Pemex: su amor y odio con Repsol
Todavía flotan en el aire dudas acerca de si Pemex seguirá los pasos de YPF, en Argentina o emulará a Petrobras, de Brasil. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que mantiene un culebrón dramático con los españoles de Repsol, un estire y afloje, iniciado con el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
Lo que a nivel político fue negociado entre el presidente Peña Nieto y su homólogo español Mariano Rajoy es precisamente una bruma de misterio que muchos periodistas y analistas intentamos desvelar.
Como sabemos, el presidente Peña Nieto y su administración, heredaron una serie de acuerdos previamente pactados entre su antecesor, el ex presidente Felipe Calderón, quien al cuarto para las doce -a punto de fenecer su sexenio-, decidió “ayudar” a los gallegos propiamente en sus astilleros a través de una serie de inversiones con Pemex.
La nueva administración del presidente Peña Nieto demoró un año en enterarse bien a bien qué es lo que había sido previamente negociado. Hasta el propio presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, viajó a ciudad de México para reunirse en Los Pinos con el mandatario mexicano a fin de explicarle la relevancia de los floteles.
Finalmente hace un par de meses fue anunciado que Pemex cumpliría con el acuerdo, tras inclusive mediar el propio presidente Rajoy motivado por todos los empleos que derramaría en Galicia la inversión de Pemex.
Pero además de los astilleros, hay otro interés más profundo: la participación accionaria de Pemex en Repsol que desde hace un par de años ha desatado todo tipo de rumores e inclusive encendido las luces de alerta para los españoles más proteccionistas.
En este renglón, el presidente Rajoy es un defensor de la marca España a ultranza y apenas olfateó la posibilidad de que Pemex incrementara su participación accionaria en Repsol o bien irrumpiera la participación del magnate Carlos Slim Helú por medio de La Caixa, los estrategas ibéricos idearon toda una “camisa de fuerza” para evitar que Pemex-Slim Helú hicieran un timón abordo.
De esta manera, apenas inició el año, Antonio Brufau, presidente de Repsol, organizó una defensa maestra para evitar cualquier intento de control y fractura del Consejo de Administración.
El 29 de enero fue acordada la modificación de los estatutos a fin de reforzar las mayorías en el supuesto de que uno de los accionistas propusiese votar a favor de dividir el grupo. Para evitarlo, fue plasmado el requisito de un 75% de los votos frente al 50 por ciento.
Para Pemex el malestar no pudo calmarse con un alka seltzer, mucho menos cuando la empresa está en proceso de transformación, no sabemos bien a bien a dónde irá a parar.
Tampoco le ayuda a la empresa (todavía de Estado) que el año pasado obtuvo las mayores pérdidas en América Latina y la insuficiencia en activos, en tecnología e infraestructura.
Todo lo que se sabe o al menos se intuye es que Pemex quiere ser uno de los grandes jugadores mundiales, estar presente no únicamente en México también en otros países y beneficiarse de ello.
Empero, para lograrlo, el camino de transformación es largo, todos lo sabemos. En 2013, Pemex fue la empresa menos rentable de Latinoamérica con unas pérdidas de 12 mil 908 millones de dólares (9 mil 353 millones de euros), según la clasificación anual elaborada por la publicación especializada Latinvex a partir de 500 empresas.
Es decir, Pemex está a años luz de Petrobras, que obtuvo el año pasado unos beneficios de 10 mil 061 millones de dólares (7 mil 290 millones de euros).
A COLACIÓN
Hay rumores en el parqué madrileño, no son tan fuertes como para tirar la acción de Repsol, las voces son tibias y aseguran en España que Pemex tiene la orden directa del presidente Peña Nieto de vender el 9.3% de Repsol.
En México, nada se sabe aún. En España, se dice que la pasada reunión del Consejo de Administración, hace unos días, no gustó nada a los representantes de Pemex.
Brufau que ha recibido todo tipo de presiones por parte de los accionistas mexicanos para que dimita y se marche, logró imponer a Josu Jon Imaz, en la cúpula de Repsol.
Para muchos la lectura es que Jon Imaz será el sucesor de Brufau. Curiosamente, hace unos días, nadie de Pemex se personó en la junta concitada y hasta los representantes de La Caixa se vieron sorprendidos por la propuesta “repentina” de incluir a Josu Jon Imaz en el seno del consejo.
Hasta el momento no se sabe si es cierto o no que Pemex venderá su participación en Repsol, a estas alturas resultaría absurdo salvo que la petrolera mexicana primara la liquidez por encima de la estrategia.