Azteca 21 entrevista a Vivian Mansour, autora de “Había una vez pero al revés/Cuentos de cabeza”, libro de cuentos para chicos y grandes

 

En la pasada edición de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) presentó su más reciente publicación, “Había una vez pero al revés/Cuentos de cabeza” (Ediciones El Naranjo/Círculo Editorial Azteca, México, 2013). En la primera parte de este libro (que, de hecho, es dos en uno) aborda o retoma cuentos clásicos infantiles y les da un aire moderno, vital, cercano; en la segunda, pone a personajes adultos en situaciones que los invitan a ser o a actuar como niños, mostrando que no hay nada de retrógrado en ello. Las ilustraciones de este bello libro corrieron a cargo, respectivamente, de Mariana Villanueva y Estelí Meza. A continuación, una charla con la escritora.

Vivian, ¿cómo empezaste a leer? Pienso que no necesariamente fueron los cuentos que después transformarías a formas modernas, personales, propias, presentes en tu último libro; es decir, ¿cómo te fuiste haciendo lectora cuando eras niña?
¿Desde que era niña?
Sí.
Bueno, tuve la suerte de que mi papá era un gran lector, los domingos, por ejemplo, en lugar de ir al mercado y a los malls, íbamos a las librerías de viejo del Centro, mi papá me permitía elegir lo que yo quisiera, que eso fue de mucha ayuda, no me obligaba a ningún criterio de lectura y él elegía un libro y yo el mío. Entonces tuve la suerte de venir de una familia de lectores y eso pues definitivamente ayuda. El primer libro que leí fueron “Las mil y una noches”.
¿En serio?
Pues sí, porque antes también no había una oferta literaria para niños tan especializada, sino que había libros de todo.
¿Recuerdas la edición? Había una en Editorial Sopena de Barcelona, España, muy bella.
Así es, así es. Yo nunca leí adaptaciones para niños, que también eso es interesante. Seguramente había, pero yo no leía ni resúmenes ni nada de eso, ni había una especialización para el público, eran dos tomos enormes con ilustraciones nada infantiles, muy bonitas, que me encantaron, y me gustó mucho esa idea del cuento sobre el cuento y siete cuentos adentro de una historia, eso me pareció fascinante y además había palabras complicadas. Recuerdo que era así, que me gustaba mucho efectivamente explorar el lenguaje y el vocabulario que no era habitual en otros sectores. Entonces así fue como yo me inicié en la lectura.
Digamos que empezaste a leer a los seis, siete, ocho años este tipo de lecturas…
Creo que sí, pero también es algo interesante, la lectura y la escritura están relacionadas, entonces, así como me encantó el mundo de la lectura de inmediato, me gustó mucho escribir. Siempre recomiendo mucho a los niños y a los lectores que se animen a hacer un diario, por ejemplo, porque yo no tenía…
¿No tenías diario?
Quería uno, yo no tenía nada que decir en ese diario porque mi vida era muy aburrida, entonces me gustaba mucho inventar justamente las aventuras que yo no experimentaba, entonces es un buen ejercicio de creación inventar o reproducir tu vida cotidiana.
¿Desde aquellos años pensabas en darle vida a Vivian, niña aburrida, sacarla de ahí y meterla a un cuento o a una vida fabulosa como la que vive, entre comillas, un escritor?
No, estudié Comunicación, subsistema en Publicidad, entonces me dedicaba a inventar las ideas de los anuncios publicitarios…
¿Copy?
Era copy y director creativo, a mí lo que me interesó al elegir mi carrera era algo que tuviera que ver con el lenguaje y la imaginación. Entonces en 1995 –es una historia muy chistosa– fue la crisis económica, yo tenía mi empleo, lo seguía conservando, pero no tenía nada que hacer porque generalmente cuando hay una crisis el primer presupuesto que recortan es el publicitario, entonces yo estaba en mi oficina sin nada que hacer y vi en el periódico un anuncio donde pedían colaboraciones para el concurso de la FILIJ de cuento para niños, dije: “Ah, no tengo nada que hacer, voy a escribir un cuento que a mí me hubiera gustado leer cuando era niña”, entonces, haciendo uso de las herramientas del lenguaje y de ritmo que me dio el mundo de la publicidad, escribí un cuento con tan buena fortuna que ganó. Siempre digo que esos concursos son muy honestos porque yo no conocía a nadie y mandé mi colaboración con un seudónimo y gané. A raíz de eso, cuando vi publicado mi primer libro, que se llamaba “El peinado de la tía Chofi”, en el Fondo de Cultura Económica, decidí que quería continuar escribiendo, retomando esas historias que me hubiera gustado leer cuando yo era niña, y dejé totalmente el mundo de la publicidad.
Me llama la atención que tras haber empezado y tener en la memoria un libro tan fabuloso como “Las mil y una noches”, qué siguió después, qué seguiste leyendo, ya como lectora por gusto, por decisión, que además tenía la libertad de escoger…
De escoger lo que yo quisiera. Bueno, la verdad yo leí mucho a Hermann Hesse, por ejemplo, me gusta mucho “El lobo estepario”. Los lectores siempre estamos un poco aislados porque el ejercicio de lectura implica soledad y estar desconectados, y siempre hay una complicidad muy bonita entre los que somos lectores. Entonces me sentía como el lobo estepario, totalmente fuera del común denominador de mis compañeros, que no leían más que cosas muy sencillas, leí todo Hermann Hesse y me deslumbró y me gustó muchísimo; bueno, pero también leí novelas de aventura, leí “Los Pardaillan”, yo no sé si todavía existan estas ediciones de Miguel Zévaco, que eran espadachines y me acuerdo que leí toda la saga completa. En lugar de ir a hacer ejercicio al club me la pasaba leyendo y leyendo en los casilleros porque es lo que te atrapa, es lo que hace una buena lectura, que no quieras abandonarla hasta terminar, eso lo disfruté muchísimo. No me arrepiento de haber leído tanto como leí de niña, me arrepiento de otras cosas, pero nunca de haber leído tanto como leí.
Por cierto, ya que mencionaste la cuestión, ¿qué diferencia hay entre empezar a crear para escribir el cuento que te hubiera gustado leer de niña y ahora plantearte como autora, es decir, como creadora de cuentos?, ¿qué es lo que implica, sobre todo que ya no es sólo un cuento, sino una serie de cuentos como los que integran este libro fabuloso que es “Había una vez pero al revés/Cuentos de cabeza”, pues todos son obras acabadas, bien hechas?
Ay, muchas gracias. Sí, pues siempre es un reto, eh, siempre el primer libro que escribes sigue siendo un reto, tienes que sorprender al lector, no puedes repetir fórmulas ni refritear lo que ya tienes, entonces siempre es un nuevo reto, una nueva misión que uno tiene que cumplir a cabalidad y, aparte, uno como autor infantil tiene que ser muy sincero, si tú empiezas ahora sí que a desviar tu camino de honestidad personal, los niños se dan cuenta luego luego. A mí, por ejemplo, cuando me han pedido hacer libros por encargo, no me salen tan bien…
¿Sí los has hecho?
Sí los he hecho, pero no es lo mismo que cuando uno tiene total libertad de creación.
Como éste, que en realidad son dos en uno…
Si, son totalmente libres, yo fui la que se acercó a la editorial, quiero mucho a esta editorial porque hace libros muy hermosos con temas mexicanos y muy propositivos, tanto en temática como en diseño, además, bueno, el ímpetu de Ana Laura [Delgado] es impresionante.
Este libro no es sólo para niños, digo, sí es para niños, pero también es para lectores adultos.
Ah, bueno, es que también es para niños que ya han pasado ese límite, los autores hacemos libros que les gustan a los niños, porque, sí, ya lo pueden disfrutar realmente, pero un libro bien escrito lo puede disfrutar cualquier persona.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Foto: Vivian Mansour con su libro.
Azteca21/Gregorio Martínez M.

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