Putin, su leitmotiv

No cabe duda que, desde 1970, los reacomodos geoestratégicos en la esfera global han estado impulsados por las energías fósiles. Muchas guerras civiles, revueltas, muertes y asesinatos de líderes y también fracasos de integración panárabe han tenido como ingrediente de fondo el apetito por el petróleo.
Es curioso que, en los últimos diez años del siglo XX,  arreció el discurso de los organismos internacionales  a favor de las energías renovables, el gas,  gas natural  y el ahorro en el consumo energético.
Ya no fue sólo el petróleo la ambición y la motivación. Lo más interesante también deriva en el cambio del ritmo entre los países productores, exportadores e importadores de petróleo.
Que Estados Unidos esté al punto de convertirse en un país autosuficiente en la materia es digno de un análisis acucioso,  la forma en cómo una economía catalogada de las más importantes del mundo por su PIB como por su participación en las exportaciones e importaciones del planeta ha modificado la dinámica energética de dependiente hacia casi autosuficiente por sus elevadas reservas y recambio en  la política energética implica una profunda lección para muchos países.
Me refiero a México y otros más que por décadas porfiaron la obtención de sus recursos primordiales con base a la monoproducción y monoexportación energética. Que creyeron  tendrían un poder denodado por poseer el llamado oro negro y que un buen día, de la noche a la mañana, pasaron a sufrir una serie de embates internos por el efecto cíclico del mercado del crudo y peor todavía a convertirse de exportadores en importadores.
A COLACIÓN
¿Qué pasa ahora con Rusia? Si alguien pensaba que  los reacomodos en el mapa geopolítico y energético habían concluido con la caída de Saddam Hussein en Irak, estaba totalmente equivocado.
Y es que a pesar de toda la energía eólica, hídrica y nuclear;  el carbono, petróleo y gas, son imprescindibles para el aparato productivo del mundo.
Recientemente Irán se salvó de la intervención de Estados Unidos, curiosamente, por la mediación de Vladimir Putin, presidente de Rusia, quien aconsejó sanciones y no invasión a Irán, al presidente Barack Obama, mandatario de Estados Unidos. Debido a que, las consecuencias del hecho, podrían ser funestas.
Lo que pasa es que hemos llegado a tal punto  que los negocios energéticos  entrelazan a Irán, Rusia y China.
Con la reciente carga beligerante de Rusia hacia Kiev y los intentos de Crimea por anexarse “voluntariamente” a Rusia, aparentemente podría observarse el conflicto desde un punto de vista político o étnico, empero, sigue siendo energético.
No hay organismo internacional que no reconozca que, después de 2030, Estados Unidos contará con las reservas petroleras suficientes para autoabastecerse y también habrá un recambio energético relevante cada vez más visible gracias a la energía eólica, fotovoltaica, nuclear e hídrica.
Todavía es una potencia guste o no. La pregunta entonces deriva hacia otras economías relevantes en el planeta tales como India, China o Rusia.
Por eso es que Putin, un ex miembro de la KGB, ve el futuro de Rusia  más negro que el propio color del petróleo.  Ucrania es únicamente el pretexto para retomar el control de los insumos energéticos en la otrora URSS.
Además Putin busca a toda costa proteger a Gazprom,  paraestatal rusa, considerada la mayor empresa extractora de gas natural en el mundo y mayor compañía rusa.
¿Qué pasa con Ucrania? El país está quebrado y acumula una importante deuda con la rusa Gazprom. Algo más de 1 mil 890 millones de dólares.
Los tambores de guerra retumban al ritmo del “pretexto de impago” para Putin es la baza, para Europa cavar su propia tumba porque la Europa del Este, primordialmente Alemania, depende del gas ruso bombeado a través de Ucrania.
Nadie se atreve a reclamarle a Putin su asonada bélica, ni su injerencia o intento de apropiación ilegal de otro país y de sus recursos. Estados Unidos y el FMI lo que han hecho es prestarle dinero a Ucrania a fin de que pague su adeudo multimillonario a Gazprom y quitarle así el pretexto invasor a Putin. Nada más que él no quiere el pago de la deuda, sino el control absoluto del gas.

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