EPN: el primer año de gobierno

En columnas pasadas hemos analizado la imagen externa que guarda el mandatario mexicano cada vez mejor posicionado en el ámbito internacional. Tampoco es desconocido que hacia fuera fluyan noticias desagradables en detrimento del turismo y que motivan al visitante extranjero a elegir otros sitios de  América Latina, como Perú o Costa Rica.
La inseguridad de México es tema de todos los días en los medios de comunicación iberoamericanos.
México vive la curva de la inseguridad de la década de los ochenta que asoló a Colombia y que demoró más de una década para encontrar una fórmula, mediante el Plan Colombia, para aminorar la vorágine del miedo.
Y es qué también existe una realidad en torno a la inseguridad, quién quiere invertir en un país en el cuál no existe garantía real para la seguridad de sus ciudadanos y aquí valga puntualizar la diferencia con aquel otro renglón peligroso que ataca la inversión y que deriva de la mano dictadora que emana desde el propio gobierno para expropiar, nacionalizar y perseguir tanto el capital privado como el extranjero.
Con ello queremos decir que, México no es Colombia; no es Venezuela, mucho menos Cuba y tampoco se asemeja a Brasil.
Poseedor de su propia idiosincrasia y personalidad, México ha ido recomponiendo en el último año de gobierno muchas aristas que en poco más de doce años erosionaron: una de las cuales tiene una relación directa con la pérdida de reconocimiento y liderazgo en América Latina.
Su voz, como mediador de paz y dignidad, entre el Norte y el Sur del continente americano se fue apagando en la medida que los gobiernos de derecha se hicieron más entreguistas hacia Estados Unidos.
Es tiempo de recuperarla y la política internacional del presidente Peña Nieto, a lo largo de casi un año de ejercicio en el poder, ha tocado puntos medulares.
Eso es hacia el exterior, porque dentro de México, lo que se observa es una ciudadanía cada vez más exigente pero curiosamente menos participativa  aunque tampoco termina de reflexionar del todo que, muchos de los grandes males del país, tienen su origen más en el quehacer del ciudadano que del propio gobierno.
En esencia quiero resumir que en los últimos cuatro o cinco sexenios, el desencanto se ha apoderado de la mayoría de los mexicanos quienes desean acciones rápidas, una transformación notable  en el gobierno sin que éstos lo ejerzan desde su propia esfera de particularidad y cotidianeidad.
Es muy fácil culpar al gobierno de la lentitud en los cambios sin hacer nada, como ciudadano, por comprometerse a participar. Por décadas se fustigó al PRI y a su especial “dictadura”, después de dos sexenios liderados por el PAN, la gente volvió al PRI y ahora tampoco parece muy convencida del todo.
Aunque desde mi punto de vista, el presidente Peña Nieto ha dado golpes relevantes: el más significativo meter a la cárcel a Elba Esther Gordillo, líder eternizada del SNTE, lo que no hicieron los ex presidentes,  Vicente Fox, ni Felipe Calderón.
Con Gordillo tras las rejas no han concluido las presiones de una buena parte de los maestros, al contrario, era de esperarse que las resistencias salieran a tomar las calles y  protestar como si en algo rompieran sus añejas tradiciones que han costado además generaciones de alumnos mal preparados gracias a los meses fuera de las aulas porque sus maestros tienen paralizada la educación pública en Oaxaca, Michoacán, Guerrero o Chiapas.
Pero también en otras esferas, hay que decir, el Pacto por México, ha sido una jugada  inteligente al aglutinar a las distintas fuerzas políticas que además experimentan su propia animadversión veámoslos con el PAN y con el PRD y su izquierda de camarillas y facciones.
Lo que Peña Nieto quiere ser es un moderno estadista aquél que sentará las bases  legales y constitucionales para un cambio que ni siquiera llegará  a ver su esplendor durante los 5 años que le resten en la Presidencia.
Por que estamos hablando de reformas de largo alcance que derramarán  beneficios para un país que atraviesa precisamente su bono demográfico.
Desde la reforma Laboral, hasta el grupo de las que serán discutidas  en la recta final del año, lo cierto es que este presidente merece una oportunidad porque al menos él lo intenta hacer con visión no está mirando en recoger los frutos durante su mandato para levantarse el cuello, eso le tocará a otros por venir.
* Economista. Presidente de Consultores en Economía y Educación Financiera.    

Leave a Reply