Empleo, ingreso y globalización

Va siendo más dañina por cuanto deprime el costo salarial de la mano de obra, calificada y no calificada, e incluso de las profesiones. La competencia por costos es otra premisa dolorosa de la globalización.
La propia Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que el crecimiento económico mundial no alivia la generación de empleos de calidad necesarios para avanzar hacia la reducción de la pobreza.
De acuerdo con la OIT dicha tendencia mundial se manifiesta en forma diversa al considerar indicadores como creación de empleos, productividad, mejora salarial y reducción de la pobreza en diferentes regiones del mundo.
Desde una perspectiva mundial, la mitad de los trabajadores no obtienen suficientes ingresos para superar, ellos y sus familias, el umbral de la pobreza, que se cifra en dos dólares diarios.
La OIT señala que la globalización aún no ha creado suficientes oportunidades de empleo decente y sostenible en el mundo.
El organismo analiza que si bien en algunas zonas de Asia la expansión económica está promoviendo un crecimiento sólido del empleo, en otras zonas, como África y en algunas partes de América Latina, se observa un número creciente de personas que trabajan en condiciones menos favorables, en particular en el sector agrícola.
Asimismo, para millones de trabajadores, los nuevos empleos apenas proporcionan ingresos muy por debajo de lo que cabría calificar de trabajo satisfactorio y productivo.
En la última década el número total de trabajadores que viven con menos de dos dólares al día no ha descendido, hace dos años era de mil 380 millones de trabajadores, con la crisis global aumentó
Para el caso de México, la situación se ha deteriorado en lo que respecta a productividad y los  costos laborales unitarios siguen siendo muy inferiores a los de Estados Unidos, el principal socio, debido a que también se ha registrado un descenso de los niveles de compensación laboral.
A COLACIÓN
La  Real Academia de la Lengua Española define el término globalización como: “La tendencia de los mercados y las empresas a extenderse alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales”.
Por su parte, la enciclopedia libre de Internet,  la define como: “El proceso por el que la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unifica mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. Los modos de producción y de movimientos de capital se configuran a escala planetaria, mientras los gobiernos van perdiendo atribuciones ante lo que se ha denominado la sociedad en red.”
Por ende, sea el capital sin fronteras, el poder de las multinacionales o el mundo sin barreras ante la tecnología y la penetración de Internet, la globalización proclama el poder del individuo sobre la colectividad, por esa razón peligran sindicatos y  asociaciones de agremiados.
Además es palpable cierto  desasosiego en “la ciudadanía global” ante una serie de promesas de bienestar no cumplidas por la globalización, porque ante la competencia individual, sin sindicatos de por medio, es la fuerza de trabajo la que mayores costos paga y pagará al seguir perdiendo sus conquistas sociales.
La parte más endeble ante la globalización es el trabajador y seguirá siéndolo en este desequilibrio mundial, de manera más acuciosa en detrimento del joven trabajador.
En contraparte, multinacionales y la ola de transnacionales, poseen una mayor penetración geográfica sin trabas continentales, posesionándose de los mercados, segmentos y nichos de consumidores. El poder económico transnacional igualmente ejerce una influencia en los mercados locales, en decisiones políticas, financieras, sociales, culturales, ambientales, cambios de usos y costumbres; prolifera una nueva filosofía del consumo-bienestar-felicidad como bandera del progreso.
La globalización ha servido para fincar una nueva estructura del mercado laboral que sepulta la que otrora vivió la generación de nuestros padres.

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