Las Coplas

voy  buscando mi  acomodo,
trovando con ese modo
que aprendí de mis ancestros,
mis décimas son los restos
a los que me acoplo todo.

La décima cantarina
sale de mi inspiración,
y se va volando al son
limpia y basta, sin sordina,
ante la copla se inclina
por  simple camaradería,
pues le brinda la alegría
del octosílabo abierto,
el amo de este con cierto
del trovo y su melodía.

La trova brota al instante
del manantial venturoso
que tenemos en el  foso
del alma donde campante
habita el vigorizante
zumbido de la nostalgia,
de donde brota la magia
del trovo más elevado,
que rotundo y germinado
es cual ramito de acacia.

Las coplas son esas flores
que con amor se regalan,
que en la pasión se resbalan
gozando de los albores
que nos brindan los colores
que hemos buscado ganosos,
por los mares salerosos
de los amores sin freno,
en ese búcaro lleno
de los sempiternos gozos.

Las coplas son los blasones
que nos deja la fortuna,
tejidos bajo la Luna
con esas mil  emociones
de amores sin decepciones,
completos  en su final,
en ese sutil ritual
que buscábamos ansiosos,
y que nos dejaron gozos
de sabores sin igual.

La coplas son resultado
del pensar de algún poeta,
que de marera discreta
las expone emocionando
ante su musa, que ha dado
el motivo de la trova,
la que sus tiempos le roba
con circunspecta emoción
pues le sustrae el corazón
de una manera tan boba.

La coplas son el retoño
del jardín del pensamiento,
flores  garbosas del viento
madrigales del Otoño,
del trovo galante el moño
que cierra lindo mensaje,
hilo ligero de encaje
tejido con un pensar,
nada lo puede igualar
como estuche o embalaje.

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