España: debate sobre salario mínimo

El organismo afirma que: “Por salario mínimo puede entenderse la suma mínima que deberá pagarse al trabajador por el trabajo o servicios prestados, dentro de un lapso determinado, bajo cualquier forma que sea calculado, por hora o por rendimiento, que no puede ser disminuida, ni por acuerdo individual ni colectivo, que está garantizada por la ley y puede fijarse para cubrir las necesidades mínimas del trabajador y de su familia”.
Y es que, esta vez, no es algún país de los llamados emergentes o subdesarrollados el que plantea cargárselo (al salario mínimo) todo lo contrario se trata de uno los países que aventajó a México desde la década de los ochenta y lo dejó muy atrás en casi todos los indicadores importantes.
Me refiero a España, una economía que intenta a por todas cumplir con  los requisitos de ajuste y austeridad marcados desde el seno de Bruselas y del Banco Central Europeo (BCE)
A este país, como se sabe, le azota además de la crisis económica una grave situación de desempleo y paro que afecta fundamentalmente a dos tipos de personas productivas: jóvenes menores a los 30 años y adultos mayores a los 45 años.
No hay mercado laboral formal ni para los primeros, ni para los segundos, y eso que las últimas generaciones son las más preparadas de la historia de España,  no solo tienen postgrados y varios idiomas, lo malo es que no encuentran acceso al mercado laboral del país en el que se formaron.
Con las cifras cada día más cercanas a los seis millones de parados,  el gobierno del presidente Mariano Rajoy estudia todo tipo de medidas para romper con el problema estructural del mercado laboral.
Lo hacen con las herramientas que al alcance les deja ser miembro de la Unión Europea y de la Unión Monetaria porque al no ser una zona monetaria óptima, carecer de una política fiscal y bancaria común, no pueden devaluar. Por ende,  cuando sucede una crisis económica como la actual, contrarrestarla es muy complicado.
De esta forma los incentivos que aplican van dirigidos a las pequeñas y medianas empresas, la plataforma creadora de empleo; para éstas los estímulos son fiscales y de crédito, de lo que se trata es de que no quiebren y que cada día más jóvenes se sumen como emprendedores.
Por otro lado, se explora una vía mucho más delicada: desaparecer el salario mínimo, como propuesta de Luis María Linde, gobernador del Banco de España.
Para los sindicatos ibéricos la guisa es un insulto, para Linde una nueva vía para fomentar empleo; y para mí, como economista, se trata de recurrir  a la precarización del salario del trabajador tanto profesionista como técnico como vía para la competitividad de la economía.
No es la primera vez que se busca en una economía abaratar el costo del salario para darle “un punch” a la economía, obtener una ventaja competitiva a costa de un golpe social.
España lleva una década con profesionales y técnicos mileuristas, una generación con un contrato de mil euros al mes, digamos lo justo para vivir mensualmente y que si no fuera por el crédito apenas llegarían.
De hecho, esa generación de mileuristas, a dura apenas se ha emancipado, ya pasó de los treinta y vive con los padres. La mayoría de ellos están  incapacitados para alquilar un piso mucho menos para hipotecarse; cada día retrasan más, su decisión de emparejarse y postergan cualquier intención de tener hijos.
En la actualidad, el salario mínimo en España es de 752.85 euros mensuales, esto es, casi 12 mil 200 pesos al mes.
Si llegase a prosperar la propuesta de Linde, de desaparecer el salario mínimo en España, el profesionista y técnico español estaría en grave riesgo de devaluar todavía más su calidad de vida y constreñir su poder adquisitivo. De mileuristas pasarían a  ser seiscientoseuristas.
Linde intenta darle competitividad a España mediante el abaratamiento de su mano de obra, pero el problema es que el trabajador natural se enfrenta a una gran competencia de parte de inmigrantes extranjeros no únicamente de América Latina fundamentalmente rumanos y búlgaros dispuestos a contratarse en las peores condiciones laborales.
A mi juicio, como economista, no concuerdo en copiar el modelo laboral chino en países como España, no es precarizando, ni devaluando la calidad de vida del trabajador una fórmula correcta. Al largo plazo, el costo social es inmenso.
PD. Mi twitter @claudialunapale. Mi  blog es http://claudialunapalencia.blogspot.com

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