Costo financiero y de oportunidad de las reservas

Tenemos economistas y políticos divididos al respecto: unos afirman que deberían utilizarse para crear infraestructura en el país y otros consideran viable su acumulación dado que el saldo de las reservas es del 16% del PIB y en otros países, sobre todo asiáticos y también emergentes como Singapur, su impacto es superior al 30% del PIB.
Entonces, ¿hasta dónde deben atesorarse? ¿Cuál es el nivel necesario sin que generen un mayor costo financiero?
En mi opinión, como economista, la respuesta depende más del costo de oportunidad. ¿Cuál es el costo de oportunidad para México de no contar con un nivel de reservas adecuado? ¿Cuál es en términos de costo financiero?
Se trata sobre todo de encontrar el nivel óptimo de reservas. Existen diversas metodologías para resolver matemáticamente la respuesta del nivel óptimo, nada más que curiosamente son algunos países emergentes los que hasta el momento se han planteado tal interrogante.
Países como Colombia han analizado el nivel óptimo de reservas, México no ha hecho lo propio. Quizá, la respuesta debería provenir del propio instituto central.
Lo que sí podemos afirmar es que después del desastre de diciembre de 1994, la política del Banco de México ha sido a favor de su acopio (con algunas excepciones)
Basta recordar que,  en 1996, la Comisión de Cambios decidió que el Banco de México las acumulara en pro de contribuir a la solidez financiera del país.
En el decenio de 1995 a 2005, las  reservas internacionales aumentaron 307% al pasar de 16 mi 800 millones de dólares hasta 68 mil 700 millones de dólares. De 2005, al 30 de agosto de 2013, el saldo incrementó 148 por  ciento.
Como era de esperarse, nuevamente hay voces que apuntan hacia el costo financiero de la ociosidad de los recursos.
A COLACIÓN
Lo volvemos a reiterar máxime cuando el anuncio de la retirada de estímulos en la economía estadounidense está provocando una devaluación de las monedas emergentes en países de América Latina: las reservas internacionales deben preservar su función.
Desde mi punto de vista, las reservas están hechas para funcionar como eso, reservas, para permitirle al país contar con la liquidez y solvencia necesarias para hacer frente a las obligaciones contraídas por México frente a terceros generalmente con acreedores internacionales.
Sirven para pagar la deuda externa, los intereses de sus intereses, cumplir con el calendario de pago de pasivos y amortizaciones, respaldar al peso y la base monetaria, cubrir tres meses de importaciones dentro de la balanza comercial;  dar acceso al país a créditos externos y tranquilizar a los inversionistas.
Las reservas son muy importantes como reservas, no como dinero para ser utilizado para inversión, ni para infraestructura, ni para campañas electorales o un uso discrecional.
De acuerdo con el economista Manmohan Singh,  desde la crisis de mediados de los noventa que afectó a un grupo muy importante de países emergentes, China, Tailandia, Indonesia entre otros, iniciaron un proceso de acumulación de reservas. Por ende, rumbo al futuro, contar con ellas es  además estratégico.
De su nivel óptimo, algunos economistas recurren a diversas fórmulas: mediante  la relación reservas entre amortizaciones del año y del año siguiente;  o la relación reservas entre servicio de la deuda externa total; y reservas entre amortizaciones más déficit en cuenta corriente.
Otros más justifican las amortizaciones anuales más tres meses de importaciones.
¿Hasta cuánto es el nivel correcto? No hay una respuesta única, por supuesto considero mayores las ventajas de su constante incremento.
¿El costo financiero? De 2001 a 2005, el costo fiscal promedio anual  de acumularlas fue de 2 mil 500 millones de dólares. En la actualidad, cercano a los 8  mil millones de dólares. Empero,  va intrínseco con la medida de su cuantía.
Lo fundamental para tomar en cuenta, es el  costo de oportunidad de contar con ellas. Para México implica cierta tranquilidad en los peores momentos, en estos ciclos de altibajos de la economía global, de inestabilidad  recurrente desde 2000 con crecimientos bajos, especulación, volatilidad y un cúmulo de factores externos cada vez más presentes en la economía mexicana.
PD. *Economista y presidente de Consultores en Economía y Educación Financiera.

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