“Museo del Juguete Antiguo” ubicado en la Colonia Doctores de la capital mexicana resguarda más de 40 mil valiosas piezas

Creado en 2006 por el arquitecto mexicano Roberto Shimizu, el museo no solamente conserva juguetes mexicanos, sino que tiene piezas procedentes de otras partes del mundo, y, además de juguetes, hay elementos de la vida cotidiana que dan cuenta de la historia industrial de México.

“Los museos guardan piezas que ni tú ni yo tuvimos. Nosotros tuvimos las cosas de la calle, y nadie guardó las cosas de la calle. Con el museo nos hemos dado cuenta que esto es un verdadero patrimonio, no sólo de juguetes, sino de la historia económica e industrial de México”, comentó Shimizu en una entrevista.

Shimizu fundó el museo hace ocho años para asegurarse que sus hijos cuidaran la colección que lleva formando desde niño. “No quería que todo esto acabara en ventas de garaje. Hay más de 40 mil piezas expuestas, pero es una colección personal de millones”, agregó.

El arquitecto contó que sus padres emigraron desde Japón y abrieron una tienda entre dulcería y papelería en la colonia Doctores.

“Yo guardaba juguetes y los echaba a las bodegas, si no, no hubiéramos cabido porque vivíamos en un departamento. La colección se fue haciendo así por muchos años” explicó.

Los primeros juguetes con los que empezó la colección fueron carritos a escala Matchbox, que Shimizu todavía conserva en una de las repisas del museo.

“Eran carritos tan bonitos que todo mundo los jugaba y los guardaba. Matchbox es el parteaguas para coleccionar juguetes, y de ahí yo empecé a guardar cosas que vendía mi papá y otros juguetes que venían de Japón”, comentó.

Aunque al principio iba a mercados y “tianguis” en busca de piezas para añadir a su colección, dijo que ahora muchos comerciantes llamados “chachareros” acuden a él para ofrecerle piezas y juguetes que le interesan.

“Tenemos una relación muy especial con los “chachareros” porque ellos saben qué piezas tenemos y cuáles no. Cuando nos venden algo, saben que se va a quedar aquí, porque mucha gente las vende en el extranjero”, aseguró.

Para llevar un control de la colección, cada mes se hace un registro de las nuevas piezas que ingresan al museo. Shimizu tiene incluso los primeros cuadernos que llenaba a mano con la descripción, el costo, los materiales, el nombre del vendedor y un dibujo de la pieza.

Entre los juguetes del museo hay luchadores, muñecas Barbie, aviones y trenes a escala, juegos de mesa, muñecos del comediante Cantinflas y del personaje del Chapulín Colorado, robots japoneses, vaqueros, detectives y espías, entre muchos otros.

“En número de piezas debe ser la colección de juguetes más grande del mundo”, señaló su fundador.

Una de las características de las que se enorgullece Shimizu es que el museo se ubica a la colonia Doctores. “Mi familia ya tiene más de 70 años aquí. Tuve un ofrecimiento muy serio para irnos a Polanco y dije que no”, apuntó.

“La mayoría de los museos son edificios muy pomposos, pero poco accesibles a la cultura popular, y este es un museo de cultura popular. La Doctores es la colonia más rica en la historia de México y yo me quiero quedar aquí”, añadió.

Entre las nuevas exposiciones que quiere montar está una de 900 muñecas Barbie hechas en México, otra dedicada a juguetes mexicanos y otra al Santo, uno de los luchadores mexicanos más famosos de la historia, protagonista de varias películas entre los años 60 y 80.

“Nos han enseñado mal de historia: la lotería, el balero, el yo-yo, el trompo o las canicas no son juguetes mexicanos, son juguetes que vinieron con la Conquista y de otros lugares, y que hemos vestido de mexicanos”, explicó.

“El único juguete 100 % hecho en México son los luchadores con su ring”, agregó el arquitecto.

Sobre la sala dedicada al Santo, dijo que la viuda del luchador les dejó “casi toda su parafernalia”, pero aún no han podido montarla.

La colección de Shimizu se ha sido comparada con la del fallecido escritor Carlos Monsiváis, un gran coleccionista, además de cronista y ensayista de Ciudad de México.

“Monsiváis dijo que el día más feliz de su vida fue cuando empezaron a clasificar su colección, él no sabía ni lo que tenía. Él coleccionaba obra gráfica, nosotros coleccionamos juguetes. Él es el intelectual, el escritor, pero el pinche coleccionista soy yo”, señaló Shimizu.

Hasta ahora, el objetivo de Shimizu se ha cumplido, pues su hijo mayor, también arquitecto, ya participa en la conservación del museo, y ha realizado varias actividades culturales.

“Vamos a abrir nuevas residencias en el museo. Vienen muchos artistas y lo que queremos es darles un espacio durante un mes para que expongan, que paguen una especie de renta trabajando aquí, pero que también puedan producir obra y quedarse a dormir”, comentó a Efe Shimizu hijo.

“Hemos colaborado con muchos artistas, un músico austríaco hasta hizo una ópera inspirada en el museo. Es increíble que artistas de muchas disciplinas se sientan identificados con nuestra labor”, añadió.

 

Fuente: (Agencias)

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