Memorias de un huapanguero: don Reynaldo Mota Molina, investigador, periodista y promotor cultural de la Sierra Gorda de Querétaro (5)

Pues sí se puede hacer, desde luego que sí, no lo había pensado, no lo he pensado, la verdad, hasta ahorita que lo mencionas, no se me había ocurrido, pero se puede hacer, naturalmente que se puede hacer…

Sí, por eso le decía de un fin práctico, pues para sacar 100 sones, por lo menos, supongo, hay que consultar unos 40, 50 discos, ¿no?

Sí, un montón, no recuerdo cuántos, pero sí…

Y otro aspecto: para encontrar ahorita esos discos…

Sí, pues no se me había ocurrido, pero ciertamente, así como empecé la biografía gráfica que te comento, pues porque en esa biografía están desde mis primeros años hasta el momento, no recuerdo si fue a los 75 o a los 78, pero bueno, ahí están, y ciertamente podría hacerse algo, desde luego que sí, se me está ocurriendo a lo mejor una especie de video retomando algunas partes de los audios y gráficos, que son desde luego la mayoría.

Me gustaría que hiciera una especie de reflexión acerca de lo que ha sido su vida desde quizás el momento aquel de los dos años en que escuchaba alguna pieza musical y se le quedó grabada, pasando, claro, por lo de Amatlán, que, como dijo, marca un parteaguas en su vida; no sé, respóndame también a manera de improvisación.

Sí, yo siento que es mi amor por México, lo puedo sintetizar así, me explico un poquito, hace algunos meses Angeluchy Sánchez, no sé si la conoces…Sí, de San Juan del Río, ¿no?Ajá, de San Juan del Río, sí, ella organiza cada año un encuentro de músicos de huapango, algo así, entonces ella me había invitado para… bueno, tiene establecida también una presea, es una rodela chichimeca hecha en la cantera de Querétaro y me había invitado para recibirla, ella le llamaba homenaje, y pues a Angeluchy la quiero mucho, la conocí desde que era una niña, desde que tenía… no sé, unos 14 años, creo, por ahí así, a ella y a la familia, desde luego, pero me dio mucha pena rechazarla, le dije: “Mira, lo que pasa es que todo esto que hago y que he hecho y que llevo tan profundamente, por ejemplo, la música de huapango, la música tradicional, lo que me da una esencia de México es porque me nace, es porque lo llevo dentro, es porque amo intensamente a mi patria”… Me duele profundamente lo que vive mi patria en la actualidad, me duele pero hasta la médula, hasta lo más profundo, lo más íntimo, lo más profundo que puede haber en el alma y en el corazón y en la mente; y bueno, esto que he desarrollado a través de todos estos años, esto por difundir, por preservar en su esencia estas cosas, todo este acervo musical y documental y también literario que llevo dentro. ¿Por qué ocupa un lugar tan importante en mi biblioteca la historia de México, los libros que se refieren a México? Porque quisiera conocerlo lo más profundamente posible, porque lo llevo dentro, porque lo siento dentro, porque es lo que me da vida, y como en alguna ocasión le hacía yo mención a una de mis hijas, recordando el poema de López Méndez donde dice: “Si conozco tu cielo es por tu cielo”, y ésta es la verdad y ésta es la esencia que siento yo de mi patria. ¿Qué puedo hacer por ella? Rebelarme, que no faltan ganas. ¿Morir por la patria? Finalmente sería lo más alto y lo más grande, pero no vale la pena, al menos actualmente, y creo que no la ha valido, allí están los grandes próceres, los grandes héroes que son traídos y llevados, pero casi como banderas políticas, entonces para qué, finalmente qué cambiaron. México hoy está viviendo lo que estaba viviendo en la época de la Revolución, lo que estaba viviendo en la época de la Independencia, y seguimos igual, creo que peor, dar la vida por eso no vale la pena, quisiera hacerlo tal vez, pero no vale la pena. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Bueno, pues preservar su esencia, difundir su esencia, y si esto lo logro a través de la música, del huapango, con esto le estoy retribuyendo algo a mi país, algo a mi patria, algo de lo que me ha dado toda la vida y que llevo profundamente dentro de todo mi ser, dentro de mi propia alma, entonces si eso es lo esencial, eso es, por eso, cuando vino Santiago a notificarme lo de la presea le decía lo mismo; me preguntaba que qué sentía y le dije: “Pues mira, la verdad lo siento inmerecido porque recibir esta presea por algo que me nace hacer, que lo hago porque me brota del alma y todavía encima recibir una presea, pues no es por eso que lo hago ni muchísimo menos…”. Por eso me dio mucha pena con Angeluchy, rechazarle pues el ofrecimiento; además, ahí no tenía mayor particularidad; en el caso de Amatlán, como se lo aclaré a ella, pues bueno, finalmente participé en su organización, en su desarrollo inicial ciertamente, hay un trabajo hecho, de otro modo pues no, para mí no tiene sentido, y en el caso de Amatlán por eso decidí recibir la presea, porque finalmente sí, junto con don David, hay un trabajo hecho.

Quiero preguntarle, maestro, cómo se sostiene, recuerdo que una vez platicaba con don Fortunato, en paz descanse, y él me decía que también era campesino… En su caso, prácticamente es un investigador independiente…

Pues principalmente ha sido el desarrollo de mi carrera; vamos, originalmente soy administrador de empresas y éste fue mi trabajo desde que estaba yo estudiando, y pues ése fue mi trabajo de de toda la vida hasta los 50 años más o menos, en los que estuve en la ciudad de México, de allí me nació la inquietud de… porque visitaba aquí en la sierra a mi hija Adriana que se había venido para acá, ella terminó su carrera de veterinaria y se vino, y venía yo cada 15 días a visitarla. Entonces me hizo vislumbrar nuevos horizontes, inicialmente traté de desarrollar alguna actividad que encajara con lo que había hecho toda mi vida, pero pues no, obviamente aquí son otras cosas; sin embargo, aquí trabajé creo que alrededor de unos casi 10 años en DICONSA, aquí en la sierra había un almacén y, bueno, me hice cargo de ese almacén… Ahí estuve trabajando como 10 años, después y ya desde entonces desarrollaba alguna actividad periodística en la que era más que todo casi emblemático lo que escribía porque no era la intención precisamente vivir de eso, y actualmente pues es mi pensión jubilatoria que tengo, junto con las actividades periodísticas o de este tipo que he desarrollado, porque de la cultura, pues esto ha sido ponerle y ponerle y darle y darle y darle…

Maestro, para concluir, cuénteme algunas anécdotas de sus encuentros con huapangueros legendarios, como don Fortunato, don Lupe Reyes, don Heliodoro Copado y otros.

Quisiera destacar algunos aspectos del contacto personal que he tenido el privilegio de compartir con algunos amigos huapangueros a lo largo de algo más de treinta años en el ámbito arribeño y huasteco. Por ejemplo, el motivo de adentrarme en el conocimiento y promoción del huapango arribeño fue el hecho de saber que de los tres estados de la república que conforman la zona arribeña —Zona Media de San Luis Potosí, noreste de Guanajuato y norte de Querétaro—, nuestro estado era el que contaba con un solo poeta reconocido por su calidad poética: don Lupe Reyes, con la característica de ser una persona ya mayor y el enorme valor de ser un campesino genuino de toda su vida; digo esto porque una de las características de la poesía decimal arribeña es precisamente su origen campesino, y no se vislumbraban, aun ahora, poetas de relevo. Así, establecí el Programa Cultural Al Rescate de Nuestras Raíces, que tengo registrado, con el objetivo de promover, difundir y preservar la esencia natural del huapango arribeño y del huapango huasteco en sus cualidades de música, trova, canto, baile y vestimenta, y del patrimonio cultural de la Sierra Gorda de Querétaro. Dimos inicio, con la colaboración de muchas personas, a un programa radiofónico con huapangueros en vivo y más adelante a los festivales de huapango, siempre con el epígrafe: “Al Rescate de Nuestras Raíces”, también registrado por tu servidor. Tuve la fortuna de cultivar una amistad profunda con don Lupe y su familia y de colaborar para que se le reconociera como Premio Nacional de Ciencias y Artes 2006 en la categoría de Artes y Tradiciones Populares. Con don Fortunato Ramírez Camacho (Q.E.P.D.), él me concedió el privilegio de haber sido de las primeras personas que me brindaron su amistad abierta y sincera cuando llegué por estas tierras de la Sierra Gorda. Su carácter jovial, bromista y trovero fue un agasajo siempre que salimos en algún viaje. Anécdotas tenía mil… Por ejemplo ésta: “Yo cada que voy a misa hago versos de las palabras bíblicas que pone el señor cura. En una ocasión hice versos que le dije al padre Concho, que le gustaron y los escribió, y se me ocurrió platicárselos a mi esposa, veníamos ahí por la Saldiveña. Le dije: ‘Oye, me hice dos versos” y ella me dijo: ‘A ver, dímelos’.  ‘Pues ahí te van (yo muy saleroso, muy orgulloso):

Viva mi Dios poderoso/ Donde está la humanidad, / Tu Santo Nombre es glorioso/ Por tu linda Santidad/ Y Tú no eres orgulloso/ Nos enseñas la verdad.

Tú como Rey Soberano/ Consérvanos en tu paz,/ Bendícenos con tu mano,/ Tú que allá en el cielo estás,/ Tu bendición no es en vano/ Pues del cielo nos la das’.

Y me dice mi señora: ‘Están bonitos tus versos, muy humanos, pero como ya estás viejo le andas haciendo versitos a Dios para que te perdone, como si Dios es curtidor, para que le entregues el puro cuero’. Y le digo: ‘Oye, pues te voy a hacer uno del puro cuero, y ya lo tengo:

Dios mío, por Ti recibí/ El don de ser huapanguero,/ Enamorado viví/ Y enamorado me muero,/ No esperes nada de mí,/ Confórmate con el cuero”.

Tuve también la fortuna de colaborar para que se le reconociera como Premio Nacional de Ciencias y Artes 2005 en la categoría de Artes y Tradiciones Populares y de acompañarlo a recibir la presea Sol Poniente de Amatlán en 2009. Con don Lupe Camacho (Q.E.P.D.), Paty y Chabe del trío Las Flores de las Huastecas, de San Joaquín, hicimos clic desde que nos conocimos en un convivio en Villa Riviera de Arroyo Seco. Los acompañé en algunas de sus presentaciones, en Amatlán, por ejemplo, incluso en Camargo, cuando Paty y Chabe integraban el grupo Mercurio de género grupero, valga la redundancia, alternativo de la música de huapango y campesina que desarrollan hasta la fecha. De don Heliodoro Copado (Q.E.P.D.) siempre tendré presente su gran estatura de virtuoso del violín: en una edición del concurso de huapango de San Joaquín, hace varios años, se suscitó una gran inconformidad del público por la decisión del jurado calificador en el otorgamiento del primer lugar a una pareja de Tamaulipas, cuando en la opinión de todo el auditorio correspondía a una pareja de Veracruz. Era una rechifla generalizada y los ánimos estaban a punto de exaltarse cuando don Heliodoro de Los Camperos de Valles empezó a tocar ‘Tarantella’, una pieza del folclor italiano, con tal virtuosismo que fue imponiéndose paulatinamente hasta lograr calmar a la audiencia y hacer que ésta guardara absoluto silencio admirando el arte extraordinario de su violín, olvidando las diferencias. Siempre le estaré agradecido porque en el Festival de Huapango “Al Rescate de Nuestras Raíces”, que organizamos en su honor, tuvo la deferencia de tocar por primera vez en público, después de la desafortunada embolia que sufrió durante una gira por Estados Unidos, con el son huasteco ‘El caimán’. De ese tamaño fue don Heliodoro Copado. Mi admiración perenne al Trío Armonía Huasteca —decano de los tríos huapangueros— don Frumencio (Q.E.P.D.), Chucho y Abraham (Q.E.P.D.), por su calidad artística y porque fueron ejemplo de calidad humana y profesional durante los más de cincuenta años de vida artística en que permanecieron juntos desde su integración. Del trío Tradición Serrana de Perfecto López, uno de los mejores trovadores de la sierra queretana, tengo la enorme satisfacción de haberlos presentado en el ‘Encuentro de las Huastecas’ de Amatlán hace ya algunos años, y ser testigo de que gracias a su gran calidad el público se puso de pie para ovacionar su actuación; algo insólito en Amatlán o que al menos nunca he vuelto a ver en esa gran fiesta de huapango. Fue durante la época en que Querétaro tuvo importante presencia en dicho encuentro. A Soraima y sus Huastecos les tengo especial cariño. Fui uno de los padrinos de la boda de Soraima y Santiago. A ella la conocí en Ciudad Valles cuando estaba aprendiendo a tocar la guitarra huapanguera con el maestro Tomás Gómez Valdelamar. Los Brujos de Huejutla es otro gran trío huasteco que admiro y guardo singular afecto a César y Germán Hernández Azuara. Ellos y todos los mencionados participaron en varios de los Festivales de Huapango ‘Al Rescate de Nuestras Raíces’ que organizamos en diversas comunidades de la sierra queretana, particularmente en Ahuacatlán de Guadalupe, que se volvió sede de dichos festivales.

De este modo concluye la entrevista realizada al maestro Reynaldo Mota Molina. Sin embargo, no termina aquí esta serie dedicada al generoso promotor cultural independiente de la Sierra Gorda de Querétaro, pues aún nos falta una o dos entregas más, en las que mostrará, mediante la respuesta a unos cuestionarios ad hoc, sus gustos artísticos. Entonces, continuamos…

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Fotos: Con los músicos y trovadores Ángel González, Fortunato Ramírez (Q.E.P.D.) y Lupe Reyes.

Con el trío Armonía Huasteca.

Cortesía Reynaldo Mota Molina.

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