Alto al desperdicio de alimentos

Veámoslo en un renglón esencial: la comida. Las hambrunas de África ante la sequía y la desertificación bien podrían corregirse tomando acciones de política alimentaria.
¿Por qué no se hace de forma definitiva? A mí juicio, debido a que, también la pobreza y el hambre funcionan como una maquinaria alrededor de la cual opera un negocio que moviliza mucho dinero del que, desgraciadamente, solo una pequeña parte llega para sus verdaderos fines.
En la problemática de la producción y distribución de los insumos alimenticios hay muchas teorías y políticas al respecto, lo cierto, es que estrenamos nuevo siglo y milenio pero siguen sin resolverse las desigualdades e inequidades en torno a los alimentos.
Hoy en día con tantos avances tecnológicos, en la medicina y biogenética, un ser humano que muera por hambre o inanición ante la falta de un sustento, debería estar  prohibido constitucionalmente.
El derecho a la vida también debería incluir el derecho a tener acceso a los alimentos.  Lo anterior lo pongo como punto de reflexión para analizar cuánta comida desperdiciamos de manera voluntaria, cuando en algún otro lugar existe otra persona buscando comida entre los desperdicios de la calle.
Deberíamos tener presente una máxima en la piel: “Lo que a ti te sobra, lo requiere alguien más”. Con la comida sucede todos los días: restaurantes que tiran comida; supermercados, tiendas de abarrotes y por supuesto, hogares.
Las toneladas de comida desperdiciadas son aproximadas, aún así, no dejan de ser escandalosas, por ejemplo, España es el sexto país que más comida desperdicia en el mundo.
“Al año se tiran más de tres millones de toneladas de comida, esto es, 164.47 kilos por persona al año”.
Los demás países de Europa andan por el mismo baremo de allí que en promedio cada europeo desperdicie 179 kilos de alimentos al año.
Por supuesto es una lamentable situación y un doble perjuicio, para la persona que carece del alimento  y para la persona que lo compró porque está mal utilizando dinero de su bolsillo.
Los hogares son una auténtica “coladera” y todo como resultado de una mala planeación derivada de vivir una era del consumismo que impulsa a las personas a gastar sin razonar y sin racionar.
De esta forma, el 50% de la compra del supermercado acabará en la basura, sea porque se caducaron algunos productos o bien por que los más frescos nunca fueron cocinados por una u otra circunstancia.
Recientemente en España, ante el desperdicio de varios  productos con fecha perecedera, diversas asociaciones emitieron un comunicado señalando a los consumidores que muchos productos pueden ser consumidos más allá de su fecha de caducidad, como los yogures, invitando con ello a comerlos antes que arrojarlos al cesto.
No es para menos sugerir que la compra del supermercado se ajuste a las verdaderas necesidades de la familia, también es verdad, las generaciones actuales hemos perdido la capacidad de reutilizar las sobras en otros guisos.
Hace poco platicando con varios amigos italianos me hicieron notar los años difíciles que vivieron no sólo durante la Segunda Guerra Mundial, sino después de ésta, la posguerra fue dura y difícil. Millones de familias sobrevivieron gracias a la polenta.
A COLACIÓN
No hay diferencias en países más o menos desarrollados, para el tema que estamos abordando, desafortunadamente México con sus millones de pobres no repara en la relevancia de evitar el desperdicio.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos (AMBA) todos los días en México se tiran en el país más de 30 mil toneladas de alimentos en buen estado.
Me parece inconcebible, por eso el reproche a la mala distribución de los recursos y por cuanto corresponde a las decisiones de la microeconomía que atañe a personas y familias derivado, insisto, de una mala planeación del gasto y del ajuste a las necesidades reales.
Precisamente, la AMBA, se dedica a rescatar alimentos de los supermercados y centrales de abasto logrando que un millón 300 mil personas coman diariamente en México.
Sin embargo, en definitiva, lo que todos debemos hacer es sumarnos a una modo de vida de “cero desperdicio”. Aquí algunos tips.
1)    Programar el menú semanal para calcular las cantidades exactas.  2) Ir al supermercado con una lista de la compra.  3) Empezar a consumir los productos que caducan más pronto. 4) Ordenar los productos por prioridades. 5) No hacer raciones demasiado grandes.
PD. *Economista. Mi twitter es @claudialunapale. Mi blog es http://claudialunapalencia.blogspot.com

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