Asi vio la prensa española la actuación de Diego Silveti en Las Ventas

No importó que el ruedo se hubiera convertido en una laguna. A los medios se fue Silveti a brindar y a clavarse en los péndulos de su tío Alejandro. Pesaba la muleta. No importó. Por la derecha Diego corrió la mano. El toro no terminaba de humillar. Pero valía para estar con esa determinación. Por el izquierdo humilló menos. Empezó a caer el fondo del noble de Bohórquez. Las bernadinas, una de ellas cambiada, emotivas de verdad. Caía la mundial. Ni se inmutó Silveti. Pinchazo y media estocada en todo lo alto. Oreja meritísima (Zabala de la Serna).

La Razon: Profeta en su tierra, Diego Silveti buscó en Madrid darle ambiente a su periplo europeo. No contaba el azteca es con la furia de los elementos. Espectacular la granizada durante la completa lidia de su toro. Lejos de amedrentarse, Silveti fue a por todas. Quitó por ajustadísimas gaoneras y, presto, se fue a los medios para brindar al público. Atornilló las zapatillas y le pegó dos pases cambiados por la espalda, que metieron de inmediato al público en caliente. Continuó su labor Silveti sobre el derecho. Buenos muletazos, con el enorme mérito de resistir sobre un piso cada vez más resbaladizo y lleno de charcos. Las postreras bernadinas, con ese sello tan personal citando muy en largo, convencieron del todo a un público ya para entonces entregado. Pese al pinchazo inicial, el tendido comprendió el titánico esfuerzo de Silveti y le pidió con fuerza una justa oreja. Poco o nada pudo hacer con el sexto, el más deslucido del encierro. Parado y agarrado al piso, Silveti lo intentó en la corta distancia, pero era imposible (Ismael del Prado).

ABC: Diego Silveti, doctorado hace un par de años, ha crecido artísticamente en la campaña invernal americana. La granizada no le arredra, en el tercero. Derrocha valor en verónicas y gaoneras. Con la muleta se muestra muy decidido, firme, seguro: en esta circunstancias, parece imposible. Se gana al público y corta la primera oreja de la tarde. El sexto embiste cruzado, pone en apuros a los banderilleros, se para en la muleta. Diego está digno: no cabe más (Andrés Amorós).

Cultoro: Igual que un Silveti feliz por la oreja madrileña ganada en la tarde más seria y gallarda que le vio Madrid. No fue tanto el toreo, con dos toros de escaso fondo pero gran nobleza a los que tuvo que poner chile el mexicano para hacer que le valiera. Lo logró con el primero, en el que llegó el granizo cuando el cielo lloró a Pepe Luis y le envió el maestro voluntad de hierro, conchavado con su padre. Puso Diego la emoción y el granizo la importancia para asentar en el barro la voluntad de ganar, en la media altura la forma de conseguirlo y en espadazo certero el moquero presidencial. No hubo más en el sexto para abrir la otra hoja de la puerta de la gloria. Papá David y el maestro ya habían hecho bastante (Marco A. Hierro)

Marca: Otra vez se demuestra que en Madrid hay que contar con la sorpresa en cualquier fecha de la larga isidrada. Los carteles de lujo resultan engañosos, como ocurrió con las tardes de los dias 16 y 18. Tardes del clavel y del fracaso. Un cartel de domingo, ha sido, de momento, la tarde más torera y más redonda. La primera para el mexicano Silveti quien en medio de la tormenta se la jugó en una faena vibrante (Carlos Ilián).

Torosodos.com: Al asomar el tercero se puso a granizar. Granizada de un cuarto de hora. Llovían piedras. Un bohórquez muy alto de agujas que iba a salir bueno y noble. Los elementos: enfangado el ruedo pese al buen drenaje de las Ventas; diáspora de clientes de tendido. Soberbio Silveti en un quite capote a la espalda. De valor. Juan Bautista no perdonó su quite. Por chicuelinas, que no son novedad en esta feria de 2013. Trabajo heroico de Silveti: piso resbaladizo, golpes de viento y pedrisco. Dio lo mismo. Se puso, buscó toro y lo encontró, se templó, cuajó una última tanda en redondo muy bella. Una estocada casi perfecta. Volcada la gente. Reconocimiento. Tuvo sabor a gesta la cosa (Barquerito).

Aplausos: Diego Silveti cortó una oreja del tercero. Toreó bien a la verónica en el saludo capotero y gustó en un brillante quite por gaoneras cargando la suerte y adelantando la pierna de salida en cada capotazo. Comenzó a granizar con tremenda fuerza pero no importó al torero y tampoco al público, que no abandonó sus localidades y siguió una interesante faena, en la que el mexicano evidenció haber madurado como torero en notables series sobre ambas manos. Pinchó en una ocasión antes de la estocada definitiva. Deslucido y parado el sexto, Silveti no tuvo opciones con él. Estuvo pulcro el mexicano que remató de estocada entera.

La faena de Diego Silveti al tercero de la tarde, en medio de una tormenta wagneriana con gran aparato eléctrico, truenos y una torrencial lluvia de granizo que no dejó de caer durante toda la lidia, tuvo carácter heroico. Con el ruedo inundado y la muleta embarrada hasta el extremo de que apenas se le podía adivinar el color, el bisnieto del Tigre de Guanajuato se la jugó sin trampa ni cartón frente al de Bohórquez. La gente se refugió como pudo de la inclemencia del tiempo para no perderse el acontecimiento. Acertó con un espadazo al segundo intento y la plaza fue un clamor tal, pidiendo trofeos para el manito, que la presidencia no tuvo más remedio que ceder a la exigencia del público. Antes, con el capote, el joven Silveti ya rayó a una altura muy estimable. Hacía trece años que un torero mexicano no había cortado una oreja en Madrid por San Isidro (Paco Mora).

El País: Silveti quitó por gaoneras y Bautista por chicuelinas cuando arreciaba la tormenta en ese tercer toro. Y el mexicano brindó al empapado respetable, citó por un pase cambiado por la espalda, y mientras la granizada era una cortina de pedruscos, el torero, muy entregado, consiguió algunas tandas airosas que fueron muy jaleadas. Cuando mató de pinchazo y una estocada casi entera le concedieron un generoso trofeo que supo más a recompensa por su entereza y decisión que por el buen toreo (Antonio Lorca).

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