Educación financiera: a la espera

Actualmente, en nuestro país existen 260 millones de contratos emitidos por instituciones financieras. Hay 88 millones de pólizas de seguros, 25 millones de tarjetas de crédito, 50 millones de tarjetas de débito; es decir, que dos terceras partes de trabajadores formales reciben sus salarios a través de una tarjeta de débito.
Fundamentalmente debemos reflexionar que sin los servicios financieros necesarios, de oficina y de banca en línea, por Internet o telefonía celular, de qué serviría entonces darles clases a niños, adolescentes y jóvenes sobre de la importancia del ahorro, la cultura del seguro; cultura de pago y la relevancia de la inversión y las edades del dinero de las que tanto hemos escrito en esta columna.
Por tomar un ejemplo, de qué serviría si en la escuela pública de San Lorenzo Texmelucan, en Oaxaca, enseñan a los niños el valor del ahorro, crédito, prevención de los seguros y el fondo de pensiones, en un lugar ignorado por los  bancos porque precisamente allí existen profundos problemas de pobreza y las instituciones no  tienen interés en invertir más de un millón de pesos en una sucursal bancaria.
Entonces hay un círculo vicioso, porque los  bancos descartan lugares donde la pobreza es más alta para ofrecer servicios financieros, desdeñan zonas rurales y concentran en cabeceras urbanas primordialmente aquellas ligadas con la mayor actividad empresarial, industrial y de servicios del país.
De alguna forma esa subbancarización tiene que corregirse porque los pobres también tienen necesidades de crédito, algunos logran dejar de vivir al día y por lo menos guardan 50 o 70 pesos a la semana para la tanda de la comadre; muchos tienen necesidades de comprar un refrigerador aprovechando que por fin su colonia cuenta con luz eléctrica.
Otros piden prestado a sus amigos y familiares cercanos pagando muy alto por el dinero obtenido sea para comprar insumos para las labores del campo o manuales que les ayudan a obtener sus escasos ingresos.
Así es que la educación financiera en México tiene grandes escollos que salvar para rendir éxitos y se sabe que la gran banca en manos de extranjeros no quiere seguir invirtiendo en abrir sucursales porque la apuesta desde sus matrices es orientarse a aplicar una banca “low cost” con las menores oficinas posibles, el menor personal destinado a la atención directa al cliente y más bien decantado por impulsar la banca telefónica tanto por línea fija como por  celular y los servicios on line.
Precisamente para  mi tesis de investigación del doctorado escribí que si bien en México la cobertura  per cápita mejoró al pasar en 1994 de una disponibilidad de una sucursal bancaria por cada 17 mil 962 habitantes a 10 mil 771.54 en junio de 2008, el 86% de los hogares en México tienen deficiencias en cobertura bancaria.
Si se compara respecto de España,  según el Anuario Económico de España 2008, en dicho país, en números absolutos entre 2003 y 2008 fueron abiertas mil 470 oficinas bancarias y 4 mil 265 cajas de ahorro
Así España tiene 15 mil 542 sucursales  y las cajas de ahorro un total de 24 mil 592 oficinas.
En total el país ibérico tiene a disposición de su población, 44 millones de habitantes, 40 mil 134 oficinas de servicios financieros, una disponibilidad per cápita de una sucursal por cada mil 096 habitantes.
A COLACIÓN
¿Hasta cuándo se va a tomar en serio en México a la educación financiera? Lejos de esgrimirse como un mero “programita” temporal dirigido por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para justificar el gasto en encuestas sociales  es importante que suceda una incorporación de la educación financiera en los canales reales y didácticos de las escuelas tanto públicas como privadas.
En el sexenio pasado, la SEP realizó encuestas y sondeos al respecto,  una serie de estudios que costaron dinero al propio ciudadano, empero, todo ese gasto público sufragado con el erario no cristalizó en ningún plan educativo gubernamental que introdujera a la educación financiera a la base de formación de los educandos del país.
Y lo volvemos a cuestionar: ¿Hasta cuándo sucederá? ¿Cuándo se tomará en serio? Máxime en un país  que adolece de una cultura del pago y del ahorro, en general, una incipiente cultura financiera.
Ahora que transitamos el segundo año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto estamos a la espera de que, por fin, la educación financiera sea tomada con verdadero respeto.

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