“Los Tamayo un cuadro familiar”, libro de Ma Elena Bermúdez Flores que revela facetas poco conocida del pintor Rufino Tamayo

La publicación, dada a conocer en días pasados, se integra entre otros documentos encontrados en el archivo guardado por la esposa del pintor, Olga Tamayo, así como cartas y fotografías de la familia, con las que se da cuenta de la vida de esta pareja: viajes, casas, correspondencias, obras filantrópicas y su estancia en Nueva York.

Rufino Arellanes Tamayo nació en la ciudad de Oaxaca, el 25 de agosto de 1899. Hijo de un empleado y una ama de casa, señala la biografía del pintor publicada en el portal en Internet “oaxaca-mio.com”.

De pequeño, Rufino fue monaguillo mayor en la iglesia, espacio donde dirigió coros, por lo que algunos descubrieron en él cierta vocación religiosa, que incuso hizo pensar a sus padres, que llegaría a ser cura.

Tiempo después, la familia decidió enviarlo a la Ciudad de México a estudiar para ser tendero de libros, no obstante, contra la voluntad de sus padres Rufino ingresó, en 1910, a la Escuela Nacional de Bellas Artes, antigua Academia de San Carlos, donde permaneció hasta 1919.

Al año siguiente, en 1920, el joven pintor ya había creado diversas obras, que revelaron una afinidad con la pintura de la época, aunque también mostraban su estilo personal caracterizado por los detalles nacionales.

De acuerdo con la cronología del artista disponible en el sitio electrónico del Museo Rufino Tamayo “museotamayo.org”, a partir de 1930 y hasta 1939 en sus obras aparecieron naturalezas muertas y paisajes urbanos que lo sitúan en la línea de los descendientes del pintor francés postimpresionista Paul Cézanne (1839-1906).

No obstante, también fue influenciado por el cubismo de Georges Braque (1882 -1963) y su propuesta artística se distinguió por la exaltación del color.

En los años 40, el artista se trasladó a Nueva York, Estados Unidos, país que convirtió en su residencia por cerca de 20 años y donde desarrolló gran parte de su arte; fue en estos años que también conoció Europa, montando exposiciones en París, Francia, Londres, Inglaterra y Roma, Italia.

Con sus contemporáneos Jean Dubuffet (1901-1985), Jean Fautrier (1898-1964), Francis Bacon (1561-1626), Balthus (1908-2001) y Willem de Kooning (1904-1997) compartió afinidades y en una serie de telas violentas descubrió la facultad metafórica de los colores y las formas.

Para 1950 Tamayo ya era un artista de fama nacional e internacional y fue encomendado para la creación de ocho murales, entre ellos: “El nacimiento de nuestra nacionalidad”, “México de hoy” y “Homenaje a la raza india”.

En 1962, el artista regresó definitivamente a México, donde finalizó seis murales más y obra gráfica, que reveló un refinamiento y una gran cualidad en relación con la terrosidad lograda en sus pinturas.

En los siguientes años, el destacado artista se dedicó a creación pictórica y gráfica, para esta última utilizó diferentes materiales y el collage para conseguir texturas y calidades ilimitadas.

Dedicado a su gran pasión, la pintura, Rufino Tamayo murió el 24 de junio de 1991, a los 81 años de edad, dejando un invaluable legado artístico.

Fuente: (Notimex)

 

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