La Virgen de la Candelaria: Óscar Hernández Beltrán ofrece charla sobre la celebración del 2 de febrero en Tlacotalpan, Veracruz

La fiesta del 2 de febrero, que calificó como una tradición dinámica y cambiante, comentó que a principios de la década de los 60 tenía un impacto micro regional pero que con la apertura de vías de comunicación, la puesta en marcha de proyectos agroindustriales que marcaron el desarrollo económico y el paulatino abandono del aislamiento regional, el evento creció en los años 70.

En su charla La fiesta de La Candelaria y los jaraneros, efectuada la tarde del 25 de enero en el Aula Magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes (CENART), el funcionario indicó que de no ser por el “vago” fervor a la virgen que manifiesta una parte de los asistentes del Encuentro de Jaraneros, el contacto entre ambas actividades sería prácticamente inexistente ; lo que no significa que este último pudiera realizarse en otra época del año.

“Para cualquiera queda claro que la concentración anual de jaraneros requiere del bullicio y de la Fiesta de la Candelaria para ser lo que es, asimismo esta última perdería muchos elementos vistosos y se vería desprovista de su presencia y sus seguidores”, apuntó.

En el marco del Encuentro de Son Jarocho, organizado por Eduardo Lizalde Farías, Hernández Beltrán añadió que para muchos de los protagonistas del movimiento jaranero, el evento es un acontecimiento fundamental, concibiéndolo como una ventana abierta a la tradición y la creatividad, en el que se rinde homenaje a los viejos soneros.

Durante la charla, en la que se refirió a las distintas versiones sobre el origen de los encuentros jaraneros, explicó que desde su establecimiento se ha convocado a la participación de grupos y personas de diferentes puntos geográficos del país y el extranjero, lo que parece indicar que el balance realizado por los personeros del movimiento, respecto al encuentro en Tlacotalpan, resulta positivo.

Compartió que constantemente se expresan críticas a los participantes con respecto al trato que se les brinda durante el Encuentro por parte de las instituciones de gobierno, encargadas de otorgarles las atenciones básicas de hospedaje y que ante la escasez de habitaciones, los organizadores recurren a las familias de Tlacotalpan, lo que no han sido experiencias afortunadas del todo.

“A pesar de las incomodidades que padecen los soneros, ellos asisten puntualmente a la cita anual. Dos impulsos básicos parecen guiarlos: el apego a la tradición, a la que se le rinde tributo por medio del reconocimiento de los viejos maestros del son y la constatación de que el movimiento jaranero no sólo persiste, sino que se fortalece y diversifica cada año”.

Anualmente, Tlacotalpan recibe en promedio más de 50 mil visitantes diarios durante la Fiesta de la Candelaria, muchos de ellos son de pueblos o sociedades vecinos que permanecen solo por algunas horas en el lugar; pero otros batallan por ocupar alguna cama de hotel, comer en un restaurante o simplemente comprar agua. A pesar de ello, dijo, la Fiesta de la Candelaria continúa ganando adeptos cada año.

“El Encuentro de Jaraneros y la Fiesta de la Candelaria es el clásico ejemplo de un matrimonio mal avenido pero inseparable. Un ejemplo curioso de cultura material a ritmo de son jarocho”, puntualizó.

El Encuentro de Son Jarocho continuará el sábado 26 y el domingo 27 de enero en el Centro Nacional de las Artes, en el que se realizará un homenaje a Don Esteban Utrera, mesas de debates y conciertos. Para conocer el programa completo y horarios consulte: www.cenart.gob.mx/2013/01/encuentro-de-son-jarocho/.

Fuente: (CONACULTA)

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