La joven autonomía de Banco de México

En el marco de la ceremonia por el XX Aniversario de la Autonomía del Banco de México, el mandatario de la Nación, recalcó que en “los últimos 13 años, la inflación promedio ha sido de 4.3% anual”.
Como eje rector de la política monetaria del país, en definitiva hay un éxito en materia de estabilidad inflacionaria otra cosa muy distinta es la situación de los sueldos, salarios y prestaciones con revisiones anuales muy por debajo de la inflación; esto es, ha sido una de cal por otra de arena.
El costo de oportunidad de mantener inflaciones controladas ha implicado un deterioro en el poder adquisitivo de la clase trabajadora, pero  desde luego sería mucho peor,  vivir con inflaciones galopantes.
Como economista prefiero el esquema actual aunque considero siguen faltando una serie de incentivos para permitir que la clase trabajadora escale en niveles de bienestar.
Pero en sí, resolver esta relación entre inflación y sueldos, salarios y prestaciones, no es tan sencilla, cuesta menos trabajo el  cubo de rubik.
No obstante, es destacable que el Banco de México,  con el tiempo ha ganado mayor autoridad y peso preponderante como brazo de la política monetaria, cada vez enviando señales más claras a todos los agentes participantes en la economía.
De ser “la caja chica de Presidencia” como solía comentarse en los pasillos de Los Pinos, en la actualidad es un banco con un establishment reconocido.
Por mi parte debo subrayar que hemos dejado atrás (y espero que en definitiva) las etapas más negras de la inflación en el país, para unos analizada como hiperinflación, para otros como inflación descontrolada.
La de 1987, con el 159.17%, digamos fue el cenit de la inflación, allí tocamos fondo y fue necesario el Plan Baker, luego el Plan Brady más una serie de presiones por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) para reconducir  la política monetaria de México y darle a su instituto central las bases de su autonomía  a fin de garantizar la estabilidad de los precios por sobre todas las cosas.
Lo de 1987 era el corolario de una etapa desgarradora para el poder adquisitivo de la clase trabajadora en general en cualquiera de sus estratos, el dinero “se quemaba” en la medida que la inflación descontrolaba: 1982, 98.84%; 1983, 80.78%; 1984, 59.16%; 1985, 63.75%; 1986, 105.75%; 1987, 159.17%; 1988, 51.66%.
Digamos que a partir de 1989 empezó a cambiar  la situación. Después de 1994, con la crisis en todo su esplendor un año después, la inflación en  1995  fue de 51.97%, ese año, los mexicanos retrocedimos en materia de precios hasta 1988 y el golpe al bolsillo fue por todos lados: por el lado de la política económica, política monetaria y después por la fiscal.
A COLACIÓN
Muchos jóvenes que ahora están en las aulas en las universidades del país estudiando Economía, leerán al respecto de estos episodios de nuestra economía en los libros de macroeconomía e historia económica de México así como tendencias del desarrollo nacional.
A ellos les quiero decir que yo era estudiante de secundaria cuando mis padres, ambos profesionistas y de clase media, empezaron a tener dificultades económicas para sostener a una familia de cuatro hijas en la década de los ochenta. De esa época recuerdo a mi  mamá y papá, cada uno llevando un carrito de la compra y pagando cantidades de dinero de ceros interminables.  Y la frase recurrente de mi papá, doctor en anestesiología: “Mejor comprarlo ahora porque mañana costará más caro”.
Casi para concluir  la carrera de Economía me pilló la devaluación de 1994 y la magna crisis de 1995, yo  siempre apresurada en todo, desde el segundo semestre de la carrera en 1991 acudí a Banco de México para su examen de selección de estudiantes para su servicio social;  lo aprobé  y  se sorprendieron un poco  por saber que yo cursaba apenas el segundo semestre de la carrera pero logré quedarme casi un año en la Gerencia de Política Monetaria justo arriba de Investigaciones Económicas que en ese año presidía Agustín Carstens. Y recuerdo a don Miguel Mancera, director del Banco de México, con especial afecto.
En el interior todos estaban atentos a Basilea. La verdad es toda una experiencia estar en Banco de México dado que se aprende demasiado,  todos trabajaban en pro de lo que sucedería en 1993: su autonomía.
No puedo más que celebrar lo bien que lo ha hecho Banco de México en materia de política monetaria y la administración de las reservas internacionales garantía de nuestro peso y compromisos para con el exterior.
PD. *Economista y presidente de Consultores en Economía y Educación Financiera.     

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