Cola articulada de un hadrosaurio, en Coahuila y la ciudad prehispánica de Chactún, en Campeche enriquecen nuestro patrimonio

Este año, los hallazgos abarcaron las vértebras de un hadrosaurio en Coahuila, arte rupestre en Nayarit, así como vestigios de arquitecturprehispánica en Campeche, Veracruz y la Ciudad de México.

Además, se ubicó un buque que naufragó en las costas de Yucatán en 1949; se confirmó que El Castillo de Chichén Itzá, Yucatán, es un marcador astronómico, y se detectaron dos cavidades en el interior del Templo de las Inscripciones en Palenque, Chiapas; entre otros.

En el sureste de Campeche un equipo de expertos descubrió la ciudad prehispánica de Chactún, compuesta por tres complejos monumentales con numerosas estructuras de tipo piramidal y palaciegos; dos juegos de pelota; patios; plazas; monumentos esculpidos y áreas habitacionales. La estructura más alta mide 23 metros.

Se cree que la urbe de 22 hectáreas era el centro rector de una vasta región de entre los años 600 y 900 d.C. En el mismo sitio, se encontraron 19 estelas mayas. Su importancia reside en la información que aportan sobre los antiguos habitantes, teniendo en cuenta que en esta área, ubicada al norte de la región del Río Bec, no abundan los registros epigráficos.

Al sur de Mexicali, Baja California, se descubrieron ocho sitios arqueológicos en los abrigos rocosos de la Sierra del Mayor, que tienen una antigüedad de 400 a 7,000 mil años y están vinculados con la cultura cucapá —una de las cuatro etnias yumanas—, donde además se han hallado huesos de animales (algunos extintos), cerámica y lítica.

También en Baja California, al norte de Ensenada, los arqueólogos del INAH localizaron 109 sitios arqueológicos con una antigüedad de 3,000 a 1,700 y 1,200 años; de los cuales 104 son de tipo concheros y campamentos estacionales, que ocuparon cazadores-recolectores-pescadores; y cinco más se ubican en los valles intermontaños, dentro de la comunidad indígena kumiai de San Antonio Necua, uno de ellos con presencia de pinturas rupestres.

En Teotihuacan, Estado de México, en la cúspide de la Pirámide del Sol se descubrió la escultura más grande de Huehuetéotl, dios viejo o del fuego, el cual tiene 58 centímetros de altura, pesa alrededor de 190 kilos y aún conserva pigmentos; mientras que en el interior de una fosa se detectaron dos estelas completas de piedra verde y un fragmento de otra, que probablemente decoraban hace 1,500 años el templo que coronaba a esta estructura.

Este año también se registraron algunos hallazgos paleontológicos. Se trata de las 50 vértebras completas de la única cola articulada de dinosaurio que se ha descubierto hasta el momento en México, de 75 millones de años. Los restos, que fueron localizados en el municipio de General Cepeda, Coahuila, incluyen huesos largos y de la cadera, pertenecientes a un hadrosaurio o pico de pato con cresta.

Asimismo, se descubrió un complejo panel de petrograbados en el lugar conocido como “Cantil de las ánimas”, en Tepic, Nayarit, el cual mide casi cuatro metros de largo por dos de ancho, probablemente tallado entre los años 850 y 1350 d.C. Se trata de representaciones de fertilidad y cráneos, cuya iconografía se relaciona con la tradición pictórica de los grupos del complejo cultural Aztlán, que data del 850-900 d.C y hasta el 1350 d.C.

También se realizaron hallazgos bajo el mar en el sureste mexicano. Cerca de Yucatán, especialistas de Arqueología Subacuática localizaron los restos del buque británico HMS Forth, que se hundió en 1949, a una profundidad de 18 metros, al norte del Arrecife Alacranes. De igual manera, en la temporada de mar 2013, ubicaron 14 naufragios más de los siglos XIX y XX.

En la capital mexicana, 40 metros al suroeste del Museo Nacional de las Intervenciones en Churubusco, Coyoacán, un equipo de salvamento arqueológico localizó una plataforma mexica de un sólo nivel; una ofrenda prehispánica; vestigios de arquitectura virreinal y pertrechos utilizados durante la Invasión Norteamericana en 1847.

También en la Ciudad de México, en el predio de Mayorazgo de Nava Chávez frente al Templo Mayor de Tenochtitlan se descubrieron restos de siete aves espátula rosada en las ofrendas 99, 101, 104, 120, 128 y 141.

Este hallazgo es relevador, ya que esta ave se relacionaba con soberanos difuntos y tenía connotaciones solares, según datos proporcionados por los cronistas Alvarado Tezozómoc y Durán, quienes señalaban que los gobernantes fallecidos eran cremados y depositados en el Cuauhxicalco, frente al Templo Mayor.

En el mismo predio, en la ofrenda 137 se recuperaron 28 cuchillos de pedernal ataviados como guerreros, una vasija en forma de Tláloc y 800 conchas y caracoles, objetos colocados dentro de una caja de sillares bajo tres lajas de andesita. El depósito data de hace 500 años.

De igual forma, en las calles del Centro Histórico de la capital mexicana se encontraron tres entierros, ofrendas y restos de pisos que tienen una antigüedad de más de 500 años; restos de canales de los siglos XVIII al XX; y fragmentos coloniales, esto luego de trabajos de actualización de la red eléctrica, que supervisa el INAH. Las excavaciones van de los 30 centímetros hasta los 3 metros de profundidad, y de 1.20 hasta 5 de longitud.

Los especialistas también se apoyaron de la tecnología para realizar investigaciones. En Teotihuacan, por ejemplo, el robot Tláloc II-TC ingresó al último tramo del túnel ubicado bajo el Templo de la Serpiente Emplumada, allí detectó la existencia de por lo menos tres cámaras al fondo del conducto.

Ahí mismo, en las dos cámaras laterales ya conocidas, ubicadas a 74 metros de los 120 de largo que tiene el túnel, se descubrieron parte de los muros de adobe, una ofrenda atípica compuesta de menos de un centenar de esferas metálicas (pirita que por la oxidación se convirtió en jarosita) con núcleo de arcilla con materia orgánica, colocadas hace 1,800 años.

En el sureste del país, en Chichén Itzá, la observación con base en valores de orientación y del paso cenital del Sol por El Castillo –que se registra los días 23 de mayo y 19 de julio–  permitió confirmar que esta estructura es un marcador astronómico y centro de un cosmograma, que en sus cuatro puntos cardinales se alínea con los cenotes Sagrado, Holtún, Xtoloc y Kanjuyum.

A 20 kilómetros de Chichén Itzá, en el sitio maya de Xtojil, se recuperó una decena de entierros junto con 30 piezas de cerámica, la mayoría colocados dentro de cistas, probablemente de entre los años 600 y 800 d.C.

En Palenque, durante una exploración con radar en el Templo de las Inscripciones, se detectaron dos cavidades en la parte frontal del edificio que miden de dos a tres metros; además se corroboró que la cripta de Pakal II no descansa sobre la roca original, lo cual apunta a que la cámara fúnebre no fue el punto de partida para erigir la estructura.

Por otra parte, en Ocuituco, Morelos, en el Convento de Santiago Apóstol, especialistas encontraron 14 osamentas de los siglos XVI al XVIII. Aquí sobresale un enterramiento infantil, en el cual convergen las tradiciones funerarias virreinal y prehispánica, porque los restos estaban depositados dentro de una caja de madera con clavos y tenía en su interior dos figurillas de cerámica.

Finalmente, en el atrio de la Catedral de San José en Tula, Hidalgo, se encontraron vestigios arquitectónicos de la primera mitad del siglo XVI y restos de construcciones con rasgos toltecas, que tienen de 500 a 1,000 años de antigüedad, las cuales fueron modificadas un par de siglos después por los mexicas.

Fuente: (INAH)

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