la fecha, la UE es la primera potencia económica del mundo superando a  Estados Unidos. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2011, el PIB nominal de la Unión Europea es de 15.65 billones de dólares (el estadounidense es de 15.29 billones).
El  PIB nominal per cápita de la UE en 2011 fue de 34 mil 500 dólares, por lo que se sitúa en el puesto número 38 a escala global.
La otra cara de la moneda es que la UE arrastra una crisis económica de la que aún no se libra del todo; para unos políticos, la respuesta a la salida del túnel recesivo es más unión apostarlo todo con mayor integración.
Para ello se proponen medidas de carácter fiscal, mayor coordinación económica de la eurozona; reforzar los fondos de rescate para países con dificultades económicas  y hacer que funcione el Mecanismo Europeo de Estabilidad.
La única duda es si alguien, de los que serán los nuevos representantes, recordarán hacer algo por evitar el derrumbe del Estado Benefactor.

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